Mei Hong Lin: la danza como emancipación
16 de mayo de 2010“Sorprendentemente estoy muy emocionada”, dice la coreógrafa de Darmstadt, Mei Hong Lin. “Nunca lo hubiera pensado, ya que para nosotros es parte de la cotidianidad realizar presentaciones”. Desde hace seis años trabaja como directora del Teatro de Danza de la Ciudad de Darmstadt. La mayoría de las entradas a sus presentaciones están vendidas. El público aprecia su lenguaje de danza, al parecer porque en él se unen los estilos occidental y oriental. Mei Hong Lin es oriunda de Taiwán –y de Alemania; ha vivido en Europa más que en su país natal.
¿Qué es patria?
Debido a que dejó su país desde muy joven, Mei Hong Lin era casi una desconocida hasta la primera presentación de su “Schwanengesang” (Canto de los cisnes). A los 16 años viajó a con beca de danza a Roma. Después estudió en la Escuela de Pina Bausch “Folkwangschule” en Essen, Alemania.
Luego volvería a su ciudad natal, Ilan, ubicada a casi 80 km al sudoeste de la capital Taipei, solamente para visitar a sus familiares. Siempre de forma privada, nunca como artista. Su presentación en Taiwán muestra que la patria no está solamente en el lugar donde nacemos. Patria es un espacio donde te entienden. Mei Hong Lin busca en las dos partes de su mundo su identidad artística.
Sentidos y expresión
“El canto de los cisnes” relata la historia famosa del triste viudo Hugo, que después de la muerte de su esposa Marie se traslada a la ciudad de Brujas, donde conoce a la bailarina Mariette. El aspecto de esta mujer le evoca la memoria de su difunta esposa hasta el punto de querer morir.
La desventurada historia de Bruges-la-morte es presentada por el ensamble de danza del Teatro de la Ciudad de Darmstadt en el Teatro Nacional de Taipei, no muy lejos del Chiang-Kai-Shek-Memorial -monumento nacional en memoria del anterior presidente de China-.
La danza y el sonido no pierden su efecto en el público. El aplauso es eufórico, los asistentes se regocijan. La periodista taiwanesa Su-Ling Yao de la cadena de televisión TBS explica que "para la gente normal esta pieza tiene algunas dificultades. Aquí el público está acostumbrado a obras con un final feliz. Esto es muy profundo y toca el alma. Pero pienso que las personas con niveles más altos de educación lo pueden entender muy bien".
De Mei Hong Lin es característico que baile este tipo de historias. Ella recrea una danza teatral muy narrativa y expresiva, siempre con un mensaje claro y manifiesto. Debido a que su lenguaje es la danza, sus mensajes pueden ser entendidos en cualquier parte del mundo. El arte no tiene límites, dice ella. "Como artista uno muestra lo que refleja. Yo expongo lo que está muy dentro de mí, a veces también cosas muy inconscientes. Mi compañía de danza ya es muy internacional: 16 bailarines, 14 nacionalidades. Por eso, no creo que uno tenga que ser algo en particular en un determinado país”.
Como una estrella
Más de diez cadenas de televisión, y más de 30 entrevistas han documentado el trabajo de Mei Hong Lin en Taipei. Ella tiene el espíritu correcto, dicen los responsables del Festival Internacional de Taiwán. Tanta atención como en Taipei no recibe la artista en Darmstadt.
El hecho de que Mei Hong Lin se adecue tan bien como un símbolo nacional de Taiwán, también tiene sus razones políticas. Taiwán se emancipa del centro de China a través de contactos como éste. Se buscan nuevas formas de expresión -un lenguaje que no se pueda reprimir. La danza desempeña en este sentido un rol importante: en 1973 el coreógrafo y disidente Lin Hwai-min creó su compañía “Cloud Gate 2” y se rebeló por medio de la danza contra el dictador Chiang Kai-Shek.
La actuación invitada de Mei Hong Lin en Taipei es por ello más que una pieza de teatro importada. Es la historia de la emancipación, una individualización.
Autora: Natascha Pflaumbaum / Cristina Mendoza Weber
Editor: Enrique López