La crisis venezolana y el bajo perfil de China
24 de julio de 2019Cuando se debate sobre la parálisis política de Venezuela y sus secuelas, China tiende a ser el elefante blanco en la habitación: pese a su alto grado de influencia en Caracas, el gigante asiático no suele ser involucrado en las iniciativas multilaterales para reinstaurar el Estado de derecho en el país sudamericano. En un capítulo del libro La crisis venezolana: impactos y desafíos, publicado en mayo por la Fundación Konrad Adenauer (KAS), se señala que a Pekín le convendría un golpe de timón en Venezuela. De ser así, ¿por qué no ayuda a propiciarlo?
La sociedad estratégica para el desarrollo común que China y Venezuela estrenaron en 2001 fue reclasificada en 2014 como asociación estratégica comprehensiva; esa es “la designación más alta que usa China en sus relaciones bilaterales”, acota Rafael Castro, investigador asociado del Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales (GIGA), en su análisis para la KAS. 450 acuerdos bilaterales, 80 proyectos conjuntos y 17 préstamos –casi todos orientados a fomentar la explotación petrolera– revelan lo estrecho que es el nexo entre ambos.
Según las cuentas sacadas por Castro, Venezuela no es la nación latinoamericana con la mayor cantidad de inversiones chinas, pero sí la que más créditos –62.200 millones de dólares hasta 2016– ha recibido desde el Lejano Oriente. Además, el país asiático se ha erigido en el primer socio comercial de Venezuela después de Estados Unidos. “Rusia y Turquía apoyan al hombre fuerte de Caracas, Nicolás Maduro, pero su verdadero salvavidas ha sido China, sobre todo tras la imposición de sanciones sobre Venezuela”, resume Ana Soliz.
Discreta diplomacia
“Si China decidiera cobrar todo lo que Venezuela le adeuda o endureciera las condiciones de pago, a la Revolución Bolivariana se le agotaría el oxígeno que le queda”, agrega esta investigadora de la Universidad Helmut Schmidt de las Fuerzas Armadas Alemanas, especialista en política latinoamericana. Tanto Soliz como Castro subrayan que abogar por un cambio de régimen puede favorecer a los intereses financieros y estratégicos de Pekín. Un Gobierno de transición puede darle al Estado venezolano la posibilidad de recuperar la estabilidad política, económica y social perdida, mientras que la élite chavista lleva años mostrándose incapaz de hacerlo.
“El protagonismo de Estados Unidos y el bajo perfil de China solo han prolongado la crisis venezolana. Los chinos deberían participar en la búsqueda de soluciones para esta cuestión”, sostiene Soliz. Para el internacionalista venezolano Juan Pablo Quintero, la cautela con que China se mueve en la escena global no se restringe al caso venezolano. “Por motivos histórico-culturales, su política exterior siempre ha sido discreta”, esgrime. China pertenece al Consejo de Seguridad de la ONU, pero no es el más altisonante de sus miembros.
Mario Esteban, investigador del Real Instituto Elcano y profesor en el Centro de Estudios de Asia Oriental, adscrito a la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), coincide con Quintero, pero desaconseja confundir la reserva de China con inacción. “China ya es un factor determinante del statu quo en Venezuela. Si les vende material antidisturbios, tecnología de control de masas y de reconocimiento facial a las autoridades de Venezuela, Pekín está influyendo sobre el equilibrio de fuerzas en ese pais”, explica el experto.
Garantías para China
“Si China le comunica a Washington su firme oposición a un cambio de régimen que implique una intervención militar extranjera en Venezuela, no se puede decir que Pekín sea testigo mudo de los sucesos. El estilo diplomático de Moscú es más asertivo y es comprensible que la presencia militar rusa en Venezuela despierte más alarma; pero eso no significa que Pekín sea un sujeto pasivo en esta historia. Por otro lado, no cabe esperar que China asuma un rol estelar en las discusiones sobre el problema venezolano”, advierte Esteban.
El analista español cree que China estaría dispuesta a darle carácter multilateral a un convenio con miras a sacar a Venezuela del estancamiento en que se encuentra, como lo hizo al suscribir el acuerdo para limitar el desarrollo nuclear de Irán; “pero no lo haría como interlocutor clave porque eso no está entre las destrezas de Pekín”, apunta Esteban. El Grupo de Lima le ha pedido al canciller chino, Wang Yi, que se sume a los esfuerzos para hacer viable una transición hacia la democracia en el atribulado petroestado. Pekín no ha respondido todavía.
“Mientras no tenga garantías de que recuperará el dinero prestado a los Gobiernos de Hugo Chávez (1999-2013) y Nicolás Maduro (2013-2019), y de que sus inversiones en Venezuela serán protegidas, China no apoyará un cambio de Gobierno”, augura Quintero. “De ahí la importancia de que los opositores de Maduro vuelvan a integrarse a un frente unido. Los emisarios de China sólo conversarán con ellos sobre sus intereses y sobre un hipotético escenario de transición si el antichavismo exhibe una cohesión creíble”, arguye Soliz.
Evan Romero-Castillo (ers)
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