La industria del chocolate, dulce sabor con amargo regusto
26 de septiembre de 2013El 90 por ciento de la producción internacional de cacao recae sobre los hombros de entre 5 y 6 millones de campesinos africanos, latinoamericanos y asiáticos surorientales. El 10 por ciento de las cosechas globales son procesadas en territorio germano para fabricar chocolate; Alemania es el segundo procesador de cacao en el mundo. En términos estadísticos, cada uno de los habitantes de Alemania consume anualmente once kilos de chocolate. Y todo apunta a que las empresas chocolateras locales verán crecer la demanda de sus mercancías en Europa Oriental y los países con economías emergentes.
Pero la sombra de una menguante oferta de cacao se cierne sobre la industria del chocolate, anticipando una crisis de difícil solución. Y es que la producción mundial de cacao, tal como se ha venido desarrollando desde 1995, ha terminado por sabotearse a sí misma. Aunque las plantas de cacao son frágiles y tienden a arrasar con los suelos –ellas son propensas a enfermedades y ocupan cada vez mayores superficies de cultivo–, se ha invertido muy poco en transformar el sistema productivo para que adquiera una perfil sustentable. Deficiencias infraestructurales, un know-how limitado y la falta de estímulos económicos merman la productividad.
Los cosechadores tienen una expectativa de vida de 60 años y buena parte de ellos ya pasa de los 50; sus condiciones socioeconómicas son tan precarias que la mayoría prefiere ver a sus hijos dedicándose a otras faenas. En otras palabras, la generación de relevo no está asegurada. Las empresas que mercadean el cacao han hecho estudios y encuestas entre los campesinos para conocer la magnitud de los problemas que oxidan el engranaje productivo, pero éstas no comparten los resultados entre ellas para enfrentar desafíos comunes, como el desbalance entre los intereses mercantiles y los intereses ético-sociales y ecológicos en juego.
Todos estos factores han propiciado una desfavorable fluctuación en la oferta de cacao y en sus precios. Para cambiar este estado de cosas y asegurar el abastecimiento de la industria germana del chocolate se creó en 2012 el Forum Nachhaltiger Kakao (Foro Cacao Sustentable), un grupo de trabajo integrado por el Ministerio alemán para la Alimentación, la Agricultura y la Protección del Consumidor (BMELV); la Sociedad para la Cooperación Internacional (GIZ); las federaciones alemanas de comerciantes de alimentos y golosinas; y organizaciones no gubernamentales (ONG) que promueven el ‘comercio justo’.
Alianza público-privada
Los empresarios germanos ya habían comenzado a cooperar con la GIZ antes de 2012, cuando tomaron consciencia de que la asimetría de las ganancias dejadas por la producción y el comercio de cacao –un negocio poco rentable para los campesinos que cosechan ese fruto– ponía en peligro el futuro de la industria local del chocolate. “Los empresarios se percataron también de la creciente preocupación de la ciudadanía por conocer el origen de los productos que consume y las circunstancias bajo las cuales se mercadean las materias primas”, acota Katharina Trapp, del Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales (GIGA), asentado en Hamburgo.
“Eso llevó a que la GIZ y los fabricantes alemanes de chocolate impulsaran proyectos puntuales para fomentar la sustentabilidad de la producción de cacao en los países proveedores. No obstante, el Foro Cacao Sustentable es la primera gran iniciativa alemana en este ámbito”, enfatiza Trapp, aludiendo al gremio creado el año pasado. Pero, ¿qué estrategias ha trazado este grupo con miras a equilibrar la balanza y mejorar las condiciones laborales y de vida de quienes cultivan el cacao? ¿Y qué resultados ha obtenido hasta ahora?
“El Foro Cacao Sustentable todavía está en la fase de planificación: se están creando comisiones de trabajo para abordar asuntos diferentes, se está tomando nota de las organizaciones que ya intentan resolver algunos de los problemas existentes y de los recursos con que éstas cuentan. La meta inicial es determinar dónde están los vacíos para luego llenarlos. De momento, las indagaciones se concentran en la industria del cacao de Costa de Marfil porque ese es el más grande exportador de cacao del mundo”, explica la analista del GIGA.
“Creo que es demasiado temprano para hablar de resultados concretos”, agrega Trapp. Friedel Hütz-Adams, del Instituto Südwind, no opina lo mismo: “Sí ha habido éxitos; lo que ocurre es que éstos no son fáciles de transmitir. El Foro Cacao Sustentable financió la continuación de unprograma que ya había publicado libros de adiestramiento en producción sustentable para los campesinos cacaoteros de Ghana, Nigeria y Costa de Marfil. Gracias a su respaldo, ahora se editarán textos similares para otros países de África Occidental”, dice el investigador.
Punto de partida: transferencia del know-how
“También se financiaron sistemas para evaluar cómo le iba a los campesinos antes y después de recibir el entrenamiento en producción sustentable. Puede que esto parezca banal, pero el hecho de que las empresas cacaoteras compartieran sus respectivos conocimientos con las tres grandes organizaciones certificadoras de ‘justicia comercial’ –UTZ, Rainforest Alliance y Fair Trade– y crearan un currículum común para optimizar la capacitación técnica de los campesinos es un avance enorme”, asegura Hütz-Adams.
“De hecho, uno de los propósitos del Foro Cacao Sustentable es precisamente estimular el intercambio de experiencias e investigaciones entre las compañías cacaoteras, las organizaciones certificadoras, determinadas instancias gubernamentales y ONG como la nuestra para incrementar el bienestar de los campesinos.Sin ese flujo de información no habrá avances en esta materia”, advierte el experto del Instituto Südwind, una asociación independiente con sede en la Región de Colonia cuyo lema es “hacia una economía mundial justa”.
El hecho de que las primeras pesquisas del Foro Cacao Sustentable se lleven a cabo en Costa de Marfil obliga a preguntar si las condiciones bajo las que se cosecha el cacao en África, América Latina y Asia son similares. De ser así, los países latinoamericanos y asiáticos podrían beneficiarse a corto plazo de los resultados de las investigaciones. “Desde un punto de vista ecológico, las pautas para una producción sustentable de cacao pueden ser aplicadas sin mayores cambios tanto en una región como en otra”, concede Trapp.
“Pero desde una perspectiva económica, sería un error aplicar las mismas medidas en un lugar y en otro. Aunque el objetivo es idéntico en todas partes –lograr que los campesinos obtengan beneficios proporcionales a los aportes que ellos hacen a la industria del chocolate–, se deben considerar de manera diferenciada las estructuras de compra-venta de cacao vigentes en cada país proveedor para poder fomentar el ‘comercio justo’. Por fortuna, en el Foro Cacao Sustentable se toman en cuenta las tres dimensiones de la sustentabilidad: la ambiental, la económica y la social”, añade la investigadora del GIGA.