Nueva estrategia de los activistas contra la cumbre del G8
17 de mayo de 2007Tras la muerte de Carlo Giuliani, las luchas contra la globalización se estancaron durante algún tiempo. Pero en realidad, fueron las vallas y los escuadrones de 18.000 policías los que frenaron los altercados durante la cumbre del G8 en Génova en el verano de 2001. El Gobierno italiano incluso suspendió el Acuerdo de Schengen para poder controlar sus fronteras, pero, en cuestión de dos días, la situación se les fue de las manos. Cientos de bombas de gas fueron lanzadas contra los manifestantes; 900 activistas que fueron encarcelados declararon haber sido maltratados; pero el acontecimiento más violento fue el asesinato de Carlo Giuliani, de tan sólo 23 años. "La situación casi llegó a convertirse en una guerra civil", dice el politólogo Wolfgang Kraushaar.
Las protestas dejan coja a la cumbre
Pero las protestas comenzaron antes: fue en 1999 cuando se convocó la primera gran manifestación, la "batalla de Seatle", en la que manifestantes y fuerzas de seguridad se enfrentaron en las calles. Aquella vez se reunieron 50.000 activistas contrarios a la globalización para manifestarse contra la Ronda del Milenio de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Y consiguieron sus objetivos: la inauguración se llevó a cabo ante un auditorio vacío.
Junto a los miles de sindicalistas estadounidenses y canadienses también participaron en las protestas organizaciones a favor de la mujer, del pueblo y de los derechos humanos, así como ecologistas, anarquistas y cristianos. Según afirma el politólogo y miembro de Attac, Elmar Altvater, esta mezcla tiene una razón de ser, y es que "se ha formado una coalición entre intereses de la más diversa índole, que, obedeciendo a las normas de libre comercio de la OMC, serían tachados de negativos".
Tras las protestas de Seatle, los activistas antiglobalización no dejaron pasar la oportunidad de expresar su desacuerdo ante las reuniones de la Organización Mundial del Comercio, de la OTAN, del Foro Económico Mundial (FEM) y del Fondo Monetario Internacional (FMI), y tampoco de intentar impedirlas. El congreso anual del FMI y del Banco Mundial (BM) en Praga en el 2000 fue anulado, después de que los manifestantes asediaran la sala del congreso. Los delegados tuvieron que ser evacuados en el metro.
Cambio de planes
Los altercados de Génova marcaron un antes y un después, ya que ambas partes cambiaron su estrategia de actuación. Los eventos de la cumbre fueron trasladados de las grandes ciudades a lugares de difícil acceso en las montañas, como Evian en Francia, o en la naturaleza más salvaje, como en Kananaskis, Canadá, con el fin de evitar las protestas, a los medios de comunicación y de reducir gastos. Entonces el número de manifestantes se redujo considerablemente. Por ejemplo, durante la reunión de ministros de la OMC en Qatar apenas hubo altercados.
Pero los activistas antiglobalización también tomaron nuevas iniciativas. Hasta la cumbre de Génova su objetivo era impedir que las reuniones se celebrasen; a partir de entonces es, básicamente, el bloqueo de los accesos hasta los remotos puntos de encuentro.
"El movimiento debe tomar la iniciativa por sí mismo"
Además de los manifestantes, que se hacen oír a través de batallas callejeras y enfrentamientos contra las fuerzas de seguridad, también hay otros activistas, sobre todo intelectuales de izquierdas, que intentaron desarticular las protestas y llevar la crítica a otro nivel. Consiguieron ofrecer un programa alternativo sin violencia y apto para activistas pacíficos a través de conciertos y otros eventos.
Por ejemplo, en el 2001 se organizó el primer Foro Social Mundial (FSM) en Porto Alegre, Brasil, a modo de contraproyecto a la reunión de los dirigentes a favor de la globalización. Con el lema "Otro mundo es posible", se han impuesto el objetivo de vincular a diferentes organizaciones y movimientos "que colaboren en la construcción de un mundo diferente a través de acciones concretas tanto a nivel local como internacional", anuncia la carta de presentación del FSM, que se reúne cada año. Sin embargo, no habría que conformarse con estas reuniones anuales, "sino seguir buscando y creando alternativas en un proceso permanente".
Según Elmar Altvater, uno de los puntos débiles del movimiento antiglobalización es que su motivación sólo sean los macroeventos proglobalización. "Ahora el movimiento debería tomar la iniciativa y actuar por sí mismo, en lugar de reaccionar". Los activistas ya han anunciado protestas contra la cumbre del G8 en Heiligendamm, en la costa alemana del Báltico, que se celebrará el próximo junio. Además de una manifestación masiva prevista en Rostock, también se celebrará un concierto y se llevarán a cabo un congreso alternativo y eventos sobre asuntos como el militarismo o la agricultura. Y es que, según Altvater, "hay que motivar a la gente".