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"Mi película es una invitación al diálogo en Chile"

29 de octubre de 2016

De paso por Berlín para la exhibición de su documental 'Allende mi abuelo Allende', la nieta del expresidente chileno habló con DW sobre este film, que muestra una faceta de Salvador Allende más allá de la de estadista.

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Salvador Allende y su mujer Hortensia Bussi con sus nietas Marcia (izq.) y Maya.
Salvador Allende y su mujer Hortensia Bussi con sus nietas Marcia (izq.) y Maya.Imagen: Errante Producciones

Junto con su familia, la nieta del presidente Salvador Allende partió al exilio tras el golpe militar de 1973, cuando tenía un año. Atrás quedaba una historia familiar de la que poco se habló... hasta que decidió emprender esa búsqueda de recuerdos y vivencias.

Marcia Tambutti Allende, hija de la senadora Isabel Allende Bussi y nieta del fallecido presidente socialista, creció en México y regresó a Chile con la vuelta a la democracia. En su afán de recomponer esa historia inconclusa, hizo una pausa en su carrera como bióloga, estudió cine y, tras ocho años de urgar en archivos, fotos, películas y entrevistas personales, presentó su documental 'Allende mi abuelo Allende', una retrato íntimo del hombre a quien sus cercanos llamaban con cariño 'Chicho'.

Fotografía de Salvador Allende.
Marcia Tambutti buscó retratar la figura de su abuelo más allá del estadista.Imagen: Errante Producciones

DW: ¿Por qué quiso indagar en la faceta más personal de su abuelo?
Marcia Tambutti Allende: En el fondo, quería lo que quiere cualquier nieto, me interesaba saber cómo era mi abuelo y cómo era mi familia cuando él estaba vivo. Me faltaban esas imágenes de alguien que está en las bodas o en las vacaciones. Cuando digo que no me lo imaginaba de cuerpo entero, es literal. Yo había visto sólo fotos de su cara o de medio cuerpo, la mayoría en blanco y negro, algo muy parecido a un busto.

¿Por qué faltaba esa imagen más humana o familiar?
Para el golpe no sólo borbardearon La Moneda [el palacio presidencial], sino también, muy cobardemente, la residencia, sabiendo que sólo estaba mi pobre abuela. Nosotros salimos al exilio sin objetos ni pertenencias familiares. Cuando volvimos a vivir en Chile, me impresionó mucho ver a mi abuela en un programa de televisión pedir que ojalá nos devolvieran los álbumes familiares porque ella no tenía nada del 'Chicho' que dejarle a sus nietos. Lo vi por televisión, pero nunca lo hablamos dentro de la familia. Esto justamente marca esta paradoja que había en mi familia, que había ciertos temas que se hablaban sólo de un modo político y nunca en la intimidad.

¿Cómo venció ese pudor y ese silencio que había en su familia?
Pues, con insistencia [ríe]. Yo creo que la familia finalmente se abrió mucho con ese amor y generosidad que se da entre las familias. Me pusieron límites, pero también hicieron el mejor esfuerzo que pudieron. Cuando encontraba una fotografía o un archivo y se los mostraba, se iba recuperando algo, un espacio, se iban empujando esos límites. Había más ganas de abrirse y literalmente como si fuera un músculo se iba fortaleciendo la memoria, se iban recordando más cosas y soltando más.

La nieta de Salvador Allende reunió material de archivos públicos y privados para realizar el documental.
La nieta de Salvador Allende reunió material de archivos públicos y privados para realizar el documental.Imagen: Errante Producciones

¿Qué representó esto para su familia?
Recuperar la memoria y compartir los recuerdos, aunque hayan sido dolorosos, con quien quieres, es muy potente. Es muy entendible que la gente se quiera proteger, pero lo curioso es que al  protegerse de cosas dolorosas también se olvidan los momentos tan felices que tuvimos, se hace como un muro de contención del pasado. Creo que mi madre y mi tía recuperaron mucho de su infancia, que tenían como contenida.

¿Qué significado puede tener también para Chile el recuperar estos recuerdos?
La historia de nuestra familia es una historia que se ha repetido muchas veces en Chile. Mostramos la película en muchas ciudades y el público nos decía que se parece mucho a lo que les pasó, sobre todo en Chile y en América Latina. La historia es un poco universal. Cuando hay silencios familiares, surgen la necesidad por parte de alguien de la familia de completar esta identidad. En ese sentido la película es una invitacion al diálogo, que es muy necesario todavía en Chile porque los dolores que no se trabajan y no logran ver la luz, mantienen la herida. Como país es muy bueno hablar de temas que no hemos hablado. Como familia, la pelicula también refleja puntos de vista de distintas generaciones y al final nos acerca.

En Chile la imagen de Allende está muy polarizada. Hay quienes lo aman y quienes lo odian. ¿Cómo enfrentó ese aspecto?
La figura de mi abuelo concita pasiones muy fuertes. Yo pensé que la crítica chilena iba a ser muy dura con nosotros porque la mayoría de los medios escritos allí son de derecha, pero gracias a que se estrenó en el Festival de Cannes y nos fue bien, la película se tomó muy seriamente e incluso medios de derecha la recomendaron. Recuerdo unos críticos que invitaban a que la vieran quienes no fueran seguidores de Salvador Allende, porque sentían que ayudaría a ver mejor ese dolor, porque todas las familias tienen fracturas. Me pareció muy interesante, pero dudo que ocurra. Es muy claro que cierto tipo de gente no iba a ver 'Allende mi abuelo Allende', por el nombre.

¿Y qué encontró allende -o más allá- de su abuelo, como indica el título? ¿Cómo era él en la intimidad?
El era alguien bastante entrañable. Este gran peso y dolor tiene que ver con la pérdida de la democracia en Chile, con la pérdida de muchos seres queridos, pero su ausencia es algo que gravita mucho en quienes lo rodeaban. Era alguien muy cálido y con un gran sentido del humor, que es muy reconocido por muchas personas que cuentan anécdotas de sus bromas, sus salidas rápidas y su  capacidad de respuesta, aun siendo presidente. El sentido del humor era vital. Eso lo hacía muy entrañable.

Marcia Tambutti de visita en Chile a sus nueve años.
En 1981, en plena dictadura, Marcia Tambutti visitó Chile para conocer a su familia paterna. Tenía nueve años Imagen: Errante Producciones

¿Por qué en su familia, en vez de usar palabras como papá o abuelo, acostumbran llamarlo Salvador Allende o, simplemente, 'Chicho'?
Mi familia le decía mucho Salvador Allende en toda la época de la dictadura y posterior, porque sólo hablaban de él en actos políticos. A mi madre le da más pudor decir "mi padre", pero también porque las tres hijas, de niñas, siempre llamaron de cariño a sus padres 'Chicho' y 'Tencha'. Son particularidades que se dan en las familias. Siempre escuché llamar a mis abuelos así.

¿Cómo abordó aspectos de esta historia familiar como el exilio, la muerte o los suicidios?
Fue muy doloroso. Creo que hay que asomarse con sutileza, pero con la veracidad que tiene, y eso lo hace contundente. Al abrirse es inevitable darse cuenta de que hay una suma de dolores muy potentes en una familia y ves fragilidades, pero con esta mezcla entre el pudor y la sinceridad que la situación conlleva.

¿Qué significó recibir el premio al mejor documental en el Festival de Cannes 2015?
Fue una sorpresa gigante. En un proyecto que tardas ocho años y has pasado un montón de vicisitudes y dificultades, recibir un premio nunca está como objetivo presente. Pero tengo la sensación que se reconoció un trabajo muy profesional de un gran equipo con experiencia en cine documental y además muy solidario, que me acompañó en forma muy leal y talentosa. Por otro lado,  el premio permitió que la película pudiera ser tomada como tal y no como "aquí viene su nieta a hacernos propaganda". Le dio la libertad, seriedad y capacidad de verla de manera disitinta.

La película 'Allende mi abuelo Allende', producida por la productora chilena Errante, fue presentada en el ciclo de cine chileno, realizado entre el 21 y el 26 de octubre en Berlín y organizado por la Embajada de este país en Alemania. En Europa será distribuida por Doc&Film.