Líder universitaria demanda cambios estructurales en Chile
12 de noviembre de 2019Deutsche Welle: ¿Cómo llegaste al activismo político?
María Belén Larrondo: Hace dos o tres años atrás, cuando empezaba la universidad en una institución conservadora, con trabas para hacer cambios, me surgió la necesidad de hacer algo más que lo académico. No quería esperar a ser arquitecta, quería hacer algo para el día de hoy. Algo que no fuera solamente mis estudios o mis cosas, sino para el resto. Así me acerqué a la política.
¿Cómo has vivido el movimiento social desde el campus universitario?
Ha sido una experiencia bonita porque me he encontrado con mucha gente que tiene ganas de cambiarlo todo, y también muy rara porque pertenezco a la generación de los hijos de quienes vivieron la dictadura en Chile. Mi papá tenía seis años cuando empezó la dictadura y 23, mi edad, cuando terminó. La dictadura fue parte de sus vidas.
Hace un par de semanas teníamos a los militares en las calles y vivíamos en estado de emergencia. Fue muy chocante para mi generación y la de mis papás revivir la imagen de un Chile como el de hace treinta años. Un Chile con mucha injusticia que no se ha recuperado completamente. Todo este tiempo ha habido mucho temor de cuánto te podrían reprimir durante una protesta y cuánto podrías perder, pero hoy mi generación no tiene ese miedo sino ganas de lograr cambios profundos.
¿Por qué sales a las calles si te consideras parte de la clase privilegiada?
Yo siento que si tienes privilegios también tienes responsabilidades. No puedes quedarte de brazos cruzados cuando en las calles se está pidiendo dignidad, que es algo amplio, pero clave para la vida de las personas.
¿Cuál es el rol de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica (FEUC) en la universidad y el tuyo, a nivel individual?
Yo soy muy crítica de la universidad. Creo que ha tenido un rol pasivo y se ha quedado en la propuesta institucional. La FEUC ha sido un canal que ha impulsado discusiones y tiene un rol dentro y fuera de la universidad. Somos voceros de la Federación de Estudiantes de Chile que agrupa a más de 50 universidades. Nuestra federación ha participado activamente en la articulación con otros movimientos sociales. Desde mayo, somos parte de Unidad Social, que está compuesta de movimientos sindicales, profesores secundarios, el No+AFP, representantes de la salud, la vivienda, en fin, una infinidad de gente que se junta por luchas justas. Yo creo que es fudamental que hayamos tenido este rol de antemano porque así sabemos dónde hay que apoyar ahora. No porque soy estudiante voy a abogar solo por temas estudiantiles. Me saco el sombrero ante los estudiantes secundarios que impulsaron las evasiones masivas en el metro. Esa fue la gota que derramó el vaso para tener esta movilización.
Mucha gente dice que no son los 30 pesos del metro sino 30 años. ¿Por qué crees que la movilización social estalló justo en este momento?
Yo creo que hay que contextualizar los 30 años y el rol de los gobiernos de izquierda y de derecha. El modelo económico neoliberal en que se basa la Constitución ha sido profundizado por todos los gobiernos. Se ha dejado que derechos como la salud y la educación terminen en manos de privados y mientras los privados se han enriquecido, no se han respetado los derechos sociales. Por eso el descontento viene de mucho tiempo atrás.
Esto detona porque tenemos una clase política y un Gobierno que nunca ha querido escuchar lo que está pasando en la calle. La gente se siente ignorada y les da rabia. Hay una pena gigante porque no se sabe cómo solucionar las cosas. Hoy, la gente se dio cuenta que hay una forma a través de lo colectivo, sin callar frente a la represión.
¿Y qué le piden al Gobierno?
Derechos básicos. No se está pidiendo nada más de lo que le corresponde a la gente. Por ejemplo, la educación pública en Chile es la más precaria. A la educación privada solo acceden quienes tienen recursos y, si bien hay financiamiento del Estado, una gran parte de la educación se financia con deudas de 20 o 30 treinta años.
Otro derecho fundamental es la salud. Uno no quiere acercarse a un hospital público por las condiciones sanitarias y las listas de espera. Pueden pasar cinco o seis años para acceder a una operación. Las pensiones también están dentro de lo que se pide. Las personas de la tercera edad tienen pensiones que van desde los 70.000 hasta los 170.000 pesos. Eso no esa ni la mitad del salario mínimo, que ya es precario.
El rango de peticiones es amplio, pero lo más importante es la voluntad política. Hoy no vemos voluntad política ni ganas de avanzar. En la agenda de Sebastián Piñeira hay urgencia por pasar proyectos anti-barricada, anti-capucha y anti-saqueo, cosas que no van a solucionar los problemas. Eso es alarmante y decepcionante.
Si no hay una agenda a largo plazo no se van a solucionar las cosas y el descontento va a crecer. Antes creían que con un subsidio, un beneficio o un par de lucas podían acallar la movilización social, pero hoy la gente entiende que se necesita un cambio estructural profundo.
¿Qué puede hacer el Gobierno para demostrar que está comprometido?
Comunicarse con los movimientos sociales que están en la calle. Hasta ahora no ha habido una comunicación directa ni un análisis de las propuestas y demandas planteadas. Hace una semana el Gobierno dijo que se había reunido con las organizaciones sociales. Yo participo en las organizaciones sociales y nadie conoce a las personas que se convocó. Yo diría que claramente no son las que están en la calle.
(lsp/rml)
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