La nueva arquitectura alemana
12 de julio de 2002Los arquitectos alemanes han pasado a la ofensiva, cansados de que sus colegas extranjeros sean prácticamente los únicos que participen y ganen en los concursos para realizar importantes proyectos. Y lo han hecho con una exposición en Berlín, que luego recorrerá el mundo durante casi 5 años, mostrando lo que se hace en el país. Se trata, en el fondo, de promocionar la arquitectura alemana.
Para que esta especie de campaña publicitaria de alto vuelo no adoleciera de un tinte demasiado localista, el colegio federal de arquitectos y su filial de Hamburgo convocaron a un concurso, dirimido por un jurado internacional. En la fase final, éste seleccionó entre 800 obras aquellas que se incluirían en la muestra, como representativas de la arquitectura alemana. Ciertamente también se cuentan entre ellas los trabajos de figuras extranjeras radicadas en Alemania, como el estadounidense Daniel Libeskind o el suizo Max Dudler.
Carácter didáctico
El jurado no se guió por la fama de los concursantes. Uno de sus miembros, el suizo Ernst Hubeli, explica: "No escogimos los edificios que nos parecieron más hermosos, sino que pensamos que, por el carácter didáctico de esta exposición, había que hacer comprensible al público en general los temas medulares y los problemas que ocupan a la arquitectura contemporánea".
En la exposición se presentan 25 construcciones, desde la nueva sinagoga de Dresde, hasta una edificación industrial, pasando por una jardín infantil, escuelas, museos y bibliotecas. En su mayoría se trata de edificios públicos, que deben su carácter moderno a las formas nítidas y la utilización de nuevos materiales de construcción, como el vidrio y el hormigón armado. Por una parte se muestra la aplicación de la alta tecnología y, por otra, se percibe también el regreso a lo sencillo y a los materiales ecológicos, como la madera y la piedra.
Extrema seriedad
En Alemania se construye con suma seriedad. Algo que queda en evidencia en la exposición, con todas sus ventajas y desventajas. Por ejemplo, se puede ver una casa de Stuttgart, dotada de todos los avances técnicos y hecha íntegramente de vidrio, donde la intimidad brilla por su ausencia; o una escuela berlinesa que, con su edificación extremadamente alargada, semeja el muro de una ciudad -un edificio de bonita apariencia, pero que obliga a quienes lo utilizan a recorrer enormes trechos.
Cuesta evitar la impresión de que el ser humano desempeña un papel relativamente secundario, sobre todo en los edificios de mayores dimensiones, con sus fachadas cerradas, que sólo en su interior dan cabida a la fantasía y la ligereza. La exposición berlinesa puede ser calificada como un balance crítico de la arquitectura actual en Alemania. Pero cabe dudar de que en la forma en que se presenta y sin la participación de algunas figuras protagónicas, sirva realmente como instrumento de promoción en los mercados internacionales.