Mujeres que llevan la batuta
11 de enero de 2012Hace tiempo que hay mujeres médicas, ejecutivas y abogadas. Y hasta presidentas y cancilleres. Pero una directora de orquesta es un fenómeno poco usual. Parece que, en Alemania, la emancipación aún no ha llegado hasta el atril.
Hay cuatro mujeres directoras de orquesta que lo lograron pese a todo: Romely Pfund, de Dresde, dirige la orquesta en el Teatro Estatal de Mecklenburgo; Catherine Rückwardt, de Los Angeles, asumió la dirección musical del Teatro Estatal de Maguncia en 2006; la australiana Simone Young es la directora de la Ópera de Hamburgo, y la estadounidense Karen Kamensek se convirtió en la directora general de la Ópera de Hannover luego de pasar por Friburgo, Hamburgo y Maribor.
Solas en la cima
Pero las mujeres siguen siendo la excepción en los cargos directivos de las orquestas y teatros alemanes. Exceptuando a la directora general de la Ópera de Dresde, Ulrike Hessler, de la directora general de la ópera de Stuttgart, Andrea Moses, y las directoras de teatro Andrea Breth y Vera Nemirova, el sexo femenino apenas figura en los puestos de liderazgo de la escena musical. Tal vez se debería mencionar también a Lucia Hinz, directora de orquesta del arzobispado de Múnich-Freising. Su nombramiento en 2010 acarreó alabanzas de las filas feministas para la Iglesia Católica.
Hay otros datos que prueban fehacientemente que las “maestras” ocupan un segundo lugar en el mundo de la batuta. Cuando, recientemente, se buscó sucesor para el director Christian Thielemann en la Ópera de Múnich, entre decenas de candidatos había una sola mujer.
¿Domadora o suma sacerdotisa?
Karen Kamensek celebró su debut en Hannover simbólicamente con la puesta en escena de “Ariadna en Naxos”, de Richard Strauss, una ópera que revela mucho sobre los diferentes caracteres femeninos. A la pregunta sobre cuál es la heroína con la que más se identifica, si con el trágico personaje de Ariadna o con la coqueta Zerbinetta, la directora respondió que entiende muy bien a ambas. Pero en el puesto que ocupa Karen Kamensek se requieren otro tipo de cualidades. Características típicamente femeninas como la preocupación por los demás y la inteligencia emocional son secundarias cuando se debe motivar a 120 músicos profesionales, de los cuales la mayoría son hombres. En realidad, el trabajo de director de orquesta tiene más que ver con el de un general del ejército o con el de un domador de circo. Es un trabajo que requiere poder de convicción y que afecta los huesos. Los problemas de columna son muy comunes entre los directores de orquesta.
“No creo que haya muchas mujeres que quieran hacer algo como esto”, dice la directora estonia Anu Tali. Según ella, se vive viajando, no se cuenta ni con un hogar ni con una vida familiar, y se está expuesto permanentemente al no siempre bienintencionado interés de los colegas y de la opinión pública. “Sería muy beneficioso si pensáramos menos si somos hombres o mujeres y más en que todos somos seres humanos”, dice Tali con cierto enfado. A todos los que ven en la bella directora una “esfinge de ojos azules”, Anu Tali se ha encargado de decirles que es lesbiana, y no un “gatito del Báltico”.
¿Cuota femenina? No, gracias
A pesar de todos los obstáculos, las clases de dirección de todos los conservatorios europeos cuentan con una gran afluencia de mujeres. Casi se podría pensar que lograr un equilibrio de género es sólo cuestión de tiempo.
En EE. UU., donde la feminización de la profesión comenzó hace mucho más tiempo, hay más directoras que en Alemania. La matriarca del sector, Sarah Caldwell, murió en 2006 a la edad de 82 años. Y tampoco es casualidad que tres de las cuatro directoras generales de óperas alemanas vengan de ultramar. Después de todo, no hace mucho que la Filarmónica de Viena, por ejemplo, era territorio prohibido para las mujeres.
También el merecido respeto de la opinión pública hacia las directoras –independientemente de su sexo- contribuye a la normalización del perfil profesional. Nadie diría hoy acerca de directoras internacionalmente reconocidas como Emmanuelle Haim, Susanna Mälkki, Simone Young o Konstantia Gourzi: “para ser mujer, lo hizo muy bien”.
Sin embargo, todas las directoras exitosas están en desacuerdo con una cuota femenina en la música. Según Anu Tali, eso sería ridículo. Lo bueno se impone solo. Y la gente pronto se acostumbrará a ver a alguien con cuerpo de mujer y sin barba frente al atril, dice la griega Konstantia Gourzi. Si bien el frac sigue siendo aún el uniforme –también para las mujeres-, hasta eso podría cambiar con el paso del tiempo.
Autora: Anastassia Boutsko/ Cristina Papaleo
Editora: Emilia Rojas-Sasse