Caso Käsemann
15 de julio de 2011“En 1999, la Fiscalía de Núremberg empezó a investigar el caso Käsemann”, retrocede Wolfgang Kaleck, secretario general del Centro Europeo por los Derechos Constitucionales y Humanos, con sede en Berlín. “Esto llevó a que se emitiera una orden internacional de detención contra, entre otros, el ex jefe del Estado y dictador argentino [Jorge Rafael] Videla. El proceder alemán y lo que estaba sucediendo en Italia, España y Francia presionaron al entonces presidente argentino, Néstor Kirchner, y éste acabó derogando las leyes de amnistía, lo que finalmente le abrió el camino a los procesos que ahora están teniendo lugar”, indica Kaleck.
En uno de esos procesos, el que concierne a los delitos cometidos en el centro de detención “El Vesubio”, donde estuvo internada la alemana Elisabeth Käsemann y donde la dictadura argentina torturaba a quienes consideraba enemigos, se acaba de dictar sentencia. Un general, Héctor Gamen, y un coronel, Hugo Idelbrando Pascarelli, han sido condenados por 156 crímenes contra la humanidad a cadena perpetua; otros ex cinco agentes penitenciaros a penas de entre 18 y 20 años de cárcel. El Estado alemán se personaba como parte de la acusación en esta causa, al encontrarse entre las víctimas una de sus nacionales.
“Para Alemania esta sentencia es muy importante porque demuestra que en cuestiones del derecho internacional merece la pena investigar incluso si las perspectivas de éxito iniciales, como sucedía en 1999, son escasas”, dice Kaleck.
Despacio, pero se mueve
“La Justicia argentina se mueve despacio, pero se mueve”, declaró en la capital germana un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores. Su Gobierno, añadía, “acoge con satisfacción el veredicto” y lo considera un “refuerzo de los derechos de las víctimas y una alentadora señal de respeto a los derechos humanos”.
La parte de la responsabilidad en lo sucedido a Käsemann que recae a este lado del Atlántico, sin embargo, no la quiso comentar el vocero. En 1977, la diplomacia alemana no hizo excesivos esfuerzos por conseguir la liberación de su compatriota ni por apoyar a la familia de la estudiante de sociología, cuyo padre era el renombrado profesor de teología Ernst Käsemann, en su frenética lucha por salvarla. “No vamos a entrar a valorar la gestión de Ejecutivos anteriores. Ese trabajo se lo dejamos a los historiadores y a los archivos”, declaró el portavoz.
Bonn, entonces capital de la República Federal Alemana, prefirió no poner en peligro las relaciones económicas con el país latinoamericano haciendo incómodas preguntas sobre jóvenes “subversivos” en paradero desconocido, reza la crítica. “Un Mercedes vendido vale más que una vida”, llegó a constatar un decepcionado Ernst Käsemann. “Mientras que no se trate este capítulo de nuestra política exterior, la actitud alemana durante la dictadura militar argentina seguirá constituyendo una herida abierta”, opina Kuno Hauck, del Centro de Derechos Humanos de Núremberg.
De cara al futuro y al pasado
Como Wolfgang Kaleck, también Hauck considera que a través de esta sentencia “queda demostrado que el trabajo continuado en el campo de los derechos humanos puede conducir al éxito”, y recuerda que este final que ahora se interpreta como positivo no hubiera sido posible sin la labor de la Coalición contra la Impunidad que desde 1998 exige “verdad y justicia para los alemanes desaparecidos en Argentina”. ¿Sentará esto un precedente de cara al futuro, y tal vez en lo referente al pasado?
“Nosotros esperamos que a partir de este juicio las autoridades alemanas se vean alentadas a enfrentar más casos de violaciones del derecho internacional cometidas en el extranjero”, dice Kaleck, y agrega: “en lo que al pasado se refiere, nosotros pedimos que, teniendo en cuenta los indicios existentes, se ponga en marcha una comisión de investigación encargada de esclarecer el papel de la diplomacia alemana en el destino de Käsemann. De momento, esta demanda no se ha tomado en cuenta, pero quizás la cobertura informativa actual haga eso cambie”.
Autora: Luna Bolívar Manaut
Editora: Emilia Rojas Sasse