La guerra de los símbolos
7 de febrero de 2006La Repubblica, de Roma: "La ira desatada por las "caricaturas de la blasfemia" no cede. Desde Afganistán hasta Somalia, desde India hasta Irán, un escalofrío de identidad, que Occidente no logra entender, recorre al mundo islámico. Los más pesimistas califican los acontecimientos como la evidencia del inevitable enfrentamiento entre las culturas.
Las reacciones de los actores conducen hacia la radicalización de la situación. Lo único que resta es mantener la sangre fría para evitar que así suceda. Por lo mismo lo menos que se requiere en este momento es que Occidente eche leña al fuego."
Silencio en Bruselas
Tages-Anzeiger, de Ginebra: "No hay duda de que en momentos de tensión emocional el silencio paga. Sin embargo resulta sorprendente el silencio en un tema que ocupa desde hace semanas hasta discursos oficiales. Ahora que el tan mentado diálogo entre las culturas y religiones se requiere en la práctica, por lo visto la Europa oficial ha perdido su voz. (...) La Unión Europea no puede esperar que el silencio o el tiempo ayude a superar esta crisis. En el momento en que se tiran piedras contra la Embajada danesa se están atacando valores europeos. Un mejor diálogo con el mundo musulmán es más bien tarea de Bruselas que de Copenhague."
El fin de los sueños multiculturales
Kleine Zeitung, de Viena: "Cada día crecen más los muros de la incomprensión. Ingenuos adeptos occidentales de la multiculturalidad despiertan asustados. La ira desatada por las caricaturas (de Mahoma) demuestra que el mundo se ha transformado y que la época de verdades sencillas ha pasado.
Lo absurdo es que se haya necesitado sólo un par de caricaturas inofensivas, desde el punto de vista de una Europa secular, para prender la mecha de una confrontación latente entere el islamismo radical y Occidente. Si en los países musulmanes no existiera una frustración histórica tan grande no se podría movilizar de la forma en que sucede ahora a las masas."
Dinamarca necesita apoyo de Europa
Politiken, de Copenhague: "La presión internacional sobre Dinamarca es tan grande, que siendo un país pequeño y de escasa importancia geopolítica necesita el apoyo claro e inmediato de países grandes. Algunos países de la Unión Europea intervinieron, mientras que Estados Unidos no ha exagerado mucho en otorgar su apoyo. Queda claro que los verdaderos socios estratégicos de Dinamarca están en Europa. (...) Puesto que el "nombre" de Dinamarca de país tolerante y humanitario ha quedado empañado, crece la necesidad de unirse a los países de la Unión Europea. (...) Si esta grotesca historia tiene un sólo efecto positivo, tal vez sea que la política danesa de relaciones exteriores y de seguridad se reoriente nuevamente hacia Europa."