La energía hidráulica
23 de junio de 2009Un mundo sin agua no puede contener vida: esa es la gran diferencia entre la Tierra y, por ejemplo, el resto de los planetas del sistema solar. Los seres humanos estamos hechos en gran medida de agua, y la necesitamos para vivir. No sólo calma la sed, sino también implica limpieza e higiene, y por tanto, salud.
Y por si todo esto fuera poco, también es el componente principal de una de las energías verdes más utilizadas: la energía hidráulica.
Todo empieza con el conocido ciclo del agua, según el cual el agua de los mares se evapora con el calor del sol, se transforma en nubes, que finalmente descargan su contenido en forma de lluvia sobre la tierra, creando así los ríos y demás masas acuáticas.
La propia corriente de los ríos en sí ya puede ser un motor para crear cierto tipo de energía, como los molinos de agua caseros que se usaban en los tiempos de antaño. Mediante el empuje del agua, los molinos se movían, y este movimiento se podía utilizar de diversas formas: sacar agua de pozos, regar los campos, etcétera.
Pero hoy en día, la energía hidráulica se identifica más con las grandes presas que a menudo se ven en pantanos. Estas presas, construidas para contener el caudal, dejan escapar determinadas cantidades de agua por un recorrido construido artificialmente, en medio del cual se encuentra una turbina (una especie de molino que puede generar electricidad).
Esta turbina gira gracias a la presión del agua, y así crea energía eléctrica, sin contaminar ni alterar el medio ambiente.
Se trata de una energía limpia y fácilmente accesible para todos, a diferencia, por ejemplo, de la solar, que no puede ser utilizada de forma fiable en lugares donde el sol no es frecuente.
Actualmente, la energía hidráulica supone un 20 por ciento de la electricidad mundial, superando el 50% en unos 65 países. Para dentro de 10 años, además, se calcula que adquirirá una importancia equivalente a la que tienen hoy el petróleo y el gas.