Los “profesores de Hitler”
15 de abril de 2014En la primavera de 1933, Wilhelm S. Feldberg, un joven médico del Instituto de Fisiología del Hospital Charité, de Berlín, recibió una carta de despido de su jefe. Se lo obligó a empacar y a abandonar la clínica ese mismo día. Además, se le prohibió la entrada a la clínica. A partir de ese momento, los directores de esa institución declararon persona non grata al personal judío, demostrando obediencia anticipada, ya que cuando se resolvió la medida, el 31 de marzo de 1933, aún no se había aprobado una ley al respecto.
Feldberg, que describió su persecución en sus memorias, huyó a Inglaterra y se convirtió allí en un renombrado farmacólogo y fisiólogo. Ahora, el hospital Charité, la clínica universitaria más grande de Europa, les rinde homenaje a él y a sus compañeros expulsados con un centro en homenaje a su memoria.
Oscuro pasado de investigadores de élite
“Queremos erigir un monumento de homenaje en un lugar central, realizado por artistas de renombre”, dijo Kar Max Einhäupl, director de la clínica. En él habrá, además, un museo con un recorrido de aprendizaje para estudiantes y médicos a fin de fomentar la reflexión sobre la pregunta acerca de cómo fue posible que profesionales de la medicina se hayan involucrado en los crímenes del nazismo. Un planteo esencial. Además, se planean proyectos científicos, la creación de una cátedra y diversos eventos educativos, así como actividades para atraer la atención de la opinión pública.
La clínica Charité no es el único centro de investigación alemán que se ocupa de analizar su rol durante el nazismo. Si bien ya en los años 70 se llevaron a cabo algunos estudios sobre el papel de las universidades durante el Tercer Reich, eso solo fue posible gracias al compromiso de algunos científicos. No fue sino hasta fines de los años 90 que las universidades comenzaron a trabajar en ello. ¿Por qué tan tarde? “Simplemente no nos animábamos a confrontarnos con el tema, ya que afectaba a docentes muy apreciados”, opina Rüdiger vom Bruch, profesor de Historia de Berlín que se ocupa hace tiempo de esa tarea.
Presión de la opinión pública
Los científicos alemanes se aferraron durante mucho tiempo a la leyenda de que la ciencia no tuvo nada que ver con la ideología nazi. Sin embargo, muchos investigadores demostraron temprana simpatía por el régimen nazi y se pusieron a su servicio, explica vom Bruch. También en la Charité se llevaron a cabo investigaciones racistas y experimentos en seres humanos, así como esterilizaciones forzadas.
La Sociedad Max Planck fue una de las primeras instituciones científicas que creó un grupo de trabajo para estudiar su propio pasado durante el régimen nazi. La iniciativa impulsó a otras a seguir el ejemplo. “Eso no sucedió necesariamente debido a un sentimiento de culpa personal, sino porque los ataques públicos eran tan fuertes que se creyó que era mejor encargar una investigación imparcial a historiadores”, dice vom Bruch. Durante mucho tiempo, los científicos se habían concentrado en determinados individuos, y ahora eran las instituciones las que estaban en la mira como protagonistas de los crímenes del nazismo.
En muchas universidades y sociedades científicas el análisis crítico de su propio pasado nazi aún está en sus inicios. Casi siempre resulta fácil obtener informaciones sobre profesores expulsados, pero no así sobre otras personas de dichas instituciones, dice el historiador de la Medicina Udo Schagen, del área de Historia de la Medicina de la clínica Charité, encargado del proyecto GeDenkOrt. En Berlín había un gran número de médicos y enfermeras judíos. La mayoría de ellos pudo huir al extranjero, pero en muchos países no se les permitió seguir ejerciendo su profesión.
La importancia de la ética médica
De los médicos y profesionales no judíos, casi nadie se atrevió a enfrentarse al régimen nazi. Incluso científicos famosos de la Charité, como el cirujano Ferdinand Sauerbruch, o el psiquiatra Karl Bonhoeffer, respaldaron aspectos centrales de la política médica del nazismo, como, por ejemplo, los experimentos en seres humanos y las esterilizaciones forzadas en los campos de concentración.
El hecho de que hoy los estudiantes se confronten con el comportamiento de los médicos durante el nazismo es, según Karl Max Einhäupl, una parte importante de su formación en Ética Médica. “Ese tipo de delitos comienzan, por lo general, con una pequeña desviación de las normas éticas”, subraya. “Se debe tener en claro que esa desviación es, frecuentemente, el primer paso hacia un desarrollo que puede tener dimensiones históricas”. Por eso, el objetivo del proyecto GeDenkOrt de la Charité no es solo mantener viva la memoria de los expulsados, sino también servir de advertencia a toda una nueva generación de médicos.