"No existe un plan B serio"
27 de mayo de 2005
DW-WORLD: Como catedrático sobre asuntos europeos se ha ocupado a profundidad del "Tratado sobre una Constitución para Europa". ¿Hay allí algún artículo que usted prefiera?
Wessels: Tengo algunos. Uno de ellos es el preámbulo, pues en él se intenta contextualizar más ampliamente al Tratado. Hasta ahora se ha tratado más bien de una Comunidad Económica, aún durante la Unión Europea. El preámbulo coloca la política europea en un contexto filosófico distinto, una especie de definición de identidad. Un segundo artículo que me gusta es el de la división de competencias. No es un acto revolucionario, pero trae orden y sistema al asunto.
DW-WORLD: El texto de la Constitución tiene, dependiendo de la edición, entre 340 y 500 páginas, y sólo pocos ciudadanos europeos la han leído ¿Podría formular los elementos nucleares en cinco frases?
Wessels: En el primer capítulo, el Tratado de la Constitución formula las bases y expone valores, la división de competencias, la función de las instituciones y diversos aspectos de la vida democrática. Un segundo capítulo habla de los derechos fundamentales. Un tercero trata acerca de los campos políticos, que no se diferencian en mucho a los de ahora. El último capítulo son las disposiciones generales y finales.
DW-WORLD: ¿Qué le trae de bueno la Constitución al ciudadano europeo?
Wessels: En general se puede decir que las decisiones políticas se harán más transparentes. Que nuestra elección del Parlamento Europeo será más importante. Se podría resumir así: con la Constitución se plantean posibilidades que podrían traer ventajas.
DW-WORLD: Lo que usted enuncia suena muy positivo. Entonces, ¿por qué tantos ciudadanos están en contra de ella, por ejemplo en Francia?
Wessels: Los adversarios de la Constitución se encuentran en todo el espectro político, de la extrema derecha a la extrema izquierda, y utilizan los argumentos más diversos. Buena parte de ellos se originan en la política interna del país. Otra parte de ellos se origina en ciertos puntos críticos de la Constitución, los cuales abren posibilidades no deseadas.
DW-WORLD: ¿Como por ejemplo?
Wessels: El movimiento pacifista recalca, por ejemplo, que la Constitución abre posibilidades militares a la Unión Europea, para situaciones de crisis.
DW-WORLD: ¿Cree usted que los referendos se realizan con demasiada celeridad?
Wessels: Yo creo que no. Si mi análisis de las causas es correcto, ahora se ponen de manifiesto ciertas opiniones latentes, que podrían surgir también con otros textos. Por ejemplo, la referencia a Dios, que para Polonia seguiría siendo importante. En Francia que la Constitución carezca de esa referencia, permitiría que las maestras musulmanas puedan ir con pañuelo a la escuela. Si uno expone esos puntos a la voracidad de la opinión pública, por supuesto que se va a inflamar la discusión. A menudo en ella no se trata de la Constitución o de un artículo en concreto, sino de una interpretación. Como por ejemplo lo de la membresía de Turquía, lo cual no se está poniendo en este momento a votación.
DW-WORLD: ¿Qué significa que gane el "no" en un referéndum, como en Francia u Holanda?
Wessels: Significa, en un principio, que la Constitución no entre en vigor. Seguro que sí marca una diferencia si se rechaza la Constitución en Francia, o en Holanda o Dinamarca en los cuales sí podría haber un nuevo referendo. En Francia, en mi opinión, no habrá un segundo referendo. Tampoco queda claro cuál es el problema básico en Francia.
DW-WORLD: ¿No existe un plan B?
Wessels: Un plan B serio no existe. Hay catedráticos que han escrito mucho respecto a lo que se puede quitar o poner, para que sea ratificado. Lo que queda claro es que todo plan B significa que el Tratado ha fracasado. No creo que en Francia se vuelva a hacer un referendo al respecto. Los mismo partidarios de la Constitución estarían en contra.
DW-WORLD: Entonces, ¿todos los ejemplares impresos de la Constitución están destinados a la papelera?
Wessels: Para el gran público, sí. Para los trabajos científicos, no, pues la Constitución es un reflejo de una imagen futura de Europa que encuentra amplia aceptación en círculos gubernamentales y parlamentarios. En Francia, esta Constitución habría sido aprobada sin problemas por el Parlamento. El Tratado de la Constitución identifica problemas fundamentales y propone cómo tratarlos. En ese sentido es un documento que puede orientar la discusión futura.