Las alianzas de Venezuela se desmoronan
4 de diciembre de 2015Durante largo tiempo, la comunidad internacional miró indiferente cómo el Gobierno venezolano nacionalizó medios de comunicación, colocó a simpatizantes del partido en puestos oficiales clave de los tres poderes públicos y eliminó del terreno de juego a prometedores opositores políticos encerrándolos en prisión o no permitiéndolos presentarse a las elecciones tras ser señalados con dudosas acusaciones. Hasta ahora, solo Estados Unidos presionó de forma contundente, sobre todo con restricciones de viaje contra políticos venezolanos.
Juan Carlos Hidalgo, experto en Latinoamérica del Instituto Cato, de Washington, cree que, lentamente, los Gobiernos latinoamericanos, así como organizaciones supranacionales, como la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Unión Europea, comienzan a despertar: “La creciente represión en Venezuela está suscitando críticas cada vez más duras”.
Argentina ha sido la primera
La señal más clara llegó desde Argentina: apenas doce horas después de arrebatar la presidencia del país a los populistas de izquierda el pasado 22 de noviembre, Mauricio Macri dejó bien claro lo que piensa sobre el Gobierno de Venezuela y anunció que pedirá que Mercosur considere su exclusión temporal por violar los estándares democráticos de esta alianza comercial.
“Se trata de la primera vez que un presidente latinoamericano rompe el silencio cobarde imperante y lanza una crítica abierta contra este Gobierno antidemocrático”, dice Juan Carlos Hidalgo. “Que después otros jefes de Estado se unan a la senda de Macri, depende de cuán democráticamente discurran las elecciones del próximo domingo.” De momento, Brasil y Uruguay han mostrado su escepticismo hacia la iniciativa del nuevo presidente argentino.
Difícil presión política
Pero incluso en el caso de que la presión internacional arrecie porque, por ejemplo, se produzca un claro fraude electoral, es “difícil saber cómo esa presión puede influir sobre la hoja de ruta del Partido Socialista Unido de Venezuela”, valora Hidalgo. Ser excluido temporalmente del Mercosur tampoco tendría apenas consecuencias prácticas, porque el país aún no está ligado a las facilidades para el comercio de la organización.
Por otro lado, la presión diplomática parece resbalar sobre Maduro y compañía: los opositores políticos, o son “fascistas”, o “imperialistas”. Las voces críticas de partidos simpatizantes en el extranjero, son “traidores”, “lacayos” o sencillamente “basura”, como Luis Almagro, secretario general de la OEA y en su día ministro de Exteriores de Uruguay bajo el mandato socialista del presidente José Mujica. “Si es que le queda algo de ética a la basura de Luis Almagro, espero una rectificación”, dijo Maduro. “Se ha metido usted contra Venezuela, señor Basura, y Venezuela es la patria sagrada de Bolívar y Hugo Chávez”, continuó el presidente venezolano.
Maduro estalló después de que Almagro instara a su Gobierno a poner freno a la violencia política antes de las elecciones parlamentarias, después de que el pasado 25 de noviembre Luis Manuel Díaz, un político opositor de provincias, fuera asesinado durante un acto de campaña.
Venezuela interesa cada vez menos
Hay varias razones que explican por qué los países latinoamericanos apenas se interesan ya por Venezuela. En primer lugar, muchos están regidos por Gobiernos de izquierdas, que en su día el fallecido presidente de Venezuela Hugo Chávez tuteló a la manera del Socialismo del siglo XXI, especialmente los de Bolivia, Ecuador y Nicaragua, considerados como hermanos espirituales. Por otro lado están los Gobiernos algo más moderados, de lo que podría esperarse alguna crítica, aunque fuera suave, como los de Uruguay y Brasil, pero estos se siguen sintiendo de alguna manera vinculados al chavismo.
Sin embargo, esos estrechos vínculos están desapareciendo rápidamente: “Venezuela se ve confrontada desde la crisis económica con un creciente aislamiento”, dice Reggie Thompson, analista sobre Latinoamérica del Servicio de Información de EE.UU. Stratfor: “Incluso Cuba va girándose, lenta pero segura, de Venezuela hacia EE.UU.”, asegura. Además, muchos Gobiernos deben ocuparse de sus propios problemas: “La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, y el presidente argentino, Mauricio Macri, están demasiado ocupados con asuntos internos como para dedicarse a Venezuela”, dice Thompson.
No es el fin del socialismo
“Es dudoso que las próximas elecciones traigan un cambio en el poder en Venezuela”, continúa el analista. “Después de todo, se vota solo el Parlamento, no el presidente”. Tampoco Juan Carlos Hidalgo, el analista de Cato, cree que vaya a producirse un verdadero cambio: “El Gobierno está demasiado decidido a mantener el poder”, argumenta.
Pero incluso aunque los comicios del 6 de diciembre en Venezuela trajeran un cambio de poder, no puede esperarse que se produzca un final colectivo del Socialismo del siglo XXI. En ese punto, los dos expertos se muestran de acuerdo, porque, “a pesar de todas las cosas en común, cada país eligió a sus propios socialistas”.