Luces y sombras del Papa Wojtyla
17 de octubre de 2003La última vez que salió un humo blanco de la chimenea de la capilla Sixtina fue exactamente hace 25 años, el 16 de octubre de 1978. El desconocido Karol Wojtyla -que tomó el nombre de Juan Pablo II en honor a su antecesor que ocupó la silla de Pedro apenas 33 días- había sido elegido, finalmente, después de 8 escrutinios y tras dos días de cónclave. Teniendo en cuenta que el último pontífice no italiano había sido Adriano VI en 1552, este hombre procedente de una Polonia comunista -de 58 años y que llegó con retraso haciendo autostop al cónclave de donde saldría investido de máxima autoridad de los católicos- era una esperanza de cambio y viento fresco para la Iglesia de Roma.
Luz de afuera
"El Sumo Pontífice ha provocado procesos que han hecho época en un mundo lleno de cambios", declaró el premio Nobel de la Paz, Lech Walesa, con ocasión de este sonado aniversario. El que haya recorrido más de un millón de kilómetros durante sus viajes en 130 países, sus encuentros con los indígenas en América Latina, el que haya pedido disculpas por las crueldades cometidas en nombre de la Iglesia Católica, el haber predicado en una iglesia luterana, rezado en una sinagoga judía y visitado una mezquita islámica.... todo ello hizo que este políglota polaco sí cumpliera con las expectativas de reformación. Sus exhortaciones a la paz –las más frescas durante la guerra contra Irak- han puesto siempre en buena luz su persona en el ámbito internacional.
¿Oscuridad de adentro?
El profesor Hans Küng, presidente de la Fundación Weltethos y ex catedrático de Teología Ecuménica de la Universidad de Tubingia, en entrevista concedida a la radio alemana WDR, pondera las grandes dotes y las acciones ejemplares de lo que califica "la política exterior" del Papa Wojtyla. Remarca, sin embargo, sus decisiones erróneas en cuanto a las reformas que hubiesen sido necesarias al interior de la iglesia. Al conservar el paradigma católico de origen medieval que se afianzó durante la Reformación y que está claramente orientado en contra de la modernidad, Juan Pablo II se empeñó en una cruzada para convencer al mundo entero de su esquema, explica Küng. La prohibición del uso de anticonceptivos, la negativa a que las mujeres puedan entrar al sacerdocio, el empecinamiento en el celibato de sus sacerdotes y su no a misas ecuménicas hicieron de él una figura reaccionaria, y la mayoría de los católicos de los países más desarrollados abandonaron sus filas.
La modernidad del Vaticano
El hombre tembloroso y casi sin voz que llegó hoy en silla de ruedas a leer sólo una parte de su discurso se encargará en este semana de aniversario de instruir a sus obispos y cardenales en sus tareas futuras en cuanto a lo ecuménico, la familia, el celibato, y acerca del programa para el "tiempo de transición", según información del diario La Repubblica... También en ese asunto –que el semanario alemán Die Zeit ha calificado de "escenificación de la propia muerte"- sin parangón.
Claro está que las fuerzas del Papa se esfuman, y las especulaciones sobre las bondades y ventajas de que abdique van en aumento. Pero que el mundo cuente por un tiempo con más de un Papa, llevó al gran cisma de la Iglesia Católica a comienzos del siglo 15, y no está muy claro si la curia estaría dispuesta a aceptar una innovación tamaña. Probablemente, su última oportunidad de enfrentarse y aceptar a otro gran desafío.