La magia de Carlos Saura

Carlos Saura hizo un alarde de simpatía y sentido del humor en Colonia. Mientras en los cines madrileños se estrenaba su última película, Iberia, el cineasta reía y hablaba con desenfado con un público que lo veneraba en una pequeña sala de la Universidad de Colonia. El sexagenario cineasta aragonés aceptó la invitación del Festival cultural Ibero-afro-americano, Festibaam 2005, que le rindió un homenaje presentando un vibrante montaje sobre su filmografía, que comprende 40 películas realizadas a lo largo de cinco décadas. Pese a su merecida fama, Saura mostraba esa sencillez de los grandes.

Rescate cultural

Con motivo del estreno de Iberia, en la que rescata las tradiciones musicales de 12 regiones de España y rinde un homenaje a Albéniz, Saura habló de la libertad que le da la música en su trabajo, su hilo conductor y fuente de inspiración. Lo que le hace intuir el ritmo y le da la pauta para improvisar con toda libertad. "El musical permite una libertad de trabajar, de modificar las luces, de cambiar todo", señala. El gran cineasta reconoce su predilección por la improvisación, muestra de ello son sus continuos dibujos, que trae consigo y que muestra al auditorio presente.

Parecen acrílicos de fuertes contrastes con temas flamencos de gran movimiento. Al explicar su manera de trabajar, recuerda en diversos momentos a su gran amigo Luis Buñuel, quien solía decir que todos tenemos una película en la cabeza. Burlándose de sí mismo; dice que se divierte enormemente cuando filma una película, pero la angustia llega cuando se acerca al final, que por lo general no coincide con el guión. "No me importan tanto las imágenes, me importa la música. Es lo que determina la secuencia de las imágenes, ahora cuando escribo tengo la música en la cabeza", afirma.

La dicotomía Buñuel y Saura

El ritmo y la necesaria tensión que requiere toda buena película la encuentra Saura a través de un proceso intuitivo, que ha ido depurando con la experiencia. "Quizás mis primeras películas eran más rigurosas, ahora no me preocupo mucho", dice. El cineasta recuerda que cuando comenzó a incursionar en el séptimo arte, era un momento difícil en España, no había dinero, tampoco se quería que artistas de izquierdas mostraran los problemas que había. Era un sistema represor y de fuerte censura. Eso le lleva nuevamente a Luis Buñuel a quien visitó en varias ocasiones en México. Buñuel sentía un amor enorme por México, dijo Saura a DW-WORLD, por toda la recepción de los españoles por Cárdenas durante el franquismo. "Hemos hablado de todo, del cielo y del infierno, a mi me parece uno de los grandes directores de cine, pero como persona era aún más grande que su obra y es difícil decir eso".

Hollywood: distancia cordial

Saura lamenta que los gobiernos nacionales no hagan lo suficiente para promover el cine como bien cultural. "Si hubiera sido por el gobierno español yo no hubiera pasado de mi primer película", dice. Han sido los festivales internacionales de cine como el de Berlín y el de Cannes, lo que le han permitido seguir. Ése es precisamente el secreto de la colonización de que somos todos víctimas por parte del cine norteamericano. Saura dice tener una relación cordial con Hollywood e incluso admirar el cine estadounidense, pero eso no quita que "nos estén colonizando en todos los sentidos y sobre todo en el cine, cada vez es más difícil encontrar un hueco para nuestras películas", advierte.

"El cine, cuando conviene, es una industria, como vender zapatos. Si da dinero está bien, si no, fuera. Cuando conviene es un bien cultural. Pero cuando, como en España, se amenaza con que no se doblarán más las películas estadounidenses, los representantes de la industria cinematográfica amenazan con un embargo a la importación de zapatos de España.

Talento potencial

El director, cuya obra abrió una nueva senda al cine realista español, pone en claro que hay un gran potencial de nuevos talentos en España, en México, en Argentina. Sobre el cine de Pedro Almodóvar dice que es como "la cocina", la depuración de los elementos para hacer una buena obra, es maravilloso porque nunca sabes qué va a pasar. Sobre el joven talento chileno Alejandro Amenábar, dice que es previsible y tiene una técnica tan depurada que parece un joven viejo, que hace todo más perfecto que el sexagenario Saura.

En enero Saura comenzará un documental sobre el fado, el lamento musical portugués, y también trabaja en el guión de una película que rodará en Brasil. "Volveré el próximo año a Brasil para hacer un musical, quiero que vuelva el Tango, quiero reunir todos los ritmos nuestros que tienen relación, no sólo en España y Portugal, sino también con Latinoamérica, con Argentina, México y Brasil".

Después de despotricar contra la Iglesia, que considera fue represiva en España durante su infancia y adolescencia, y de reconocer el miedo que le provoca el fundamentalismo religioso, esa "extremosidad" a la que estamos volviendo, el cineasta arranca una última carcajada entre el público al abordar la polémica en España en torno al matrimonio homosexual. "Yo no creo en el matrimonio, me he casado dos veces y otras veces no, pero si ellos insisten, que lo hagan, van a cometer los mismos errores de los heterosexuales", vaticina.