Las ciudades del Mundial 2010
11 de mayo de 2010
Sudáfrica se describe a sí misma como la ‘ciudad arcoiris', una metáfora de la convivencia pacífica, independientemente de la proveniencia y del color de la piel, que describe la diversidad del país. El concepto se refleja también en las nueve ciudades anfitrionas del Mundial de la FIFA. “Son tantas las impresiones, también climáticamente hablando”, dice Robert Hermes, director del proyecto alemán del estadio mundialista de Ciudad del Cabo. “Durban tiene un clima subtropical, y Johannesburgo está a 1800 metros sobre el nivel del mar. Ciudad del Cabo está sobre la costa del Atlántico y tiene un clima mediterráneo”, explica Hermes.
La levedad del ser
El arquitecto Robert Hermes ha aprendido a apreciar la metrópolis turística en el Cabo de Buena Esperanza. “Ciudad del Cabo tiene la levedad del ser. La luz es fantástica. Y por la noche nos encontramos para observar la puesta de sol en el mar”, señala el diseñador del estadio del Mundial 2010. Con 3.600 millones de habitantes, Ciudad del Cabo está debajo de la Montaña de la Mesa, que se alza a más de 1000 metros sobre la segunda ciudad africana con más cantidad de habitantes.
A Lucas Radebe, el ex capitán del equipo nacional sudafricano, le gusta sobre todo el panorama incomparable de Ciudad del Cabo vista desde la Montaña de la Mesa. “Además, también está la Robben Island, donde se encuentra la prisión en la que Nelson Mandela pasó muchos años, y que, luego del fin del Apartheid fuera convertida en monumento nacional y reserva natural. ¿Qué más se puede pedir”?, se entusiasma Radebe.
Verano y más verano
Junto a Ciudad del Cabo, la ciudad de Durban se cuenta entre las más bellas de la costa del Océano Índico. El clima subtropical hace de la megalópolis y sus extensas playas de arena uno de los balnearios favoritos. Y los visitantes del Mundial 2010 también se benefician de ello, señala Julie-May Ellingson, jefa del comité organizador de Durban: “Hay que pensar que el Mundial FIFA 2010 se realizará en el invierno africano. Pero en Durban no tenemos invierno; sólo tenemos dos estaciones: verano y verano”.
El centro financiero de Sudáfrica es Johannesburgo. En la ‘ciudad del oro' viven cerca de cinco millones 700 mil personas. Durante el Apartheid, Johannesburgo y el township Soweto, eran el centro de la resistencia contra el régimen. Theresa Bay-Müller, de la Organización de Sudafricana de Turismo, recomienda una excursión el Museo del Apartheid para sumergirse en la historia del país. “Y vayan a Soweto para ver cómo vive la gente allí, para conocer sus historias y su música”.
Johannesburgo está en el centro de Sudáfrica, por eso se mezclan en ella las culturas más diferentes. Para la coordinadora del Mundial 2010, Sibongile Mazibuko, “Joburg” es la capital de África. “Este es el lugar ideal para conocer a los africanos en su ámbito propio”.
Naturaleza y Vida Salvaje
En los alrededores de Johannesburgo se encuentran las ciudades mundialistas de Rustenburg y Pretoria. Las otras ciudades huésped están más bien alejadas, desde el punto de vista de los medios de transporte. “No se puede hacer caso omiso de que tenemos algunos estadios que están en la periferia, como Polokwane y Nelspruit, al norte del país. Allí no se llega tan fácilmente”, subraya Horst R. Schmidt, asesor alemán de los organizadores del Mundial FIFA 2010.
Pero esas ciudades tienen otras múltiples ventajas, como Nelspruit, por ejemplo. El coordinador del Mundial de dicha ciudad, Differ Mogale, se refiere a ellas: “Los aficionados pueden recorrer el Parque Nacional Krüger, a una hora de viaje. También pueden visitar Mozambique y Suazilandia, o viajar al Blyde River Canyon y conocer la Ruta Panorámica”, dice Mogale.
Otras ciudades mundialistas son Port Elizabeth, junto al Océano Índico, y Bloemfontein. La capital de la provincia Free State, en el corazón de Sudáfrica, es conocida por el entusiasmo de sus fans. “Es un pueblo que ama el fútbol. En Bloemfontein están los mejores hinchas del balompié”, dice el ex jugador del equipo nacional, Lucas Radebe.
Autora: Arnulf Boettcher/ Cristina Papaleo
Editor: Enrique López