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La bomba atómica de Pyongyang

18 de octubre de 2002

Inquietud internacional ha provocado Corea del Norte, al admitir que ha seguido adelante con su programa de armas atómicas. La noticia y la reacción estadounidense dan pie a múltiples comentarios en la prensa europea.

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Kim Yong Il ni se sonroja.Imagen: AP

El periódico londinense The Independent compara la actitud adoptada por Washington con respecto a Pyonyang y a Bagdad: "Si Saddam Hussein es tan poco confiable que Estados Unidos está convencido de la necesidad de derrocarlo, por qué piensa entonces Washington que Kim Yong Il se deshará de sus armas atómicas en forma controlable? A fin de cuentas rompió la promesa de no-proliferación que dio en 1994 a Corea del Sur, Japón y Estados Unidos. La verdad es que la política estadounidense con respecto a Corea del Norte es sensata, y no así la relativa a Irak. En el caso de Corea del Norte, Washington coopera con sus aliados en la región, para presionar a Pyongyang... Si esta política puede ser efectiva para atenuar la amenaza nordcoreana, por qué no habría de aplicarse la misma lógica a Irak?

Ausencia de petróleo

Una posible respuesta a esa interrogante es la que plantea en su comentario el matutino Die Presse, de Viena: "Hay indicios, pero no pruebas, de que Saddam Hussein dispone de armas de exterminio masivo. La CIA estima que el peligro emanado de Irak es pequeño. Aun así, el presidente Bush amenaza desde hace meses con una guerra. El régimen nordcoreano -otro ilustre representante del ‘eje del mal’ definido por Bush- admitió desvergonzadamente que ha trabajado en secreto, durante años, para fabricar bombas atómicas. En el caso de Corea del Norte, el gobierno de Estados Unidos permanece casi inmutable. De momento no le conviene abrir un nuevo frente, aparte del de Irak. Después de todo, en Pyongyang no hay petróleo".

Ruptura de tratados

En Alemania, el diario Süddeutsche Zeitung, de Munich, escribe: "¿Tras Irak, ahora Corea del Norte? Asia está inquieta, desde que el régimen de Pyongyang admitiera el 4 de octubre que posee un programa secreto de armas atómicas. El enviado estadounidense James A. Kelly confrontó a los nordcoreanos con informaciones del servicio de inteligencia, ante lo cual Corea del Norte reconoció que desarrolla un programa para el enriquecimiento de uranio. Es decir que Corea del Norte construye una bomba atómica, mientras en encuentros históricos con Corea del Sur y Japón se muestra como un país amante de la paz y dispuesto a negociar. Esta hipocresía pone en una situación embarazosa a todos aquellos que han abogado por el diálogo con Pyongyang. Corea del Norte debería ser sancionada por esta clara violación de acuerdos bilaterales con Seúl y Tokio, y también de tratados internacionales".