Moda "cautivadora". El último grito
29 de agosto de 2003
Una camisa a rayas que el recluso Matthias Meyenberg está cosiendo en un taller tras las rejas es el mismo tipo de prenda que usaran sólo sus compañeros de celda, pero ahora el público las está comprando online por docenas. "Muchos de mis amigos afuera matarían por una de estas camisas", dijo Meyenberg, de 38 años, quien cumple una sentencia de tres años por narcotráfico. "El producto es divertido y algo atrevido".
Una ocupación hace volar el tiempo...
Meyenberg está aislado del mundo de la moda por docenas de pesadas puertas grises, un muro de 1,3 kilómetros de largo con garitas y alambre de púa. "No hay muchos trabajos que hacer aquí y prefiero coser que quedarme en mi celda mirando el techo", dijo Meyenberg, sentado en una fila de máquinas de coser junto a varios de sus compañeros, mientras dos guardias los observan.
Sólo cerca de un 60% de los internos en el centro de reclusión, en el norte de Berlín, tienen trabajo, dice el administrador de la prisión, Ulrich Fehlau, quien dirige el proyecto. Fehlau espera poder crear empleos para los 1.650 prisioneros de Tegel, si las ventas van bien.
"Te visto desde la prisión..."
Los reclusos han confeccionado sus propias prendas de vestir desde 1898, y también han vendido algunos artículos al público en una tienda de la prisión. Su "colección presidio" comenzó a triunfar después que Stephan Bohle, de la agencia de mercadeo de Berlín Herr Ledesi, creó un sitio en la internet www.haeftling.de.
Los reclusos que trabajan en los productos con el sello "Cautivo", como Meyenberg, pueden recibir un pequeño bono además del monto diario de entre siete y 12 euros. El asesino convicto Christoph Kapturzak está cortando el cuero para una cartera sobre una mesa tras las rejas. Dice que prefiere hacer carteras que producir artículos como cubiertas para carros, como antes.
Lo positivo y lo macabro
"Cualquiera podría comprar esta cartera. Solo espero que no sea un narcotraficante", dice Kapturzak con una fuerte carcajada. Fehlau dijo que no entiende las preocupaciones de que el sello de la moda de la prisión parezca algo macabro. "Algunos de nuestros reclusos en el taller de fundición tendrán que hacer barrotes nuevos para sus nuevas celdas. Eso sí lo considero macabro".