Sheinbaum, México y el futuro climático: dudas y esperanzas
13 de junio de 2024La victoria de la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, llenó titulares y abrió noticieros de todo el mundo. No obstante, el género centró el mensaje y en pocas ocasiones se destacó su perfil: física de formación y doctora en ingeniería energética, que se ha convertido en la primera científica climática y experta en energía que llega a la presidencia de un país.
Entre su trayectoria, se encuentra su participación en dos informes del Panel Internacional de Cambio Climático (IPCC) y su puesto como secretaria del Medio Ambiente del Distrito Federal entre 2000 y 2006. Por este motivo, desde la sociedad civil, su llegada se ve una oportunidad para priorizar las políticas ambientales y acciones para luchar contra la emergencia climática.
"Conoce de manera muy detallada el problema del cambio climático, sabe perfectamente la magnitud del problema y la complejidad de hacerle frente, la necesidad y la urgencia de cambiar la trayectoria actual”, dice a DW Omar Masera, Investigador del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad del Campus Morelia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
"También entiende la necesidad de hacer planeación, o sea, acciones ahora que tengan un impacto en el largo plazo”, agrega el investigador de la UNAM, que ha coincidido con Sheinbaum en uno de los reportes del IPCC y otros proyectos. "Sabe también la importancia de tener un grupo importante de asesores y de gente que se ha basado en información científica y no puramente política”, puntualiza.
Conocimiento a la espera de ser aplicado
"Se espera que sea capaz de reconocer las transiciones que el Panel ha definido: la transición energética, la más urgente, que implica la promoción de energías renovables y la salida gradual de los combustibles fósiles, la transición de la industria hacia una economía circular y eficiencia energética, la transición de las ciudades, que en México resulta muy urgente, hacia ciudades más saludables, más inclusivas, más verdes, con soluciones basadas en la naturaleza, y más capaces de enfrentar la gestión de los residuos, la eficiencia energética, el consumo responsable del agua…”, enumera a DW Manuel Pulgar Vidal, líder de la Práctica Global de Clima y Energía de WWF Internacional.
Sin embargo, Sheinbaum también cuenta con esa visión adquirida gracias a su mandato como alcaldesa de la capital, de 2018 a 2023. "Una mirada desde lo local puede ayudar a definir políticas públicas más claras en lo nacional”, asegura Pulgar Vidal.
"En la Ciudad de México se dieron logros importantes, como el Programa Sembrando Parques e Infraestructura Verde, cuyo objetivo es aumentar la superficie arbolada y vegetada de la ciudad y también mejorar el flujo de los ríos abiertos, garantizando que haya conectividad entre ellos. También se instalaron sistemas de captación de agua de lluvia, particularmente en las escuelas primarias, lo cual benefició a alrededor de medio millón de personas. También se logró la aprobación de la Ley de plásticos de un solo uso de la CDMX”, enumera a DW Margarita Campuzano, vocera del Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA), confiando que haya una mayor colaboración interinstitucional para tratar los temas ambientales.
Un legado complicado de gestionar
“Hay que separar la presidenta de las prioridades del partido”, considera, por su parte, Sandra Guzmán, Coordinadora del Grupo de Financiamiento Climático para América Latina y El Caribe (GFLAC), recordando que “un político no es una persona independiente, depende de un partido y es ahí donde empiezan los retos”.
Entre estos, se encuentra el legado de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) que “se basó mucho en el fortalecimiento de ciertas instituciones, como Petróleos Mexicanos (PEMEX) y también tiene esta idea errática que producir petróleo es la manera más fácil de generar ingresos”, recalca Guzmán.
“La presidencia de AMLO no se ha caracterizado por ser climática y ambientalmente muy responsable. Carga la construcción del Tren Maya, con una gran destrucción del bosque en la península de Yucatán, y no haber podido desarrollar una infraestructura de esta naturaleza con los debidos cuidados ambientales y los procesos de consulta y de inclusión. Y esto también se refleja en la transición energética: una de las primeras medidas que adoptó AMLO, apenas inició su mandato, fue suspender la subasta de energías renovables convencionales, cosa que no ha podido corregir y que es una gran carga”, recalca Pulgar Vidal.
“El país debe dejar atrás la dependencia de los combustibles fósiles, pero anteponiendo siempre el respeto por los derechos humanos y atendiendo las necesidades de energía de toda la población”, asegura la vocera de CEMDA.
En este sentido, “el reto es que las renovables no sean solamente una oportunidad para negocios de grandes corporaciones a través de mega proyectos en México orientados básicamente a producir ganancias para ellos, sino que haya un proyecto nacional donde el Estado pueda también puede producir y orientar los diferentes proyectos a esta diversidad en el territorio de proyectos, de escalas, de fuentes de energía, donde se incluyan la biomasa, el biogas, la geotérmica, la hidráulica, de pequeña y mediana escala, que pueden ser adaptados a las condiciones diversas de México y pueden ayudar muchísimo a las diferentes comunidades”, agrega el investigador de la UNAM Omar Masera.
Para Sandra Guzmán, el reto de la transición energética pasa por una nueva narrativa que contemple acuerdos públicos-privados. Igualmente, “uno de los retos más grandes que va a tener Claudia Sheinbaum, en general, es ganarse la base social”, concluye.
(ms)