El "Chocó Andino", al noroeste de la capital Quito, fue incluido recientemente en la lista de reservas de la biósfera de la UNESCO, con lo cual Ecuador cuenta ahora con 7 regiones declaradas y protegidas por Naciones Unidas. La zona abarca unas 286.805 hectáreas, de las cuales unas 14.000 están cubiertas por bosques que contribuyen de forma importante al equilibrio ecológico. Aproximadamente el 83% de la superficie se encuentra dentro del Área Metropolitana de Quito. Los bosques del Chocó Andino albergan numerosas especies animales y vegetales típicas de la región andina, unas 270 especies de mamíferos, el 30% de las especies de aves que se encuentran en todo Ecuador y el 15% de las especies vegetales. Algunos ejemplos son el oso de anteojos y el tucán chocoano, así como innumerables anfibios, reptiles e insectos. Pero esta maravilla natural, que alberga también cientos de comunidades, está prácticamente cercada por concesiones mineras que ha otorgado el propio gobierno de Quito. Una actividad contaminante de las aguas y ríos, que aterroriza a la fauna pero también a los propios habitantes de la región, quienes pueden atestiguar incluso actividades mineras ilegales. La Mancomunidad del Chocó, conformada por las parroquias de Pacto, Calacalí, Nono, Nanegal, Nanegalito y Gualea, en el cantón Quito, se han organizado para resistir el avance de la minería, que opera, literalmente, a 45 minutos de coche de la capital. Organizadas en una plataforma ambientalista, iniciaron actividades de "resistencia", impidiendo por ejemplo el paso de los mineros que quieren entrar a la fuerza o cortando las rutas. También exigen al tribunal constitucional de Ecuador que apruebe una propuesta para la convocatoria de una consulta popular, que persigue el fin de la minería metálica en las áreas protegidas del Distrito Metropolitano de Quito. La Reserva del Chocó Andino se encuentra a solo una hora de viaje de Quito, por lo que es muy accesible para los visitantes de la capital y turistas en general.