¿Hablar sin ofender? ¿o disimular la realidad?
31 de marzo de 2019Las azafatas son ahora “auxiliares de vuelo”. Los negros son “afroamericanos”. Y los ciegos pasaron a ser “personas con discapacidad visual”.
Si usted no lo sabía, querido lector, pues vaya con cuidado ya que se enciende la alarma de “incorrección política”.
Ahora bien: ¿qué está detrás de estos dictados de corrección e incorrección? ¿El deseo de no ofender a quien escucha? ¿La voluntad de no herir a la/s persona/s aludidas? ¿O tal vez el interés de enmascarar los propios pensamientos? ¿O incluso cierta intención de pretendida neutralidad?
Existe un amplio abanico de respuestas posibles.
¿Válido o ridículo?
“El tema de la corrección política es un tema muy polémico y muchas veces se lo ridiculiza. En realidad, es como un ensayo de mejorar la situación de discriminación de algunos grupos, cambiándoles el nombre”, sostuvo la reconocida lingüista Ivonne Bordelois en una reciente entrevista con DW.
“Antes les decíamos putos, ahora les decimos gays, que queda mucho mejor, y así sucesivamente”, ejemplificó. “Claro que es una mejora un poco superficial, si se considera lo que está ocurriendo socio-económicamente con esos grupos, pero me parece válido”, concluyó Bordelois.
“La corrección política es el deseo de evitar palabras que puedan herir alguna sensibilidad, alguna ideología: está bien, pero tampoco hay que exagerar”, matizó por su parte en diálogo con DW Pedro Álvarez de Miranda, catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid y miembro de número de la Real Academia Española.
“Yo no soy partidario de usar la lengua para enmascarar la realidad, hay que usar la lengua con naturalidad”, indicó asimismo Álvarez de Miranda, integrante del panel que discutirá la cuestión en el marco del VIII Congreso internacional de la Lengua Española que se realiza en Argentina.
“Apóstoles de la corrección política”
“Me da la sensación de que los “apóstoles de la corrección política” tratan de imponer determinadas consignas, que yo como ciudadano rechazo”, concluyó el experto.
Similar es la postura del periodista y director de la Escuela de Periodismo UAM-El País Álex Grijelmo, quien consultado por DW, sostuvo: ”Hay dos vertientes en este asunto: una cosa es el lenguaje políticamente correcto, que entendemos como cortesía y con el que pretendemos no ofender a alguien, o aliviar una realidad para no añadir daño innecesario, u omitir palabras malsonantes”.
“Y otra cosa es utilizar el llamado lenguaje políticamente correcto para ocultar asuntos que son de interés general, para ocultar la realidad o para nombrarla de otra manera”, afirmó Grijelmo. “La misma técnica con dos intenciones distintas”, puntualizó.
¿Una nueva Inquisición?
Y hay más sobre la cuestión: hay quienes incluso pretenden combatir a la corrección política. Entre ellos, el premio Nobel de literatura Mario Vargas Llosa, quien en un artículo periodístico consignó: “Lo políticamente correcto es opinar no como realmente piensas sino arrastrado por la frivolidad, la cobardía o el oportunismo (...) Es una falta de sinceridad, de autenticidad”.
Lo políticamente correcto “es una manera de imponer una censura discreta, disimulada, que no dice su nombre y que no te castiga físicamente sino con el descrédito en aras de una supuesta corrección. En cierta forma es una nueva inquisición”, criticó categórico el escritor peruano.
De encomiable tarea a repudiable actividad. Y con premisas que cambian y se reacomodan de manera permanente, el tema no amerita un “fin”, sino un ”continuará”, querido lector.
dg
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