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"Los buenos discursos no son suficientes"

28 de enero de 2010

Barack Obama habló ante el Congreso en su primer discurso sobre el Estado de la Unión. Se centró en el desempleo y la reforma sanitaria. Se mostró dispuesto a luchar. Pero no es suficiente, opina Christina Bergmann.

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Se trató de un muy buen discurso. Sin lugar a dudas. El presidente se presentó ante el Congreso y la nación confiado y dispuesto a luchar. Admitió haber cometido errores y regañó a los bancos de Wall Street. Populismo que agrada a los electores. Obama no sólo situó la lucha contra el desempleo en el centro de su discurso, sino que también prometió adecuar a ese objetivo la política de su gobierno. Otro acierto en su haber. No hay nada que interese más a sus ciudadanos que la creación de puestos de trabajo.

En esas circunstancias, es lógico que su discurso pasara de puntillas por las cuestiones de política exterior. Obama mencionó la retirada de las tropas estadounidenses de Irak y se mostró optimista sobre el futuro de Afganistán. Y reiteró su intención de impulsar el desarme nuclear a nivel mundial. Un objetivo que hace ya tiempo que podría haber registrado avances significativos de no ser por el retraso en las negociaciones con Rusia sobre el tratado de desarme nuclear START-2. Obama también tuvo duras palabras para Corea del Norte e Irán.

Palabras y promesas para todos

Christina Bergmann
Christina Bergmann, corresponsal de DW en Washington.

En su repaso a las cuestiones de política interior, el presidente no eludió ningún tema. Tuvo palabras para todos y promesas por doquier: los homosexuales que trabajen en el ejército deben poder expresar libremente su orientación sexual, habrá créditos y rebajas fiscales para las pequeñas empresas y se invertirá en educación y energías renovables pese al pésimo estado de las finanzas. Con la mirada puesta en el terrible déficit presupuestario, Obama pretende congelar determinadas partidas. Tampoco da por perdida la reforma sanitaria.

Pero es precisamente éste el punto más problemático. Porque el presidente depende del Congreso para sacar adelante gran parte de sus objetivos. Y, tras la derrota en Massachusetts y la pérdida de la decisiva mayoría de 60 votos en el Senado, también depende de los republicanos. Hasta el momento, han optado sobre todo por el boicot. Y con bastante éxito, si bien el presidente recordó su derecho a veto e hizo un llamamiento a una colaboración constructiva.

Llamamientos que no serán suficientes si lo que quiere Obama es conseguir algo. Debe moverse, junto con sus objetivos, hacia posiciones políticas de centro. El presidente ya ha mostrado en su discurso su voluntad de alcanzar compromisos, como por ejemplo en materia de política energética. A los republicanos les satisface su disposición a realizar nuevas prospecciones de petróleo y a construir nuevas centrales nucleares. Sólo así podrá Obama finalmente alcanzar éxitos.

La otra gran prioridad de la agenda del presidente, junto con el empleo, es la reforma sanitaria. Hace ya demasiado tiempo que se debate al respecto, pero abandonarla ahora supondría toda una declaración de bancarrota. Sin embargo, para llevarla a buen puerto no es suficiente que Barack Obama se muestre dispuesto a presentar batalla en un discurso. Lo que debe hacer es combatir en el día a día de la política. Debe dejar de presentarse en el papel de lobo solitario. Aunque probablemente no le guste oírlo: no está al margen. Él también forma parte del asunto.

Autora: Christina Bergmann

Editora: Emilia Rojas-Sasse