La política exterior de la UE fracasa con Venezuela
1 de febrero de 2019El tema es para tirarse de los pelos. El Parlamento Europeo aceptó por una gran mayoría reconocer al líder opositor venezolano, Juan Guaidó, como presidente interino, posicionándose así del lado de las "fuerzas democráticas" en Venezuela. En cualquier caso, el Parlamento Europeo declaró su apoyo a la oposición y, al menos, simbólicamente dio un espaldarazo al oponente del presidente Maduro. Porque el Parlamento no es el organismo responsable de política exterior. Pero fue una señal política.
Al mismo tiempo, los ministros de Asuntos Exteriores de la UE se reunieron en Bucarest en una de sus citas regulares. Allí existió la oportunidad de agregar, unas horas más tarde, otro aspecto crucial al mensaje: una declaración conjunta de apoyo a la oposición de un país sumido en el caos. Pero la cosa fracasó debido a la oposición de un solo ministro, como se supo después. Si se hubieran preocupado algo más de esa persona, quizás ofreciéndole una pequeña compensación, habrían alcanzado la unidad.
Presidencia del Consejo desbordada
Pero se perdió una preciada oportunidad para enviar una señal positiva y de unidad en nombre de la política exterior europea. Esto tuvo también que ver con la débil gestión de las negociaciones. Cada seis meses, un país diferente asume la presidencia del Consejo de Ministros y cumbres de la UE. Actualmente, Rumania desempeña este papel: un gobierno plagado de escándalos por corrupción y evidente carencia de políticos presentables y experimentados. En el debate sobre Venezuela, desafortunadamente, quedó patente toda la debilidad de este sistema.
Finlandia había propuesto hacerse cargo de la presidencia del Consejo, porque los rumanos estaban mal preparados. Pero Bucarest no accedió. El gobierno de Helsinki habría obtenido fácilmente una postura común sobre Venezuela. Pero se juntó la débil presidencia de un Estado miembro de la UE con un sistema de fracaso.
La UE podría ser de gran ayuda en Venezuela. En la disputa por su ámbito de influencia entre las dos grandes potencias, Rusia y Estados Unidos, habría habido espacio para los europeos como negociadores y ayudantes, sobre todo para apoyar a la población, que sufre el colapso total del suministro. El presidente Maduro aún no ha permitido el acceso a la ayuda humanitaria. Es por eso que el éxodo masivo continúa. Y Maduro también está agravando la situación en el país al arrestar a periodistas extranjeros y al intentar impedir que hagan su labor. Todo indica que la lucha entre el régimen y la oposición está entrando en su fase crucial.
Podría haber sido fácil
A la UE no le debería resultar tan difícil adoptar una posición clara al respecto y dejar atrás la ambivalencia política. Independientemente de cómo Moscú y Washington definen sus políticas de interés en Venezuela, Europa podría haberse puesto del lado de la oposición con un mensaje determinante. Un presidente como Maduro, que reprime y deja morir de hambre a su país, ha perdido toda legitimidad. En realidad, podría haber sido fácil.
De esta manera, casi todos los países de la UE declararán gradualmente su apoyo a Guaidó durante la próxima semana. Entonces, el mensaje se desvanecerá y, con él, la escasa oportunidad para mostrar una postura común. Especialmente en política exterior se da por sentado que Europa es más fuerte si se mantiene unida. Este fracaso en Bucarest hubiera sido evitable. Es simplemente enojoso.
(rmr/er)
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