Los salvadores del mundo
20 de septiembre de 2019¡Vaya puesta en escena! Un forcejeo entre los partidos de la coalición de Gobierno de 19 horas, acompañado de manifestantes frente a la Cancillería en Berlín y otras 500 ciudades de toda Alemania. Se trata de nada menos que de la salvación del mundo.
Unos días antes de la Cumbre del Clima de Naciones Unidas, en todo el mundo salen manifestantes a las calles. Pero en ninguna parte se trata el tema con tanto fervor como en Alemania. Los alemanes están nuevamente en su elemento: sabemos lo que es noble, útil y bueno. Y tenemos que ser un modelo a seguir para el resto del mundo. Nos gusta que los demás sigan nuestro ejemplo.
Gigantesca redistribución
De hecho, el gobierno federal ha tenido logros notables: se redistribuirán 54 mil millones de euros en los próximos cuatro años. Puede que vaya a haber algunos ganadores, pero para la masa de los contribuyentes, eso no significa nada más que un fuerte aumento de los impuestos. Porque la mayoría continuará conduciendo su auto camino al trabajo y no quiere congelarse en invierno. En este sentido, el Ministro de Finanzas Federal puede alegrarse. No se recuerda que un pueblo hubiera protestado tanto contra la contaminación, para que al final le aumentaran los impuestos.
Sorprenden las grandes sumas destinadas a enfrentar el cambio climático, toda vez que la mayoría de los que se manifiestan ahora son jóvenes, los mismos que cuando pedían dinero para escuelas y universidades no recibían un solo euro, incluso si la economía llevaba décadas en auge.
Ahora, finalmente, se destina una décima parte de la suma para el rescate del mundo: cinco mil millones de euros, para equipar las escuelas con computadoras modernas. ¡Y en un país que no tiene materias primas, excepto las habilidades de sus habitantes! Pero a los jóvenes no les perturba este desajuste, en absoluto. Claro. Sin protección climática no tendrían futuro, por lo menos, así reza en sus pancartas.
¡Qué estupidez! El mundo no se acabará en 2030, ni en las décadas posteriores, así las temperaturas suban o bajen. El cuento apocalíptico de la crisis cotidiana, de los desastres, de los supuestos puntos de no retorno, parece haberle nublado los sentidos a muchas personas. El escritor Jonathan Franzen reflexiona en el New Yorker Magazin sobre ¿qué seguirá ahora que no queda nada para salvar?
Mantener a Alemania en la cima mundial de la tecnología
54 mil millones de euros: ¿qué no podría hacerse con tanto dinero? Por ejemplo, avanzar en la investigación de la fusión nuclear. O desarrollar autos con celdas de combustible. O promover todas las formas de progreso e innovación que no dependan de la extracción de materias primas. Y así mantener a Alemania tecnológicamente en la cima del mundo.
¿Toma demasiado tiempo? Los objetivos climáticos para 2025 y 2030 no se pueden lograr con un programa así. Pero sí con otra fórmula más fácil y rápida: solo se tendría que volver a poner en funcionamiento las centrales nucleares existentes y apagar las peores plantas emisoras de CO2 que queman carbón mineral. Al fin y al cabo, el abandono del uso de la energía nuclear, anunciado en 2011 con tono mesiánico y el énfasis de que era el modelo a seguir, no ha sido seguido por ningún otro país.
Este fin de semana no iré a manifestar a ningún lado. Me prepararé para el inminente invierno en Alemania y saldré al bosque a cortar leña para la chimenea. Esta es una tarea cuyos frutos puedes luego disfrutar: mi habitación se sentira cálida y agradable.
(jov/er)
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