Merkel defiende aspiración de Georgia a entrar a la OTAN
17 de agosto de 2008A diferencia del presidente georgiano, Mijail Saakashvili, quien no se caracteriza por ser precisamente reflexivo, Angela Merkel es conocida como una gobernante de sangre fría, que piensa bien lo que dice. A fin de cuentas la jefa del gobierno alemán proviene del ámbito científico y no de la escuela política. Tanto más resonaron en la prensa internacional las palabras que pronunció durante su visita a Tiflis: “Si Georgia quiere –y eso es lo que quiere-, será miembro de la OTAN”.
Prudencia acertada
Merkel aclaró también que no veía razones para modificar lo acordado en la cumbre de la Alianza Atlántica en Bucarest, el pasado mes de abril. Pero cabe recordar que en esa oportunidad lo que se resolvió fue justamente no acoger todavía a Georgia y Ucrania en el programa de preparación de negociaciones de adhesión.
A instancias de la propia Alemania y de Francia no se estableció allí un calendario concreto, en vista de los problemas y pendientes en Abjazia y Osetia del Sur. Y esos problemas, como se ha visto, pasaron sin preámbulo de la fase latente a la candente.
Hace unos días, un editorialista europeo comentaba que de seguro en las capitales occidentales se respiraba con alivio por el hecho de no haberse apresurado a abrir las puertas de la Alianza Atlántica a un país como Georgia, al que se habrían visto comprometidos a defender en caso de un enfrentamiento militar.
Puede argumentarse que, en tal situación, no habría llegado a producirse el conflicto armado, ya que Rusia no habría intervenido de forma tan radical, sabiendo a Georgia bajo el alero de la OTAN. Así piensan por lo menos algunos europeos del Este, que ven en la organización militar occidental el único resguardo seguro frente a Moscú. Pero esas son especulaciones. Y nadie garantiza que, estando dentro de la Alianza Atlántica, un presidente como Saakashvili no emprenda aventuras como ésta de intentar aplastar el separatismo osetio desafiando militarmente a Rusia.
Los europeos del Este
No es probable que Angela Merkel haya cambiado diametralmente de opinión con respecto a la reunión de Bucarest. Tampoco lo habrá hecho probablemente Francia. Es más, en un primer análisis, los sueños de Georgia de adherir a la Alianza Occidental parecían catapultarse a un futuro extremadamente remoto. Pero los ánimos difieren entre los europeos del Este y el Oeste. Aquellos que recuerdan la experiencia de la dominación soviética presionan por cerrar filas con Estados Unidos y de facto se perfila la posibilidad de que hagan frente común dentro de la Unión Europea. Quizá pensaba en ellos la canciller alemana (que también viene del Este) al hacer sus declaraciones en Tiflis.
Sea como fuere, la jefa del gobierno alemán dejó en claro que ahora lo principal es que se concrete la retirada de las tropas rusas de Georgia y que lleguen cuanto antes observadores internacionales para verificar el cumplimiento del acuerdo de alto el fuego suscrito por los presidentes de Georgia y de Rusia. Empeñada en mirar hacia el futuro, propuso también un encuentro de la Unión Europea con Georgia y los estados del Cáucaso para “intensificar la política de vecindad”. Y allí no faltan polvorines que desactivar.