Más soldados para liberar Afganistán
8 de septiembre de 2006
La OTAN quiere enviar, como mínimo, 2.000 soldados adicionales a Afganistán, dijo en Varsovia un portavoz de la organización atlántica al margen de una conferencia del Comité Militar. Con la medida se espera acabar con la resistencia en el intranquilo sur, donde las tropas de paz ISAF de la OTAN revelaron a finales de julio a los estadounidenses, asumiendo el comando de las operaciones. Desde entonces, los 18.000 soldados internacionales sufren ataques continuados por parte de talibanes, traficantes de drogas y señores de la guerra. El último de ellos fue el atentado suicida más grave que la región haya vivido en los últimos cinco años.
"Dentro de poco, como en Irak"
El comandante en jefe de la Alianza por Europa, el general James Jones, ha reconocido que la dureza de la resistencia contra las tropas de paz les ha pillado por sorpresa. Sin embargo,"si uno se adentra en los dominios más profundos de los talibanes, sería un milagro asentarse sobre el terreno sin librar una sola batalla", asegura Markus Kaim, experto en la OTAN de la Fundación Ciencia y Política. "Si en Afganistán se continúa procediendo como hasta ahora, dentro de poco la situación en el país se parecerá mucho a la de Irak", alerta Michael Pohly, experto en Afganistán de la Universidad Libre de Berlín.
David Richards, el general británico al mando de las fuerzas ISAF en Kandahar y Helmand, las provincias afganas del sur, está convencido que ante la concentración de talibanes en la zona, las acciones militares tiene en estos momentos preferencia. Por ello, la ISAF puso en marcha el pasado sábado (02.09.2006) la "Operación Medusa", que trajo la primera confrontación armada directa con los talibanes. Hasta ahora, los soldados de la ISAF han matado a 300 rebeldes.
Conflicto entre fines militares y civiles
Pero aumentar el número de soldados y de equipo militar no es garantía de éxito. "Lo que los estadounidenses no han entendido, ni tampoco los europeos, es que el militar es sólo uno de los aspectos. También hay que ganarse la cabeza y el corazón de las personas", dice Pohly.
Los objetivos militares podrían entrar en conflicto con fines civiles como la reconstrucción del devastado país. "La producción de opio es para muchos habitantes de Afganistán la única forma que tienen de ganarse la vida. Por otra parte, los talibanes financian el cultivo de droga, y éstos a su vez son combatidos por los militares", explica Kaim.
La autoridad del Estado no llega a las provincias
Según un estudio realizado por la Oficina de Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (UNODC), la siembra de adormidera en Afganistán creció en 2006 un 59%, especialmente en Helmand, una de las fortalezas de los talibanes. Las exportaciones drogas supusieron para el país este año unos beneficios de 2.700 millones de dólares, lo que corresponde al 52% del Producto Interior Bruto de Afganistán.
Esta expansión de las plantaciones de droga demuestra lo mucho que el Gobierno de Afganistán, y también la ISAF, se han concentrado en la capital Kabul. En las provincias, la autoridad del Estado no logra imponerse. "Ese es el precio que se paga por haber elegido a Karsai como presidente: un simpatizante de los estadounidenses que en las provincias de Afganistán carece de toda reputación y de toda autoridad", indica Pohly.
¿Qué sucede en el sur?
Ante lo catastrófico de las condiciones, a la OTAN le quedan en Afganistán dos alternativas posibles: aceptar el fracaso y abandonar las provincias a su propia suerte y a la voluntad de los talibanes, o lograr imponer "la ley y el orden" también en el sur del país, para lo cual, con 2.000 más soldados la Alianza apenas tendría fuerzas necesarias para comenzar, opina Kaim.
Sin embargo, ante el aumento de las víctimas el apoyo a la ISAF pasa en muchos países por los peores momentos. El Gobierno alemán ha dejado claro en más de una ocasión que no está dispuesto a enviar a sus soldados al sur del país. "Todo se queda como está: nuestra región es la del norte", declaró en Berlín un portavoz del Ministerio de Defensa. Pero, "si realmente se quiere que la misión de la ISAF sea un éxito, uno no se puede quedar para siempre en el relativamente tranquilo norte", recuerda Kaim.