Los cazadores de los últimos criminales nazis
31 de octubre de 2013Si se pregunta a Andreas Brendel si es legítimo que una persona de 92 años comparezca en juicio, no duda en responder: “Los asesinatos no prescriben”. Como fiscal, está obligado a perseguir hechos delictivos. Como director de la Central de Investigación de Crímenes del Nacionalsocialismo en Dortmund, este tipo de preguntas de los periodistas son normales para él.
Para ello, Brendel cuenta con dos argumentos. El primero, el jurídico. Pero además tiene un complemento: “Seguimos teniendo a las víctimas y sus familiares. Para ellos es importante el proceso penal independientemente de si después llega la ejecución o no. Es importante que se sepa el destino de estas personas”.
“Uno se da cuenta de lo que vale la vida”
Stefan Willms es comisario en la Policía Criminal en Düsseldorf. Dirige el grupo de investigación sobre crímenes del Nacionalsocialismo en la oficina criminal del estado, el único cuerpo que investiga exclusivamente eso en Alemania. Con su colega Brendel, los crímenes que investiga son de hace más de 70 años. Willms recuerda un caso en Italia, donde fueron asesinadas 60 personas. Fueron llevadas a un sótano una tras otra para ser ejecutadas. Pasaron el último momento de sus vidas junto a un montón de cadáveres. Sólo sobrevivió un joven. Cuando éste informó a la oficina criminal alemana sobre el crimen, tomó a Willms del brazo y se lo agradeció. “Había estado esperándome durante casi 60 años”, recuerda el comisario: “uno se da cuenta de lo que vale la vida”.
Stefan Willms tiene un aspecto un tanto rebelde cuando está en su oficina. Tras él, un cartel que dice: “La policía en el Nacionalsocialismo”. Su apariencia no es acorde con el nuevo edificio de la oficina criminal. Encajaría más en la calle investigando, tomando fotos e interrogando. Puede ser que le ayude el hecho de haber nacido después de la guerra. Las víctimas saben que él no participó en los crímenes. Pero, “como alemán, uno se da cuenta de que tiene cierta responsabilidad”, opina Willms.
El acusado tiene 92 años
Andreas Brendel entra en el juzgado de Hagen. Esta vez es el caso Siert Bruins. El acusado, de 92 años, participó en la muerte de un miembro de la Resistencia en la ciudad holandesa de Delfzijl en 1944. Los testigos ya no viven. Así que solo pueden interrogar a testigos de procesos anteriores contra Bruins.
El acusado ya compareció en Dortmund en 1980. Entonces, el jurado calificó el caso como homicidio . “La diferencia entre asesinato y homicidio está en la alevosía”, aclara Brendel. Eso se valora hoy de forma distinta que en los años 80, de ahí la revisión del caso Bruins. ¿Fue la justicia alemana blanda con los crímenes nazis? Brendel no responde a esa pregunta. Ni siquiera se la plantea porque suena como una excusa. Él sólo quiere hacer justicia y no preguntar por lo que pasó antes.
Cómo director de la central de Dortmund, su competencia se limita a Renania del Norte – Westfalia. La oficina más conocida para la revisión de crímenes nacionalsocialistas está en Ludwigsburg. Pero allí sólo se hacen las investigaciones previas. Si se va a juicio, la competencia pasa a la fiscalía y la única fiscalía especializada es la de Dortmund, desde donde Brendel ha llevado los procesos más conocidos contra crímenes del Nacionalsocialismo.
La masacre de Oraudor
Brendel y Willms no cumplen con el cliché de fanáticos perseguidores de nazis. Son más bien cautos. Hace unas semanas estuvieron en Oradour-sur-Glane. En este pueblo francés, la Wehrmacht alemana cometió una masacre en 1944. Todo el pueblo fue arrasado. Hombres, mujeres y niños fueron separados y asesinados. Sólo sobrevivieron unos pocos. La fiscalía de Dortmund investiga contra los soldados del regimiento de granaderos y tanques "El Führer“. Antes de que este hecho fuera conocido por un gran público en Alemania con la visita del presidente Joachim Gauck, Brendel y Willms ya habían investigado y hablado con algunos supervivientes. Testigos cruciales si el caso termina en los tribunales.
En Alemania, investigan también en casas de sospechosos. No pueden hablar sobre lo que llevan entre manos. Pero sí sobre descubrimientos en otros casos. Frecuentemente son cartas o diarios, en los que aparecen textos como: “El sábado salimos para atrapar a tres judíos. Los liquidamos a la luz de la luna en el cementerio de judíos”. Otras veces encuentran órdenes y fotos y en una ocasión, incluso descubrieron el arma del delito.
“El tiempo apremia”
A cada paso que dan, ambos acuerdan sus movimientos. "No pasa una semana en la que no hablemos y por lo menos dos veces al mes nos reunimos”, dice Willms. Ese apoyo también es psicológico, puesto que muchos días no leen otra cosa que crímenes horribles. “Eso no se puede dejar de lado tan fácilmente”, continúa Willms. Brendel recibe a veces cartas amenazantes. “Me limito a archivarlas”, aclara secamente. Pero una vez, recibió amenazas serias para su familia: “Ahí ya sobrepasan el limite”.
En la oficina, hubo colegas que no aguantaron y se cambiaron”, explica Willms. Pero ellos no lo tienen previsto. Quieren seguir. "Probablemente, hasta que el último criminal nazi haya muerto“, dice Brendel: “El tiempo apremia y cuando encontramos al autor de un crimen, le damos prioridad”. Hace poco, se dio a conocer la investigación a 30 vigilantes del campo de concentración de Auschwitz. Así que, todavía queda mucho por hacer.