México, campañas electorales en un país convulso
28 de marzo de 2012La atmósfera previa al comienzo de las campañas electorales por la presidencia de México está marcada por la publicación de las encuestas más recientes, que dan al candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, un nivel de intención de votos cercano al 50 por ciento. Siguen la aspirante oficialista, Josefina Vázquez Mota, con cerca del 30 por ciento, y el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, con 20 por ciento. Otros partidos tienen niveles mucho menores.
Pero las campañas electorales serán más que números. De acuerdo con sondeos de opinión realizados por las empresas GEA e ISA, la seguridad es percibida por la ciudadanía como el principal problema a resolver en el país. Todavía en 2009, no había mayor preocupación para la población mexicana que la economía.
Así, el impacto de las numerosas muertes ocurridas en los pasados años, a raíz de la llamada “guerra contra las drogas” –unas 47.500 muertes desde 2006, según las cifras oficiales más recientes-, ubica a la inseguridad pública como el tema que podría ser decisivo en el rumbo de las próximas elecciones presidenciales.
¿Habrá elecciones seguras?
Ante este panorama, una de las primeras preguntas que surge es si existen o no condiciones para la realizacion de elecciones seguras en el país. Hace 18 años, con un panorama político y social menos turbulento que el actual, el proceso se vio marcado por la violencia al ser asesinado el entonces candidato del PRI, Luis Donaldo Colosio Murrieta. También en 1994, pero el 1 de enero, había estallado en Chiapas la insurgencia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Hace seis años, un fuerte enfrentamiento político entre el gobierno federal y el de la capital estuvo a punto de causar una crisis institucional. Las elecciones –que se decidieron por una diferencia de 233 mil votos- fueron impugnadas, y López Obrador –quien repite como candidato- se negó a reconocer los resultados.
La situación general de la seguridad en México ha empeorado de manera continua desde las elecciones de 2006, asegura Peter Hachemer, investigador del Instituto para la Investigación de Conflictos Internacionales, en Heidelberg: “En algunas regiones la violencia es cotidiana, tanto entre grupos criminales como entre éstos y los militares”.
En cuanto a la violencia política, “en años recientes se repite el caso de políticos que son amenazados por criminales, o asesinados. En Michoacán, el estado donde nació el presidente Felipe Calderón, candidatos a puestos municipales recibieron amenazas y un candidato a alcalde fue muerto a tiros. Y esto, a pesar de la presencia de 8.000 soldados que debían preservar la seguridad en las elecciones regionales”, señala Hachemer.
“Lo más terrible”, agrega el experto, “es la violencia contra la población civil. Se habla de 12.000 muertos tan sólo el año pasado”.
¿Cuál es la perspectiva para 2012? “El Instituto Federal Electoral ha perdido algo de credibilidad”, dice Manuel Paulus, investigador de la Universidad de Rostock y estudioso de la realidad mexicana. “Pero en general es una institución respetada, que prepara los procesos electorales de un modo muy profesional.”
En cuanto a la posibilidad de actos violentos, “quizá las mafias o algunos otros grupos intenten influir de esa manera, pero no creo que alcancen a afectar el proceso general”, señala.
“Para las próximas elecciones presidenciales será importante cuán amenazados se sientan los carteles más poderosos, y cuáles serán las promesas de los candidatos en cuanto a la seguridad”, añade por su parte Hachemer.
¿Un “nuevo PRI”?
El Partido Revolucionario Institucional ocupó el poder en México durante más de 70 años, durante los cuales incurrió en violaciones a los derechos humanos, como en el caso de la masacre de estudiantes en Tlatelolco, el 2 de octubre de 1968. De confirmarse las tendencias actuales en cuanto al voto por la presidencia, este partido regresaría al poder.
El candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, “se presenta como un representante de una nueva generación, que ha aprendido de los errores del pasado. Ha prometido que someterá a revisión la política del actual gobierno, y que se dedicará sobre todo a combatir el desempleo, fenómeno que es en parte causante de la violencia actual. Está por verse si mantendrá la mano dura y la presencia militar, o si sigue su propia estrategia”, asevera Peter Hachemer.
López Obrador, ¿una alternativa?
En 2006, cerca de 15 millones de mexicanos votaron por el izquierdista Andrés Manuel López Obrador. Hoy, el candidato del PRD-PT habría perdido cinco millones de esos votos, según indican las encuestas.
“Esto es indicio de que no es percibido como un político que haga un trabajo opositor serio”, analiza Manuel Paulus. El investigador de la Universidad de Rostock considera que “además, y esto es muy importante, no parece ofrecer un concepto claro de seguridad. No transmite un perfil definido en esta materia, que para los mexicanos es muy importante.”
PAN, ¿la decepción?
En cuanto al partido que ha gobernado México a lo largo de los pasados doce años, el conservador Acción Nacional, “los mexicanos perciben que la llamada ‘guerra contra las drogas', una de las principales políticas del presidente Calderón, ha fracasado. Por un lado, los ciudadanos tienen temor pues el crimen les afecta directamente. Por otro, el fracaso al combatir a las mafias erosiona la confianza en el Estado como garante de la seguridad”, evalúa Paulus.
Pero una eventual derrota del PAN no sólo obedecería a la estrategia para combatir a las mafias. “En otros campos de la política mexicana se han cometido errores a lo largo de los pasados doce años. Así, incluso en otros países es normal que luego de dos legislaturas las elecciones estén marcadas por cierta decepción.”
En qué medida representan los candidatos soluciones reales al problema de la violencia en México, es cosa que está por verse. “Independientemente del resultado electoral, no creo que vaya a cambiar mucho en la política contra las mafias”, dice Paulus. “El factor más importante es que Estatos Unidos sería participante en una eventual cooperación, y no aceptaría la posibilidad de una negociación con los criminales, ni tampoco cambios en su política fronteriza.”
“La estrategia de depositar la seguridad en el ejército no es la correcta”, comenta Peter Hachemer. “Será tarea del nuevo gobierno, sea del partido que sea, desarrollar una estrategia sustentable en materia de seguridad”.
Autor: Enrique López Magallón
Editora: Rosa Muñoz Lima