Medicina contra el miedo
19 de octubre de 2005A veces tenemos miedo, y no sabemos por qué. En situaciones que no justifican la aparición de este mecanismo de defensa, la ansiedad sale de su cauce normal y se transforma en fobias que paralizan. Según la OMS, un 20 por ciento de la población mundial sufre o sufrirá un trastorno de ansiedad: un fenómeno que avanza junto con los cambios tecnológicos y sociales, pero que también puede tener causas genéticas. Hagamos aquí un breve “itinerario del miedo”.
Síntomas emocionales y físicos
Sensaciones de estrés como un examen o la pérdida del empleo provocan reacciones normales de temor y angustia. Algo muy distinto es el complejo de síntomas que se disparan sin motivo, que no dura más de diez minutos, y que consiste, por lo general, en dificultad respiratoria, vértigo, palpitaciones o ritmo cardíaco acelerado, sudor, náuseas, dolor de estómago, sensación de irrealidad, sensación de adormecimiento, miedo a morir o a perder el control. Esto lo diferencia de las fobias, que se remiten a un objeto o situación concreta, como el miedo a las arañas o a volar.
El llamado “ataque de pánico” es parte de cuadros psiquiátricos como la psicosis y las depresiones, además de enfermedades orgánicas como las cardíacas y hormonales. Pero si dichos síntomas aparecen en individuos orgánicamente sanos, estamos frente a un ataque de pánico secundario, es decir, sin motivo aparente.
En el consultorio o guardia médica, el afectado escucha por lo general que su problema es “anímico”, sea cual fuere el significado de un término que abarca, por así decirlo, el alma humana. Sin embargo, existen centros especializados en esta dolencia. DW-WORLD habló con la Dra. Angelika Erhardt, del Centro de Tratamiento de Trastornos por Ansiedad del Instituto Max Planck, en Múnich, quien refiere que “no puede decirse que haya factores sociales concretos que conduzcan a esta enfermedad.Se sabe que es producida frecuentemente por el estrés social, pero, al tratarse de una enfermedad compleja, producida por diferentes factores, también entran en juego la predisposición genética, determinadas experiencias vividas en la infancia y comportamientos adquiridos, o sucesos traumáticos del paciente. No existe una explicación puramente patológica de este trastorno”. “A nivel mundial, sufren de ataques de pánico entre un 3 y un 5 por ciento de la población, tanto oriental como occidental”, especifica. (Sigue en la página 2).
Del temor de Dios al miedo al terrorismo
El miedo y el temor son en la Biblia lo mismo: temor a Dios, o a caer fuera de una relación armónica con Dios por pecar. Tanto en las grandes religiones como en los cultos, el miedo se neutraliza con la creencia en una fuerza superior y trascendental, a la que el hombre está ligado. La recuperación de este vínculo, “religare”, lleva a la salvación.
En la sociedad actual, el miedo se ha convertido en un compañero fiel, y más aún después de los atentados del 11 de septiembre y el 11 de Marzo. Viaja en metro con nosotros y hace que nos despidamos con temor de nuestros seres queridos. Definir este tipo de sensación es ahora más difícil que nunca. La ciencia nos ha sugerido durante años que podría solucionar los problemas que aquejan a la humanidad: no más enfermedad, no más catástrofes naturales. Sin embargo, el miedo persiste, y ha tomado otras formas. El creer que determinadas seguridades son permanentes hace al hombre más vulnerable y propenso al miedo. A esto se suman los desafíos cotidianos, como el rendimiento en el trabajo o el estudio, el querer destacar de la competencia y el no poder expresar sentimientos humanos como la tristeza o el duelo, que están casi vetados públicamente.
La disgregación social provocada por las emigraciones, a raíz de las cuales la familia, en su sentido tradicional, se desintegra, son factores que recrudecen el miedo. Pero, según la Dra. Erhardt, “el hecho de sufrir estrés predispone claramente a un ataque de pánico. Pero no se puede determinar una relación directa con éste, ya que hay pacientes que no sufren estrés y, sin embargo, padecen de ataques de pánico. Es una interacción de diversos factores, nunca se trata de un sólo factor, y es difícil determinar la razón concreta”. “Por ser un cuadro patológico aún poco conocido, provoca sin duda enormes costos al sistema sanitario, ya que los pacientes recurren al médico, en promedio, luego de siete años de comenzar los síntomas, y buscan frecuentemente al médico de guardia. Al no saber qué les pasa, no saben a dónde dirigirse”, dice Erhardt.
Combinación de terapias
La terapia, según la Dra. Erhardt, “depende de la gravedad de la enfermedad. Se recomienda una combinación medicamentosa y una terapia de comportamiento, una psicoterapia breve en la que el paciente aprende cómo comportarse durante un ataque de pánico, y puede manejar la crisis sin dejar que ésta lo supere. Esta es la medida más efectiva. También se pueden aplicar las dos terapias por separado: si los síntomas son muy graves, se trata al paciente con antidepresivos que dan muy buenos resultados en este tipo de dolencia. Asimismo, se puede tratar al paciente sólo con psicoterapia”. Los métodos de relajación y el yoga no dejan de ser recomendables, al menos, para reducir el estrés.