La última batalla alemana al frente de la UE: la Constitución
14 de junio de 2007Aún queda una oportunidad para aprobar la "hoja de ruta" que marque el peregrinar europeo de los próximos años hacia la Constitución, tratado, texto o sea cuál sea el seudónimo que se le quiera dar esta vez. "Digo una oportunidad: nada más y nada menos", declaró la canciller alemana, Angela Merkel, ante sus colegas del Parlamento alemán.
En el último medio año, Alemania ha llevado el cambio climático al cenit de la agenda política. Ha sido anfitriona de los líderes más influyentes del mundo en la Cumbre del G-8. Ha movilizado al Cuarteto para Oriente Próximo. Pero el éxito o el fracaso de sus seis meses de presidencia europea se medirá en que logre o no alcanzar un objetivo inicialmente fijado como prioritario: comprometer a los dirigentes europeos con un plan que reviva el proyecto constitucional antes de las elecciones comunitarias de 2009.
Algunos Estados miembros no se lo están poniendo fácil a la canciller. "Da la sensación de que los dirigentes polacos no quieren que Alemania se lleve el triunfo de revivir el proceso de reforma en Europa", opinó el canciller austriaco, Alfred Gusenbauer.
Polonia podría vetar
Merkel tenía el acuerdo en el bolsillo. Han sido seis meses de negociaciones, de tratar punto por punto los motivos del desacuerdo, del conflicto, las fricciones y los miedos a Europa. Queremos mantener la esencia de la Constitución, aseguraba la canciller una y otra vez. De todo lo que no fuera esencial se podía prescindir: desde el nombre del acuerdo hasta las menciones a la bandera, al himno y a incluir la Carta de Derechos Fundamentales, que era uno de los platos fuertes del proyecto y que queda reducida al esqueleto.
Los 50 años de los Tratados de Roma, con los que echó a andar la Unión Europea, fueron motivo de fiesta en Berlín y oportunidad para el compromiso: los líderes comunitarios aceptaron el 2009 como fecha tope para tener lista una alternativa a la fallida constitución. Sólo quedaba firmar el plan de trabajo, lo que debía suceder en la reunión de los jefes de Estado y de gobierno europeos de la semana próxima, poniendo la guinda a un encuentro con el que Alemania se despide de la presidencia comunitaria.
Entonces reapareció Polonia para sumir la cita del jueves en Bruselas en el misterio. Los polacos amenazan con hacer valer su veto. No están de acuerdo con el reparto de votos que se prevé para el Consejo de Ministros.
Las palabras de Sarkozy
"Para Varsovia, la Unión Europea sólo tiene valor económico: es una simple fuente de subvenciones. La política exterior comunitaria tampoco es necesaria: la OTAN y Estados Unidos son para Polonia los garantes de su seguridad", opina el rotativo francés Dernières Nouvelles d´Alsace. Nicolas Sarkozy, el recién electo presidente de Francia, viajó hoy a Polonia para convencer a los hermanos Kaczynski, que ocupan la presidencia y la jefatura del gobierno polacas, de que su postura no concuerda con el espíritu comunitario.
"No se puede ser un gran país europeo y decir: 'mi responsabilidad es menor, puedo bloquear'", criticó Sarkozy en la prensa polaca. Y Francia es precisamente uno de los países que inició esta crisis al manifestarse la mayor parte de sus ciudadanos en contra del primer borrador constitucional.
Algo pueden haber influido las palabras Sarkozy en su homólogo polaco, Lech Kaczynski, que, tras hablar con el dirigente galo, dijo estar "seguro de que se puede encontrar una solución". Kaczynski no quiere verse aislado en Europa y desde que José Luis Rodríguez Zapatero accediera al Gobierno en España, Polonia perdió en la batalla contra el voto por doble mayoría en el Consejo de Ministros europeo a su principal aliado: el ex presidente español, José María Aznar.
Ciudadanos comunitarios
El Consejo de Ministros es uno de los principales órganos de toma de decisiones en la estructura institucional comunitaria. Hasta ahora han primado en él las votaciones por unanimidad, lo que supone una vía constante de bloqueo de la actividad europea. Por eso se decidió instituir el principio de la doble mayoría, que daría por aprobada una medida con el 55% de los países miembros a favor, siempre y cuando éstos representen al 65% de la población europea.
La doble mayoría es beneficiosa para un país con 80 millones de habitantes como Alemania. No tanto para otros de 40 millones como Polonia o España. Pero, obviando que el hecho de que también existen dentro de la UE Estados como Luxemburgo, que no llega al medio millón de ciudadanos y no opone tanta resistencia, lo que los polacos olvidan, y no recuerdan tantas veces otros Estados más veteranos en la vida unitaria, es que en Europa no cuentan los polacos o los alemanes, sino los ciudadanos comunitarios.