El boliviano Tonchi Ribero quedó enamorado por la belleza de un nenúfar autóctono y lo crió en su ecoparque, La Rinconada. La casualidad quiso que una eminencia botánica se fijara en sus gigantescos nenúfares. Un encuentro que se tradujo en un descubrimiento científico fundamental para el conocimiento de la biodiversidad de la flora tropical.