“Los lobos“: lo más importante es defender a la manada
27 de febrero de 2020¿Ya vamos a llegar a Disney? pregunta el más pequeño, mientras la pantalla muestra un paisaje desértico en su recorrido en un autobús que los lleva a Estados Unidos. Max (protagonizado por Maximiliano Nájar Márquez), un niño mexicano de ocho años, viaja con su hermano menor Leo (Leonardo Nájar Márquez) y su mamá Lucía (Martha Reyes Arias). A través de los ojos de Max, la cinta narra las dificultades al llegar al otro lado.
Su madre pasa largos días trabajando como planchadora industrial y ganar dinero para el sustento familiar, mientras que Max y Leo se quedan solos en una precaria vivienda en un barrio de migrantes en California. Max se ha quedado a cargo de su hermano. En una grabadora su madre les dejó siete claras reglas que tienen que observar. La primera es no salir del departamento de solo una habitación. Los días pasan. Al principio, los niños se divierten entre las cuatro paredes, pero cuando Max se da cuenta de que su mamá no cumple su promesa de llevarlos a Disneylandia, se rebela. En las calles del barrio acechan peligros, pero también se encuentran con personas generosas que ayudan a los menores, como una pareja mayor de migrantes chinos.
El cineasta mexicano Samuel Kishi Leopo vuelve a la Berlinale con su segundo largometraje, después de estrenar "Somos Mari Pepa", en 2016. "Los lobos" abrió las proyecciones al público infantil de la sección Generation Kplus (a partir de los 7 años), y aspira a los Osos de Cristal, otorgado por un jurado integrado por once niños de 11 hasta 14 años de edad. Las películas seleccionadas son narradas en alemán por un locutor durante la proyección, considerando que los niños a esa edad no pueden leer subtítulos en inglés.
Con una ovación, los niños provenientes de distintas escuelas de Berlín celebraron la escena en donde Leo aprende por fin a atarse los cordones de sus zapatos. También gritaron con horror cuando Max halló una jeringa en la calle y estuvo a punto de pincharse un dedo. No llegaron los pequeños protagonistas a Berlín, pero Samuel Kishi Leopo y Martha Reyes Arias (Lucía) fueron recibidos con gritos de emoción en la sala.
"¿Porqué regaña la mamá a los niños cuando pintan la pared?", preguntó un chico del público. "¿Cuál es la regla número tres?", repreguntó la actriz, recordándoles que esa regla decía que tenían que mantener limpio el departamento.
"Ellos (los espectadores) vivieron la historia tal cual, como Max. Escuchaba cómo odiaban a la mamá, y fueron entendiéndola junto con Max a lo largo de la cinta. La verdad, lloré cuando terminó la película porque me llenaron de mucha emoción sus reacciones", dijo Martha Reyes Arias en conversación con DW.
DW: La madre de los niños es un personaje que tiene que mostrar fortaleza para afrontar duras circunstancias, ¿Cómo se preparó usted para el papel?
Martha Reyes Arias: Fue acercarnos a una mamá real, porque las madres tienen mucha fuerza; no lo dicen, pero son fuertes. El cine mexicano no siempre les hace justicia, las muestra como mujeres abnegadas que no se quejan. Pero no vemos la rudeza que tienen que enfrentar, lo que es llegar del trabajo, cansada, a lavar los calzones de los niños, a recoger juguetes. Son madres, pero también trabajan y aspiran a desarrollarse como un ser humano. El machismo no entiende eso. Desde que Kishi me habló del guión, acordamos crear una mamá real.
DW: Ya mencionó que lo inspiró una vivencia similar durante su niñez, cuando su madre los llevó a usted y a su hermano menor a Estados Unidos ¿Tenía usted la edad de Max, ocho años?
Samuel Kishi Leopo: Era un poco más pequeño. Mi hermano tenía tres años, y yo tenía cinco. En ésa época mi mamá decidió ir a probar suerte a los Estados Unidos, tomó unas cuantas cosas y nos dijo que ibamos a Disneylandia. Llegamos con visas de turista, y nos instalamos en un pequeño departamento en Santa Ana, California. Cuando ella se iba a trabajar nos dejaba en una grabadora Fisher Price (un juguete musical) lecciones, cuentos, y las reglas de la casa. Nos decía : "Si me extrañan, aprieten play en la grabadora". Nosotros empezamos a construir un imaginario educados por mi mamá y por la mamá grabadora también. Eso nos ayudaba a afrontar el estar lejos de ella y la incertidumbre de si iría a regresar o no.
¿Pasaron por historias similares a las que describe la película?
Algunas sí, como el encuentro en la Iglesia. Era el único punto de encuentro social para migrantes. Ahí ayudaban distribuyendo alimentos. Mi mamá también lo aprovechó para que nos cuidaran. Llegamos a un lugar llamado Bishop Manor, en donde convivían mexicanos y camboyanos, asiáticos y latinos. Me parecía muy interesante esa multiculturalidad, que a pesar de que habláramos distintas lenguas nos uniera nuestra condición de migrantes. Encontramos cosas malas, pero también empatía. Era muy importante retratar la oscuridad, pero también la luz; que hay gente solidaria y empática, y esperanza en medio de la penumbra.
La celebración de Halloween, de un fuerte arraigo local, es lo que une a los migrantes del barrio en la película ¿eso lo vivieron también ustedes?
A los mexicanos nos dicen que Halloween no es nuestra tradición, que el Día de muertos es lo que nosotros festejamos. Pero como niño, quieres celebrarlo todo, y las fechas son tan cercanas, que uno lo mezcla todo. Lo importante es divertirse. Ahí se da una mezcla de culturas, que se ve en el recorrido de los niños por el barrio, cuando se encuentran con un altar de muertos con ofrendas y fotografías.
¿En qué se inspiró para crear los personajes de los Chang?
Tienen que ver con la presencia asiática en el barrio. Son chinos y, a pesar de tener ellos y los niños un lenguaje tan distinto, se entienden. El señor Chang les explica a los niños el árbol genealógico que está pintando, y los niños entienden, hay puntos de encuentro.
¿Qué significa para usted que su película sea la primera que se exhibe al público infantil?
Ha sido un gran honor, los niños hicieron preguntas interesantísimas, muy honestas, y con una energía muy conmovedora. Yo no sabía cómo iba a funcionar porque la película iba a ser narrada por un locutor en alemán. Pero funcionó muy bien. Al percibir cómo los niños iban captando la historia yo lloré igual que Marta.
¿Cómo será recibida la película en México?
Martha Reyes Arias: No estoy muy segura de qué esperar. Es una película que puede gustar mucho a las mamás, a los niños y a los hombres más evolucionados. Porque la ideología machista odia al personaje materno e incluso no quiere que se exhiba. Nos han preguntado por qué el personaje no se prostituye. Claro, como si las mujeres, cuando no tenemos nada que hacer, nos prostituímos. Las mujeres conectan mucho y los hombres más sensibles conectan con su infancia.
¿Fue éste el estreno mundial? ¿Cuándo se estrenará en México?
Samuel Kishi Leopo: Fue en Corea, en Berlín tuvo lugar el estreno europeo. En México se va a estrenar en el Festival de Cine de Guadalajara el 20 de marzo, y estamos a la expectativa. Queremos que la gente llene las salas.
(cp)
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