Los claros y oscuros de las megalópolis
27 de noviembre de 2003En los cinco continentes, el hombre del siglo 21 tendrá que enfrentarse con el problema del incontrolado crecimiento de las grandes ciudades. Los expertos temen que este fenómeno, que nació en el siglo pasado, se convierta en el gran problema del siglo presente. A comienzos del siglo 20, 150 millones de personas poblaban las ciudades grandes, lo que significaba un 10% de la población mundial. En el año 1970, era el 35%. Para el cambio de siglo eran 3000 millones, lo que representa un 50% de la población mundial. Apabullante es también la velocidad en la que se efectúa este crecimiento: ciudades como El Cairo o ciudad de México necesitaron tres décadas para llegar a los ocho millones de habitantes, un volumen poblacional que le tomó 150 años alcanzar a Nueva York. Las estadísticas no auguran nada bueno: entre el año 2010 y el 2020 habrá más habitantes en las ciudades que en el campo.
Una conferencia internacional
Durante la tercera conferencia internacional "Megacitys" de la Fundación Konrad Adenauer, que tuvo lugar en la ciudad de Bonn, se trató del desafío que representa este fenómeno, al parecer imparable. Aparte de los efectos negativos del precipitado crecimiento urbano –criminalidad, cordones de miseria, ruptura de estructuras de convivencia-, se trata de ver los efectos positivos de los procesos de urbanización en la política, la economía y la vida social. Las megacities, o megápolis, ya no se entienden exclusivamente como los núcleos de la miseria, sino como fuentes de impulsos para la cultura y la ciencia. La búsqueda de soluciones es imperativa, sin embargo.
Propuesta constructiva
El otro lado de la moneda es que, dada la migración hacia las grandes ciudades, muchas regiones van quedando deshabitadas. En muchas ciudades alemanas, por ejemplo, la cantidad de las casas vacías va en aumento. Así, el crecimiento y el decrecimiento urbano van de la mano. Un grupo de investigación de Berlín ve en este fenómeno una característica de nuestra civilización. Hasta el año 2005, este grupo de expertos investigarán cuatro zonas abandonadas, y desarrollarán estrategias. Geógrafos, etnólogos, arquitectos y artistas visitarán cuatro regiones del planeta que han pasado por el fenómeno de la emigración y que presentan una infraestructura en desuso: Detroit –que fuera alguna vez el centro de la industria automovilística y que desde 1950 ha perdido más de la mitad de sus habitantes-, el otrora centro textil Ivanovo en Rusia, la región Manchester/Liverpool en Inglaterra y Halle/Leipzig en Alemania –que fuera un centro de la industria química. Se trata de imaginar nuevas formas de urbanismo. Este desafío no es sólo para los políticos, sociólogos o urbanistas, sino para los especialistas en cultura y los artistas. Imaginar nuevas formas de convivencia, ver en zonas industriales y casas abandonadas una alternativa a las aglomeración de las grandes ciudades.