La difícil relación de los alemanes con "Mi lucha"
23 de agosto de 2015
El colectivo de teatro "Rimini Protokoll" pretende diseccionar una herencia de los primeros días del nazismo: el libro "Mein Kampf" (Mi lucha) de Adolf Hitler, cuya circulación en Alemania está vetada desde el término de la guerra. El estreno es en Weimar, el 3 de septiembre.
Muy pocos alemanes han leído una sola línea de trabajo de Hitler. ¿Su discurso de odio sigue constituyendo una amenaza? Sobre esto hay opiniones encontradas. Los estudiosos todavía destacan su indudable interés histórico. En 2014 la Justicia denegó una reimpresión destinada a la investigación. El Estado de Baviera tiene la propiedad intelectual de la diatriba de Hitler, aunque vence el 31 de diciembre de 2015. Entonces el libro será publicado en Alemania tras más de 70 años, en una edición comentada y anotada a cargo del Instituto de Historia Contemporánea (IfZ).
Conforme se acerca la fecha, crecen las dudas en Baviera. Su presidente, Horst Seehofer, tan pronto promete al IfZ respaldo y financiación para la edición crítica, como cambia de opinión y da la espalda al proyecto. No puede, dijo en 2013, solicitar al Constitucional que prohíba al neonazi NPD y, seguidamente, estampar el sello oficial para la difusión de "Mein Kampf".
Traducido a muchos idiomas
En el extranjero no ha habido nunca tales nunca preocupaciones. Se pueden comprar ejemplares en casi todos los idiomas. En muchos casos, originales firmados por el propio Hitler. En Israel se encuentra "Mein Kampf" en las librerías tanto en alemán como en hebreo. La edición turca lo anuncia como "un clásico de la literatura universal antimarxista" y conquistó en 2005, tras haber estado prohibido, el cuarto puesto en la lista de best sellers.
Al contenido no se le puede achacar tanta demanda. El primer volumen es una autobiografía de Hitler cargada de patetismo. Una "verborrea tediosa e indigesta", atestigua The Daily Telegraph en una revisión contemporánea del escrito de Hitler. El historiador Sven Felix Kellerhoff lo calificó en Deutschlandradio como "horrible, completamente horrible… un conglomerado de frases pésimas o gramaticalmente mal construidas". Sin embargo, opina, debe leerse para saber de qué habla. Y criticó las décadas de cuasi prohibición de la obra.
De forma similar piensa el estudioso de los medios Horst Pöttker: "Es absurdo que se haya impedido que el libro sea leído en Alemania precisamente alegando los derechos de autor. De ahí casi se puede entrever la tesis de que los alemanes son más propensos a la seducción que otras naciones". Pöttker intentó, con el proyecto "Zeitungszeugen" que co-editaba, una reedición comentada de pasajes seleccionados de "Mein Kampf", prohibida por el gobierno bávaro.
La prohibición sigue vigente hoy
Las autoridades pueden prohibir su reimpresión, pero el libro está disponible en mercados de segunda mano, de antigüedades y en internet. Quien quiera leerlo, lo puede hacer. Pero el público general apenas se interesa por él. En clase de historia se leen y discuten algunos pasajes. A veces incluso en la de religión.
Que el copyright expire a finales de 2015, a los 70 años de la muerte del autor, es el procedimiento normal en la ley. Pöttker podrá entonces publicar el texto libremente: "No veo por qué privar a los alemanes de esa lectura. El presidente federal Theodor Heuss ya dijo a principios de la década de 1950 que el libro debía publicarse para que los alemanes supieran cómo pensaban los nazis".
El texto original como fuente científica
Hitler escribió el manuscrito durante su encarcelamiento tras el fallido golpe de Estado de 1923 en Múnich. Pero la diatriba antisemita, que acabaría vendiendo millones de ejemplares durante el Tercer Reich, no se publicó hasta dos o tres años después. La influencia que tuvo este tratado resulta difícil de entender incluso hoy, opina el historiador Christian Hartmann, del Instituto de Historia Contemporánea de Múnich. "Estoy profundamente avergonzado de que nosotros, los alemanes, hayamos podido dejarnos engañar con algo tan mezquino".
Él será el encargado, junto a un equipo de colegas, a partir de 2016, de la edición crítica y académica de la obra por el Instituto de Historia Contemporánea de Múnich. Dos meticulosos volúmenes de un total de 2.000 páginas, 3.500 notas al pie y 5.000 comentarios académicos. El texto original de Hitler ocupa sólo 780 páginas. Durante años, Hartmann estudió intensamente el legado periodístico de Hitler. El libro es una fuente historiográfica importante para entender la cosmovisión de Hitler y los cimientos de la posterior dictadura nazi. Sin embargo, está escrito en un estilo tabernario que, como decía en una entrevista con el diario Süddeutsche Zeitung, no convencería a "nadie que lo leyera hoy" a "hacerse nazi".
Lectura con chaleco antibalas
El escritor y artista de cabaret turco Serdar Somuncu, que vive y trabaja en Alemania, hizo lecturas escenificadas en escuelas y cabarets de los textos de Hitler. Una presentación pública está permitida en Alemania sólo con fines educativos. Él ha hecho más de mil lecturas escolares, en las que viste chaleco antibalas. La forma en la que presenta al libro, como obra de un loco que mezcla su antisemitismo en frases inconexas, le ha valido amenazas de muerte y de bomba.
De su lectura comentada hay incluso un audiolibro. Él aboga por mostrar la diatriba de Hitler, que durante el Tercer Reich fue impresa en formato de biblia clásica, sin tratar de contrarrestarla, prohibirla o luchar contra ella. "Cualquier joven puede descargársela en Internet o comprarla en cualquier idioma. ¿Por qué no afrontarlo en Alemania con serenidad? Yo confío en los jóvenes".
A partir del año que viene se podrá imprimir en Alemania. Se podrá tener el libro, buscarlo en bibliotecas y estudiarlo, pero no hacer lecturas públicas. El historiador Georg Maser de algo está convencido: "Contra un resurgimiento del espíritu de Hitler no hay mejor antídoto que Mein Kampf".