Lituania se libera de la energía rusa con el gasoducto GIPL
11 de mayo de 2022Una nueva tubería, de cerca de 500 kilómetros de largo, comunica a Lituania con Polonia. La "Gas Interconnection Poland-Lithuania" (GIPL) forma parte de un proyecto más amplio para seguir integrando a Lituania, Letonia y Estonia en los mercados energéticos europeos. Antes, el Báltico era visto como una "isla energética” dentro de la Unión Europea, dice Romas Švedas, exdiplomático y viceministro de Energía lituano, quien actualmente se desempeña como consultor independiente y cuenta con una cátedra en la universidad de Vilna. Ahora se trata de ligar a los Estados bálticos al sistema de energía y la red de gasoductos de Europa.
El momento apropiado para Polonia
En lugar de llevar el combustible de la planta de extracción a los consumidores, este gasoducto deberá posibilitar el comercio de energía y el intercambio de recursos entre los países. El mercado decide en qué dirección se bombea el gas. Dado que Rusia suspendió abruptamente a fines de abril el suministro de gas a Polonia y Bulgaria, desde la entrada en operación de la GIPL, a comienzos de mayo, fluye a través de ella gas hacia Polonia.
"El gasoducto une al Báltico con el resto de Europa", señaló el presidente de la Asociación Lituana de Energías Renovables, Martynas Nagevičius. "Eso significa que también vincula al Báltico con los problemas de Europa”, indicó. Por eso, cuenta con que los precios sigan subiendo en la región del Báltico, dado que Europa occidental está tratando de desvincularse con rapidez del gas ruso y, en consecuencia, este recurso escasea.
Cuando se comenzó a construir el gasoducto, en 2015, nadie imaginó con cuánta urgencia se lo requeriría ahora. El presidente de Polonia, Andrzej Duda, agradeció en la ceremonia de inauguración que la tubería se haya terminado a tiempo, "en un momento en que realmente necesitamos el suministro de gas”. El presidente lituano, Gitanas Nausėda, habló de un "chantaje energético” del este, y afirmó: "La guerra de Rusia contra Ucrania confirmó nuestra experiencia de largos años: Rusia no era ni es un socio fiable”.
Independencia energética del Báltico
Los países del Báltico ya habían declarado el 1 de abril su plena independencia de los suministros de gas rusos. Ahora utilizan principalmente gas de Estados Unidos y Noruega, que se distribuye desde un terminal de gas licuado de la ciudad portuaria lituana de Klaipeda, con capacidad para cubrir prácticamente casi la totalidad de la demanda de los tres Estados. A eso se suman grandes depósitos subterráneos de gas en Letonia, una tubería que conecta con Finlandia, y ahora el nuevo gasoducto que llega a Polonia. La única refinería de petróleo de Lituania tampoco recibe ya suministro de Rusia, desde abril.
En la región del Báltico, el tema de la energía está ligado indisolublemente al de la política de seguridad. "Tenemos una historia difícil y complicadas relaciones con nuestros vecinos del este”, señala Nagevičius. "Quizás los lituanos siempre hemos sido algo desconfiados en lo que respecta a Rusia y Bielorrusia. Ese es probablemente un motivo por el cual Lituania ha invertido en proyectos de seguridad energética”.
En 1990, Lituania fue la primera república en querer separarse de la Unión Soviética. Cuando declaró unilateralmente su independencia, Moscú suspendió el envío de petróleo. Se racionó la gasolina, y algunas fábricas tuvieron que parar la producción. El embargo terminó a los tres meses, después de que Lituania accediera a sostener negociaciones políticas sobre su futuro.
Electricidad: el punto débil
Por eso, el cese de las importaciones de gas ruso tras la invasión de Ucrania no fue una decisión impulsiva, sino el resultado de un largo proceso de preparación: en 2014, Lituania se desligó del monopolio del gigante petrolero ruso Gazprom. Estonia siguió su ejemplo en 2015, y Letonia, en 2017.
El punto más débil, según Nagevičius', es la generación de electricidad. En el marco de su adhesión a la UE, en 2004, Lituania se comprometió a desconectar en cinco años su reactor nuclear Ignalinaz, similar al de Chernóbil. Eso llevó al país a depender en gran medida de la importación de electricidad. Hasta el día de hoy, dos tercios de la demanda se cubre con suministro exterior. El gobierno impulsa ahora la energía eólica y la solar, que debería representar, hasta 2035, el 93 por ciento de la matriz eléctrica lituana.
Una dificultad adicional radica en que los tres países del Báltico siguen estando conectados a la red eléctrica rusa. "El sistema no es seguro, porque dependemos de servicios sistémicos que ellos ejecutan”, dice Nagevičius, y explica: "La frecuencia depende de Rusia”.
Desde hace años están en marcha preparativos para unir a los países del Báltico a la red europea, y ya se han instalado algunos cables de conexión. Ahora, Lituania urge a Bruselas a acelerar los planes y consumar el cambio hasta 2025.
(ers/cp)