La vida en Járkiv: alertas aéreas y una escuela subterránea
27 de mayo de 2024En Járkiv, la segunda mayor ciudad de Ucrania, en el este del país, continúa la búsqueda de víctimas y la identificación de cadáveres. El sábado pasado (25.05.2024) el Ejército de Rusia disparó allí dos bombas guiadas. Hasta ahora, la cifra de muertos en ese ataque es de 18, y hay 40 heridos. Siete personas siguen desaparecidas.
Una reportera de DW estuvo la semana pasada en Járkiv, cuando hubo una alerta aérea de más de 16 horas. Por la noche no se podía dormir porque la ciudad era atacada con misiles y drones. Pero a la mañana siguiente, Sashko, de nueve años, se levantó, se peinó, desayunó y se dirigió a la escuela, por primera vez desde hace más de dos años, desde que comenzó la extensa invasión rusa de Ucrania.
Clases a seis metros bajo tierra
"Un verdadero timbre de escuela”, dice la maestra, Natalja Schwez, haciéndolo sonar, y les habla a los alumnos de tercer grado: "Los saludo a todos ustedes en la escuela subterránea”. En la clase hay once niños y niñas, todos con camisas y blusas bordadas. Otros nueve se integran a la clase desde el extranjero de manera virtual. La maestra se alegra de las clases presenciales tanto como los niños. Vio por última vez a sus alumnos el 23 de febrero de 2022. "A la mañana siguiente escuchamos explosiones”, recuerda Schwez el día en que empezó la invasión, y añade: "Algunos huyeron de la guerra, otros pensaban que las escuelas iban a abrir, pero todos se preguntaban cómo iban a seguir las clases”.
Las clases continuaron solo online. Rusia había destruido más de la mitad de todas las escuelas de la ciudad. Por eso, las autoridades comenzaron el año pasado a construir aulas en las estaciones de metro para mas de 2.000 alumnos. El 13 de mayo comenzó a funcionar toda una escuela a seis metros de profundidad. Ofrece espacio para unos 900 niños, que van a clase en dos turnos. La ciudad quiere seguir construyendo ese tipo de escuelas en varios distritos.
Niños y niñas de la guerra
"Mi madre era una niña de la guerra. Nunca hubiera pensado que mi hija y todos estos chicos también se iban a convertir en niños de la guerra. Escuchan explosiones a cada momento”, dice la maestra Natalja Schwez. Su hija terminó la escuela durante la guerra, pero no tuvo baile de graduación.
En la escuela bajo tierra, la enseñanza empieza con el himno nacional ucraniano. A menudo suena la alarma aérea durante las clases, y en partes de la ciudad se corta la electricidad. Pero los alumnos de la escuela bajo tierra siguen en sus pupitres. Sashko dice que echaba de menos las clases presenciales, pero que tenía en claro que visitar una escuela normal era demasiado peligroso.
"No quiero irme a otro país sin mi papá”
Desde principios de mayo, el Ejército ruso lleva a cabo una ofensiva en el norte de la región de Járkiv. Ha reforzado los bombardeos y, evidentemente, quiere acercarse más al lugar. Los habitantes de la ciudad saben lo que eso significa: sus casas podrían caer nuevamente bajo fuego de artillería, como al inicio de la invasión. Aunque no cunde el pánico, muchos habitantes han empezado a mudarse.
También la familia de Sashko podría tener que abandonar Járkiv. "Pero no quiero irme a otro país sin mi papá”, dice el niño con tristeza. "Vivo hace nueve años aquí”, cuenta Sashko, que nació en Járkiv. Ya visitó otras ciudades, pero ninguna le gustó tanto como su hogar: "Simplemente extrañé mi ciudad”, explica.
Serhiy Antonov, que lleva a su hijo Sashko a la escuela bajo tierra, se queda un rato en la puerta del aula. "Esto es realmente una alegría para nuestros hijos”, dice sonriendo, y toma una foto de su hijo sentado a su mesa.
"Járkiv es la ciudad más fuerte”
Por la tarde, las clases terminan en la escuela subterránea y, de pronto, un misil ruso estalla en la ciudad. Esta vez destruye un edificio de departamentos. Hay tres muertos y más de 30 heridos. "Esto no termina nunca”, dice Natalja Schwez sobre el ataque ruso, y subraya: "Para nosotros esto es un estrés permanente. Pero aguantamos. Es nuestra decisión quedarnos en Járkiv. Este es nuestro hogar”.
Una alta columna de humo negro se alza sobre el centro de Járiiv. La gente la mira pero continúa caminando por las calles. Huele a acacias en flor y a flores cuidadosamente plantadas en canteros. Las ventanas y los tejados de los edificios destruidos están cubiertos con láminas de madera terciada. "La ciudad está siendo bombardeada y reconstruida al mismo tiempo. Járkiv es probablemente la ciudad más fuerte", dice Sashko cuando se le pregunta por qué no quiere irse.
"Ucrania tenía 48 millones de habitantes, pero entre tres y cinco millones de personas la abandonaron”, dice el niño. Cientos de civiles son víctimas de los constantes ataques a Járkiv. "Rusia los mató” se lee sobre una lápida dedicada a los niños que murieron en la guerra. Está rodeada de ositos de peluche y flores frescas.
Solo pocos días más tarde, los rusos atacan otra vez Járkiv, esta vez con diez misiles. Mueren siete personas, entre ellos, trabajadores de una imprenta de libros para niños.
(cp/ers)