"Las buenas vallas hacen buenos vecinos"
22 de junio de 2018"Hasta para la construcción del muro será necesaria la mano de obra mexicana", dijo el empresario Carlos Slim, el hombre más rico de México, cuando Donald Trump llegó a la Casa Blanca. Durante su campaña presidencial en 2016 y a lo largo de su primer año en el cargo Trump ha humillado a golpe de tuits a su vecino del sur. La construcción de un muro fronterizo para detener la inmigración ilegal y el tráfico de drogas sigue siendo su mayor empeño.
"Desde su campaña Trump acusó a México de enviar a Estados Unidos a lo peor de su gente, a criminales, violadores y narcotraficantes y desde entonces esta postura la ha mantenido", afirma el periodista mexicano Gregorio Meraz, en conversación con DW desde Washington.
Meraz destaca que muchos estadounidenses, incluso políticos de su mismo partido, esperaban que su estilo cambiara una vez en el poder, pero no ha sido así. "Su retórica incendiaria y ofensiva, su constante lluvia de mentiras, la adopción de medidas que han afectado negativamente a mucha gente y el aislamiento internacional al que ha llevado al país después de haber tenido un liderazgo global, preocupa mucho a influyentes senadores republicanos".
Trump ha humillado en particular a los mexicanos. Sigue pendiendo como una espada de Damocles su amenaza de abandonar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, (TLCAN o NAFTA, según sus siglas en inglés). Tuvo que dar marcha atrás a su política de cero tolerancia hacia la inmigración ilegal, que condujo a la separación de menores de sus padres ante el rechazo casi unánime dentro y fuera de los Estados Unidos. "Han bajado las encuestas por la situación de los niños separados de sus padres. Buscaba presionar a los demócratas para que aprobaran una nueva ley que eliminaría los beneficios de las actuales leyes migratorias, y que además autorizaran 25.000 millones de dólares para la construcción del muro”, destaca el periodista.
México, postura servil ante EE.UU.
El politólogo del Colegio de México, Sergio Aguayo, afirma que la élite política no ha formulado una estrategia enérgica frente a Trump. "La política exterior de México es blanda y sin dientes como se vio en el caso de los niños migrantes separados”, señala.
"Ha habido una política de sumisión y de indefensión porque Peña Nieto no ha utilizado las fortalezas que tiene México para enfrentar a Estados Unidos. Ha sido una política que ha servido muy poco. Pero ya era así desde la administración Obama", afirma Aguayo.
El politólogo mexicano ilustra su afirmación con la crisis de los menores no acompañados provenientes de Centroamérica que llegaron a la frontera entre México y Estados Unidos en 2014. "Barack Obama llamó por teléfono a Peña Nieto en junio de ese año y le pidió que endureciera los controles migratorios en el sur. Peña Nieto accedió sin pedir nada a cambio, simplemente porque se lo pidió Estados Unidos".
Aguayo advierte que hay una percepción asimétrica en ambos lados de la frontera en materia de seguridad y tráfico de drogas. "Tanto Obama como Trump coinciden en evadir toda corresponsabilidad de Estados Unidos en la tragedia humanitaria que vive su vecino. México es el país al que más critica Trump sin reconocer que Estados Unidos vende las armas de contrabando a los carteles de la droga mexicanos".
Aguayo explica que en aquella llamada de Obama, el presidente mexicano muy bien podría haber pedido más agentes en la frontera para el control de contrabando de armas a cambio de un mayor control fronterizo en el sur de México.
"México tiene argumentos y tiene peso. Incluso llegado al extremo podría demandar a la industria armamentista de Estados Unidos, podría presentar el caso ante organismos multilaterales para exigir que se investigue la responsabilidad de Estados Unidos por la venta ilegal de armas", advierte Aguayo.
"Good fences make good neighbours"
Por su parte el politólogo alemán, y subdirector de la Fundación Ciencia y Política (SWP, según sus siglas en alemán) Günther Maihold, destaca que Trump cree que levantando el muro puede resolver el problema migratorio, así lo está vendiendo a su electorado.
"Es difícil esperar que en Estados Unidos, especialmente en ésta época preelectoral, de cara a las elecciones intermedias, haya condiciones con el actual o con el nuevo gobierno mexicano para entrar en una negociación al respecto. Trump sigue la línea de Ronald Reagan que solía decir que "good fences make good neighbours" (Buenas vallas hacen a buenos vecinos).
Desde la entrada en vigor del TLCAN en 1994 las inversiones y el comercio entre ambos países ha tenido un crecimiento exponencial. En 2017 el volumen en el intercambio comercial entre ambos países superó los 525.500 millones de dólares. Sin embargo Trump, que insiste en que el déficit comercial es la causa de pérdida de empleos en Estados Unidos, impuso aranceles al acero y al aluminio a México y a Canadá, que respondieron también con gravámenes a los sectores más sensibles para Trump, con la idea de golpear a productores en los bastiones republicanos.
México se ha cuidado mucho de no tocar al sector automotriz, que es el sector punta de su economía, en donde hay grandes inversiones extranjeras provenientes de Alemania, Japón y Estados Unidos. También busca reorientar sus exportaciones hacia Europa y Asia. "México es parte de cadenas internacionales de valor y estos no se pueden desarticular y reorientar tan rápidamente, sino que implican procesos productivos que van encadenados y necesitan organizarse de una manera muy eficiente, como se dice en el jargón, „just in time", afirma Maihold.
"No será fácil para México, con este sector que es el que más se ve amenazado, que es el automotriz, poder cambiar el destinatario de sus vehículos", concluye.
Autora: Eva Usi (el)