Mercosur/UE: la cuadratura del círculo
15 de abril de 2011Al decir acuerdo entre Unión Europea y Mercosur se evocan negociaciones ya muy viejas y harto complicadas, “todo el mundo está cansado de ellas”, dice Alfredo Valladao, catedrático del Institutos de Estudios Políticos de París, titular de la cátedra Mercosur. Comenzadas en 1999, congeladas en el 2004, retomadas en 2010, las conversaciones cuentan con la tenue luz de esperanza de finalizar este 2011. ¿Por qué? Porque hay un nuevo actor que marca la diferencia: China.
¿Mejor China que actúa a UE que regula?
En ello concuerdan analistas presentes en una reunión del comité de comercio internacional del Parlamento Europeo. De cero a 20 mil millones anuales ha crecido la inversión del país asiático en el continente americano, recuerdan los especialistas.
Así, “mientras la UE piensa y regula, China ha comprado media cordillera”, destacó Mario Cimoli, directivo de la Comisión Económica para América y el Caribe de Naciones Unidas. En su opinión, con un crecimiento económico del 6 por ciento en 2010 “América Latina, en realidad, no necesita a Europa”.
Con todo, la calidad de la inversión y la aparentemente imparable voracidad del gigante asiático hacen sopesar acuerdos más amplios, que incluyen el diálogo político, la transferencia de tecnología y la cooperación. Éstos podrían ser, a largo plazo, bastante más beneficiosos. Y más ambiciosos también.
¿Para qué más Mercosur?
Quienes ven el espinoso acuerdo con buenos ojos no se cansan de recalcar el último aspecto: dos gigantes unidos por un acuerdo de asociación, algo único. Los que no lo ven tan positivamente acotan que tal tratado no hace falta: el volumen de intercambio con los diversos países que integran en este momento el Mercosur es de por sí ya elevado: una mayor presencia de los sureños en el mercado europeo iría en desmedro de ciertos sectores locales.
Y si a ello se suman los estudios de impacto que prevén, en caso de firmarse el acuerdo, sólo un +0,06% de crecimiento del PIB europeo, se obtiene opiniones como la de Clive George, docente invitado del College of Europe en Brujas. Éste no encuentra “un solo motivo para esforzarse tanto en una negociación tan complicada”. Es más, según George, el impacto que tendría esta apertura se reflejaría inmediatamente en el medio ambiente: la producción del bioetanol allende el mar, orientado a las necesidades del mercado europeo, tendría un devastador impacto.
Gran peso entre los que frenan el acuerdo por el lado europeo tiene la Asociación Europea de Agricultores y Cooperativas Agrícolas, que estima unas pérdidas de unos 16 mil millones de euros anuales. De su lado se pone también la organización no gubernamental Eurogrupo, que cuestiona los estándares en la seguridad alimentaria.
Con todo, abstrayéndose del impacto concreto que pueda tener el acuerdo en determinados sectores –cuyos intereses están más o menos protegidos y/o subvencionados por la UE-, los analistas recuerdan que Mercosur no es sólo agricultura. La Unión Europea tampoco.
Agricultura, ¿y qué más?
“'Es cuestión de voluntad política; no es un asunto que tengan que solucionar los contadores”, acota a esto Viktor Klima, ex canciller de Austria y desde 2006 gerente general de Volkswagen en Argentina, que no ve problema en que, en el marco del diálogo político que prevé el acuerdo, se regulen normas y estándares.
“Y les recuerdo que no pretendemos inundar las calles europeas con automóviles producidos en la Argentina; pero sí queremos intercambio en educación y ciencia”, subrayaba el ex político socialdemócrata a pocas horas de que el comisario europeo de Comercio, Karel De Gucht, acusase a Argentina de impedir las negociaciones con sus medidas proteccionistas en el mercado automotor.
¿Es sólo Argentina la que obstaculiza el acuerdo? No. Según respondió Valladao a Deutsche Welle "al acuerdo se oponen varias presiones proteccionistas al mismo tiempo": los lobbies agrícolas franceses, las industrias cárnicas irlandesas, los poderosos grupos de presión de la agroindustria de Baviera y una parte de la industria brasileña.
En busca…
“Se busca una apertura sustancial, pero no total”, recuerda Valladao resaltando lo crucial de encontrar el camino para un acuerdo razonable que, respetando el 15 por ciento de “productos sensibles” abra la puerta a los restantes. ¿El precio de no lograrlo? “Perder un socio para la buena gobernanza”, responde el catedrático de París, recordando la creciente importancia que tendrá Brasil en las próximas dos décadas.
Así, entre argumentos a favor y en contra de un posible acuerdo entre los gigantescos bloques, la europarlamentaria alemana Godelieve Quisthoudt-Rowohl acusa cansancio de esta pugna entre intereses. “Echo de menos que alguien diga claramente: `sí queremos´”, afirma puntualizando que mientras eso no esté claro se seguirá buscando –acuciados ahora por China- la cuadratura del círculo.
Autora: Mirra Banchón
Editora: Rosa Muñoz Lima