Las mujeres en la "revolución de la dignidad"
20 de febrero de 2019"¡Me muero!", escribió Olesja Schukowska en Twitter el 20 de febrero de hace cinco años. La mujer que en ese entonces tenía 21 años estaba cubierta de sangre en una ambulancia en la Maidán, la plaza de la Independencia de Kiev. Esa mañana, una bala de un francotirador le había atravesado el cuello. "Ese fue mi mensaje de despedida al mundo", nos dice hoy en el mismo lugar donde fue herida. Una bufanda oculta sus cicatrices del cuello. Su sonrisa ha quedado también marcada. Sin embargo, dice que tuvo mucha suerte que la bala no tocó su carótida. "No me caí. Unos hombres me llevaron enseguida a la ambulancia", recuerda. Los médicos, según Olesja, hicieron un muy buen trabajo.
A finales de noviembre de 2013, el entonces gobierno de Viktor Yanukovych había cancelado la firma de un acuerdo de asociación con la UE. Después vinieron manifestaciones que derivaron en el movimiento de masas conocido como "Euromaidán". Las protestas dieron lugar a la "revolución de la dignidad" contra un liderazgo corrupto, violento y prorruso que huyó a Rusia a fines de febrero de 2014. Anteriormente, a partir del 18 de febrero, se produjo una escalada que dejó más de cien víctimas, la mayoría asesinadas a tiros por francotiradores apostados en los edificios circundantes a la plaza de Maidán el 20 de febrero.
"No pude aceptarlo"
Olesya se unió a las protestas después de que los participantes en una manifestación pacífica en la Maidán fueran brutalmente golpeados por las fuerzas especiales la noche del 30 de noviembre de 2013. "No pude aceptarlo", subraya Olesja. La empleada en una escuela de medicina en el oeste de Ucrania fue entonces a Kiev.
Lo mismo hizo Viktoria Romantschuk, de 15 años de edad, del noroeste de Ucrania. Ella también vino a la Maidán a principios de diciembre de 2013. Muchos le decían que, por su edad, mejor regresara con sus padres, recuerda. Pero se quedó. Ella servía té caliente a los manifestantes en las barricadas en el centro de la ciudad. "Ellos la tenían más difícil", dice. A menudo ella también sufría el cansancio, "pero veía a esas personas, sus ojos, y simplemente tenía que estar con ellas", recuerda la joven.
Victoria resultó herida el 18 de febrero de 2014, cuando una granada explotó a sus pies. Tenía alrededor de cincuenta heridas en las piernas y el torso. Los médicos siguen encontrándole pequeños fragmentos en el cuerpo. Poco después de ser herida, Viktoria fue atendida en una vivienda particular y luego trasladada al convento de San Miguel en Kiev. Para los activistas de Maidán, era peligroso ir a los hospitales en ese momento. Viktoria recuerda que a veces faltaban analgésicos. Pero ella no sufrió por eso. "Lo insoportable era no poder hacer nada para ayudar a los niños", dice ella.
Miles de mujeres de todo el país participaron en la Maidán. Cuidaban a los heridos, repartían ropa abrigada, escudos, cascos y comida. Estaba rodeada de "muchas mujeres valientes", apunta Victoria, "queríamos que Maidán ganara".
Pero también hubo mujeres asesinadas, incluida Olha Bura, de 28 años, que ayudó a levantar las barricadas con sus propias manos y murió tras infectársele la sangre producto de una herida. Y Antonina Dworjanez, entonces de 62 años, quien en 1968 colaboró en la gestión del accidente nuclear de Chernobyl y sobrevivió. Ella intentó convencer amigablemente a las fuerzas especiales, pero murió bajo los golpes de sus bastones.
"Volvería a la Maidán"
Olesja Schukowska lamenta que solo se recuerde a las víctimas de la revolución en los aniversarios. Para ella, Maidán ha cambiado positivamente a Ucrania hasta el día de hoy, aunque no haya sido ni fácil ni rápido. "Pero lo que más duele es la guerra en el este de Ucrania, nadie la esperaba", dice, y espera que termine pronto.
En concreto, Victoria ve los cambios positivos en su país en su campo profesional, el arte. La revolución ha dado a la música, el cine y la pintura ucranianas un "impulso increíble". Después de Maidán, completó estudios de arte y ahora exhibe fotografías. Considera la pintura como una terapia. Sabe que no todos, ni siquiera los que estuvieron en la Maidán, comparten su evaluación positiva de los resultados de la revolución. Pero está convencida de que Ucrania la necesitaba: "Volvería a la Maidán para poner en marcha todas estas transformaciones en la sociedad".
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