Los mulás, los militares y el petróleo iraní
8 de enero de 2020La Guardia Revolucionaria Iraní es una organización paramilitar que forma parte de las Fuerzas Armadas iraníes, junto con el ejército regular. Hace poco, el Parlamento incrementó perceptiblemente su presupuesto.
Estados Unidos la califica como una "organización terrorista”, y Trump considera el asesinato selectivo de Soleimani como un acto de defensa propia. Pero la Guardia Revolucionaria también tiene gran influencia en el plano económico. Según la mayoría de los expertos, controla empresas que generan una tercera parte del rendimiento económico del país, aparte de varias fundaciones religiosas.
Los más poderosos
Behzad Nabavi, un político reformista que fuera otrora vicepresidente del Parlamento, calcula que el 60 por ciento del patrimonio estatal está en poder de solo cuatro organizaciones: el consorcio mixto "Khatam El-Anbiya”, considerado el brazo económico de la Guardia Revolucionaria; el conglomerado "Setad Ejarie farmene Imam”, al que pertenecen, entre otras cosas, bancos, empresas petroleras y de telecomunicaciones; "Bonyade Mostazafin”, una fundación cuya base fueron los bienes confiscados a funcionarios del régimen del shah, y "Ashtan-e Qods-e Razavi”, que posee más de 50 empresas y fábricas.
La Guardia Revolucionaria afirma, en cambio, que dichas cuatro organizaciones no alcanzan a tener el dos por ciento del patrimonio fiscal, según la revista de internet Iran Journal.
Si bien en los últimos años el gobierno se ha esforzado en privatizar parte de la economía iraní, las fronteras entre lo privado, lo estatal, lo militar y lo religioso son difusas. "Desde el punto de vista formal, la mayoría de los bancos son hoy en día sociedades anónimas privadas”, señala Michael Tockuss, gerente de la cámara de comercio germano-iraní, con sede en Hamburgo. "Sin embargo, a menudo las acciones están en manos de sociedades de inversión de empresas estatales”, explica. Y añade que no es raro encontrar también empresas privadas "con tres generales retirados en su directorio”.
Corrupción y nepotismo
Esta constelación favorece la corrupción y el nepotismo, como ha lamentado reiteradamente el propio presidente Hasan Rohaní en discursos públicos. La influencia de los generales solo tiende a reducirse en períodos de distensión. Por ejemplo, en 2017, cuando Occidente atenuó las sanciones tras el acuerdo en torno al programa nuclear iraní, el Gobierno de Teherán adjudicó dos grandes contratos a una empresa francesa y una sudcoreana. Pero, entretanto, el péndulo se mueve en la dirección contraria, indica Michael Tockuss. "Con las sanciones estadounidenses, el sector de la economía sumergida aumenta. Por eso, nadie puede decir con precisión cuánto petróleo exporta actualmente Irán”, apunta. Y explica que a las exportaciones oficiales se suma una gran cantidad de transacciones que se realizan a través de países vecinos. Además, hay "buques tanques que circulan sin transpondedores por los mares del mundo, y entregan petróleo en cualquier lugar”.
No obstante, lo único seguro es que, desde el endurecimiento de las sanciones estadounidenses, la exportación petrolera se ha reducido considerablemente. Entretanto, también el presidente Rohaní lo admite. En un discurso pronunciado el 12 de noviembre, afirmó que el país se encuentra en estado de excepción. "Desde la fundación de la República Islámica, nunca habíamos tenido tantos problemas para vender nuestro petróleo”, señaló.
Tockuss piensa que sus palabras apuntaban a preparar a los iraníes para tiempos más difíciles. Y eso encierra riesgos políticos, como lo demostraron las protestas que siguieron al alza de los precios de la gasolina en noviembre. El periodista y autor Bahman Nirumand considera que en la población hay un gran descontento, y los aumentos de precios brindan a los conservadores una bienvenida oportunidad de sostener que las fuerzas reformistas de Rohaní no controlan la situación. A su juicio, "puede ser que Rohaní sea forzado a renunciar y que la Guardia Revolucionaria asuma el poder e intente gobernar el país con más violencia y más censura”.
Lo que no cabe esperar es que Teherán ceda por motivos económicos, afirma Michael Tockus, quien previene de subestimar la capacidad de resistencia iraní.
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