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Los juicios de Núremberg no se olvidan

2 de octubre de 2016

Puede que la celebración de los 26 años de la reunificación alemana, que se cumplen este lunes (3.10.2016), haya opacado al 70º aniversario de los juicios de Núremberg, pero la trascendencia de ese proceso no se olvida.

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Nürnberger Prozess 1946
Imagen: picture alliance/akg-images

Aunque no se trata de un aniversario redondo, la inminente celebración de los 26 años de la reunificación alemana, que se cumplen este lunes (3.10.2016), consiguió opacar la conmemoración de los juicios de Núremberg, que tuvieron lugar hace siete décadas, el 1 de octubre de 1946. Eso se debe no solamente a la proliferación de documentales sobre la desaparición de la República Democrática Alemana en la programación de las televisoras informativas y culturales del país, sino sobre todo a los actos de violencia reportados en los noticieros en los últimos días, vinculados, según el jefe de la Policía de Dresde, Horst Kretzschmar, a las ceremonias que se realizarán en esa ciudad con motivo del Día de la Unidad de Alemania.

El 26 de septiembre se registraron dos explosiones; una en una mezquita y otra en el centro de convenciones de Dresde donde el presidente federal, Joachim Gauck, pronunciará un discurso el 3 de octubre. "Creemos que esto tiene un trasfondo xenófobo”, señaló Kretzschmar. Antes y después de ese suceso se orquestaron atentados similares que la prensa local ha asociado con el descontento generado por la política de asilo del Gobierno y la instrumentalización de esos resquemores por parte de formaciones de ultraderecha, como Altenativa para Alemania (AfD) y el Partido Nacionaldemócrata de Alemania (NPD). En todo caso, en su mensaje televisado del 1 de octubre, los logros de la reunificación acapararon la alocución de Angela Merkel.

Poco espacio quedó para recordar la trascendencia de un proceso judicial que dio pie a un nuevo orden en materia de derecho internacional. Aquel 1 de octubre de 1946, doce de los veintidós imputados por los delitos de los nacionalsocialistas alemanes fueron condenados a la horca, siete recibieron penas de cárcel que pagaron en la prisión para criminales de guerra de Spandau y tres fueron liberados. Ese fue un juicio sin precedentes, y no solamente por la cantidad de evidencias consideradas: 2.630 documentos, 270 testigos, testimonios grabados en 27.000 metros de cinta magnética y 7.000 discos de acetato. No, esa fue la primera vez que un tribunal militar internacional emitía veredictos sobre déspotas acostumbrados a salirse con la suya o a ser ajusticiados en procesos breves.

Un proceso sin precedentes

La élite nazi, los subalternos directos de Adolf Hitler, debieron rendir cuentas por sus fechorías precisamente en Núremberg, sede de los congresos del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP), la ciudad bávara donde éste montaba sus grandes espectáculos propagandísticos. No por haber perdido la guerra, sino por haberla comenzado. Si las fuerzas aliadas no hubieran llegado a un acuerdo fundamental para conseguir que sus sistemas jurídicos armonizaran los unos con los otros, el proceso de Núremberg no habría sido viable. Se dice que en 1943, en la Conferencia de Teherán, el líder ruso, Josef Stalin, ya se había pronunciado a favor de capturar a los 50.000 nazis más importantes, enjuiciarlos brevemente y ejecutarlos poco después.

Pero los estadounidenses, cuyos servicios secretos ya estaban al tanto de los crímenes cometidos por los nazis desde la mitad de la Segunda Guerra Mundial, persuadieron a los vencedores del conflicto de conducir un proceso más ambicioso. Asegurar las pruebas en contra de los nazis no sería difícil porque los burócratas alemanes se habían encargado de documentar exhaustivamente todo lo relacionado con el llamado Tercer Reich. Tras seis semanas de discusiones, los aliados firmaron la "Carta de Londres” el 8 de agosto de 1945, el documento que definió los procedimientos y principios que regirían los juicios de Núremberg. Fue en la "Carta de Londres” donde por primera vez se empleó el término "crímenes de lesa humanidad” como categoría jurídica.

Refundación del Derecho Internacional

En la práctica, eso permitió refundar el Derecho Internacional, que hasta entonces tenía como directrices lo establecido en el pacto de paz sellado en 1648 en Europa Central, cuando culminó la Guerra de los Treinta Años. Según ese convenio, cada Estado soberano podía hacer lo que quisiera con los ciudadanos en su territorio y empezar guerras si se sentían en capacidad de ganarlas. La "Carta de Londres” y los juicios de Núremberg le pusieron un alto a esas premisas; pero crearon expectativas que no se cumplieron del todo: esos precedentes no le han servido de escudo a todos los que han procurado perseguir internacionalmente a los criminales de guerra; pese a los avances que hubo entre los años 1989 y 1991.

Los crímenes cometidos contra los ciudadanos de Yugoslavia y Ruanda ameritaron la creación de tribunales especiales que se concentraron en sus respectivas guerras civiles; pero la reinstauración de un tribunal global, como la que se buscó con la fundación de la Corte Penal Internacional de La Haya, no se ha consumado; a esa institución le falta el apoyo de muchos Estados influyentes –desde Estados Unidos hasta China, pasando por Israel– que no han ratificado sus estatutos. De ahí que no esté claro si las sentencias de la Corte Penal Internacional llegarán, algún día, a ser valoradas tan positivamente como las de los juicios de Núremberg.

Volker Wagener (ERC/DZC)