"Las expectativas en relación a Alemania aumentan cada año"
20 de mayo de 2014El domingo, Ucrania elegirá presidente. Señor ministro, ¿confía en estas elecciones?
En todo caso, hemos trabajado para que pudieran celebrarse. Si digo "hemos trabajado" no me refiero solo a los alemanes, sino a todos. La OSCE desempeña un rol crucial para que se lleven a cabo. Espero que a la gran mayoría de los ucranianos -también en el Este de Ucrania- les sea posible ir a votar. Como también que esta semana tenga lugar otra mesa redonda en Donetsk, a fin de que se tome conciencia de que solo los comicios podrán proporcionar una nueva legitimidad. Por último, que el presidente elegido también sea reconocido en el Este del país.
¿Podría darse un cambio decisivo?
El hecho es que la situación es bastante delicada. En este momento tenemos un nuevo gobierno en Kiev, elegido por el parlamento, cuya legitimidad rechazan en el Este de Ucrania. A quienes critican este gobierno les decimos: justamente ustedes que lo critican, deberían ser los más interesados en ir a votar a un presidente con el que iniciar un nuevo proceso de legitimación, que continuará más adelante con una reforma de la Constitución, y, ojalá, en el transcurso del año, con elecciones parlamentarias.
Existe la idea -aunque sea un término trillado- de una "línea roja", ¿cuándo se debería volver a amenazar con sanciones?
Dependerá de cómo transcurran las cosas. Por ahora no pienso en eso todo el tiempo. Me concentro más en que las elecciones del domingo sean posibles, y en que muchos puedan ir a votar. No significa que después los problemas se hayan resuelto. Seguiremos enfrentándonos a otros, siempre de índole política, como la aprobación de una nueva Constitución -que probablemente supondrá muchas discusiones y disputas- como cuán descentralizada deberá ser la organización del futuro gobierno, o cómo será el equilibrio de poder entre el presidente y el gobierno según la nueva constitución.
Pero nos enfrentaremos además a mayores desafíos, como lo es estabilizar la economía del país, empezando por combatir la corrupción, con la promulgación de una nueva ley para luchar contra ella, y algo casi más importante aún: con la creación de una autoridad judicial independiente, que no dependa de ningún gobierno, y mucho menos de personas particulares, a fin de subsanar de raíz muchos males de Ucrania.
Por otro lado, las ayudas económicas deben llegar al país, implementándose en medidas que apunten a mejorar la política. Se trata de grandes desafíos tanto para Ucrania, como para la comunidad internacional, al menos, para quienes tienen interés en que Ucrania se estabilice.
Usted mismo dijo que las semanas y meses pasados se dedicó a diario, las 24 horas, a este conflicto. Viajó de un lado a otro, se lo ve en fotos hablando incansablemente con unos y otros. A pesar de esos esfuerzos, al mismo tiempo crece la tensión hacia una confrontación: hay que aumentar el presupuesto de Defensa, hay que prestar atención al equilibrio de fuerzas. ¿Cómo lo maneja?
Soy partidario de explorar al máximo los medios de que disponemos. Pero que los sobrevaloremos forma parte de los errores de la política de exteriores y de la diplomacia. Aunque considero que al final, si logramos superar la crisis actual de Ucrania, no se retrocederá sin más a los años 80 para decir: tras la experiencia en la crisis de Ucrania, pese a un presupuesto ajustado, invertiremos un poco en equipamiento o reequipamiento militar.
¿Podemos regresar al año 2009? ¿El estatus anterior a la crisis?
No, no regresaremos a las viejas condiciones. Eso es lo que quiero decir. Ni al año 2009, ni a los 80. El mundo ya no está enfrentado en bloques. Creo que incluso quienes provocan una guerra fría, verán que esos instrumentos ya no funcionan. Lo afrontaremos de manera más exigente, aun si logramos que Ucrania supere la crisis que atraviesa. Deberemos replantear las estructuras de seguridad de Europa. Creo que serán respuestas mayores, a las que se están produciendo en este momento.
La Europa de después de la crisis -que ojalá la supere- ¿se verá muy distinta a la de hoy en día?
No sé si se verá muy distinta. En cualquier caso, tal vez tengamos que recurrir a nuevos instrumentos, a fin de que la paz que las generaciones más jóvenes vivieron en las últimas décadas como lo más natural del mundo, siga manteniéndose en el futuro.
¿Ya mostró la política exterior alemana su estuche completo de instrumentos?
No lo sé. Por supuesto, entre los instrumentos del estuche, hay algunos que en este momento no quiero utilizar para nada. Me refiero a aquellos que proponen respuestas militares para la crisis de Ucrania, pues aparte de estar equivocados, me parecen irresponsables. Esta es una parte de los instrumentos del estuche que ahora no quiero mostrar.
Ampliemos todavía más la mirada: ¿cuál es el objetivo de la política exterior alemana?
El objetivo de la política exterior alemana radica en que carguemos con la parte de responsabilidad que podemos llevar. Y al contemplar los debates actuales que no solo tenemos aquí con las autoridades oficiales de todo el mundo, sino que también tienen lugar en las instituciones internacionales, vemos que las expectativas en relación con Alemania aumentan cada año. Esto tiene que ver con que somos relativamente fuertes en lo económico en comparación con otros países. Con que hemos sido capaces de superar algunas crisis en nuestro propio país. Y tiene que ver con que Alemania simboliza una política exterior relativamente equilibrada, que no tiende a grandes exabruptos, sino que se centra en solucionar las crisis a través de un análisis transparente y la búsqueda de soluciones, en lugar de dejarnos llevar por prejuicios y maniobrar en callejones sin salida.
Desde el exterior se espera que nos involucremos más, pero dos terceras partes de los alemanes prefieren que nos mantengamos al margen.
Sí, acabamos de hacer esta prueba. Les preguntamos a expertos internacionales qué esperaban de Alemania y de su política exterior. Y de hecho, existen muchas expectativas, como por ejemplo que Alemania asuma un mayor liderazgo en Europa. O que levante la voz de forma más definida. O que se involucre más en los conflictos actuales a nivel mundial. Pero eso se contradice notablemente con otra encuesta que mandamos realizar: ¿qué esperan los ciudadanos alemanes de la política exterior? Y obtuvimos una imagen completamente diferente. Mientras que el 40% dice que un mayor compromiso sería posible o tal vez necesario, un mayoritario 60% opina que es mejor mantenerse al margen, y si fuera posible no involucrarse.
¿Y cómo se lidia con eso? ¿Se hace política exterior contraria a la opinión popular?
Por supuesto que no. Pero aquí subyace una tarea pedagógica que tenemos que asumir. En el fondo es lo mismo que debe hacer la política en otras áreas: convencer a la gente y mostrar por un lado qué es lo que se espera de nosotros, qué es lo que podríamos hacer en caso de ser necesario, y por otro explicarles, tratar de convencer a los que prefieren que nos abstengamos de actuar que somos una nación mucho más interconectada en el mundo que muchas otras, y no sólo a través de la economía, sino a través de encuentros y personas que residen temporalmente en Alemania para estudiar, a través de flujos de datos que convergen en Alemania. Probablemente seamos el país más interconectado de Europa, o incluso uno de los más interconectados del mundo entero. De modo que pensar que vivimos en una isla y que no tenemos nada que ver con los demás, es una idea muy alejada de la realidad. En este sentido la política debe ejercer una función divulgativa que no deberíamos rehusar.
¿Esto nos proporciona la oportunidad para actuar en un contexto europeo?
Eso es lo que intentamos. Le doy un ejemplo: Cuando me reuní con mis colegas Fabius y Sikorski en Kiev para tratar de encontrar una solución a los conflictos que se estaban produciendo en el Maidán, estábamos representando los intereses de Europa. Estábamos, por así decirlo, en el camino a una reunión del Consejo Europeo y juntos queríamos aportar una impresión fresca al debate, y no sabíamos que al final esto se convertiría en una auténtica negociación. Tratamos de aportar lo que podemos en Europa, de concebir estrategias pro-europeas y no contrarias a Europa. Y creo que vale la pena.
Usted anunció que deseaba someter la política exterior alemana a una revisión, basada en una pregunta muy valiente: ¿qué falla en la política exterior alemana? ¿Qué logros se podrían obtener de esta revisión?
En primer lugar, el proceso de revisión no sería serio, si le respondo ahora mismo esa pregunta. Pero por supuesto hemos recibido algunas respuestas por escrito ya antes de los primeros actos públicos. Y lo que observo es un exceso de expectativas en lo que se refiere a Alemania y su política exterior, con comentarios tales como que tendríamos que asumir el liderazgo de Europa, o que deberíamos adjudicarnos un rol político comparable al que ya desempeñamos en lo económico, o que deberíamos intervenir más, también militarmente, en las zonas de conflicto. Evidentemente Alemania no podrá realizar todo esto, pero tal vez sí deberíamos adquirir una nueva consciencia de la medida de nuestra responsabilidad. Lo que yo deseo es un auto-posicionamiento de la política exterior alemana con participación pública, también de la población alemana. Y ya veremos hasta dónde llegamos.