Obama ante el examen de las urnas
1 de noviembre de 2010El vendaval de popularidad, nacional e internacional, que encumbró a Barack Obama a la Casa Blanca, se ha convertido entretanto en una brisa, incapaz de movilizar al electorado demócrata con la fuerza de hace dos años. De acuerdo con los sondeos, es probable que mantenga su mayoría en el Senado, pero pierda escaño en la Cámara de Representantes. Y, cualquiera que sea el resultado, de antemano está claro que el carisma del presidente ya no cautiva de la misma forma a los estadounidenses, aquejados sobre todo por las preocupaciones económicas.
Popularidad en Europa
En Europa, el panorama es diferente. Aunque las desmedidas expectativas que generó su elección han dado paso a una visión más realista y aumentan los que se sienten decepcionados, Obama sigue gozando de amplias simpatías en la población y de una popularidad que su antecesor, George Bush, no tuvo ni en sus mejores tiempos. En Alemania, por ejemplo, una encuesta realizada por encargo de la revista Stern indicó que el 72 por ciento de los interrogados se sentía satisfecho o muy satisfecho con el trabajo realizado por el gobernante estadounidense. Sólo un 17% se mostró descontento en el sondeo, publicado a comienzos de agosto. Por el contrario, en el caso de Bush, el 87% de los alemanes se mostraba descontento con su gestión en 2004.
Otro sondeo, llevado a cabo por la fundación norteamericana German Marschall Fund y dado a conocer a mediados de octubre, reveló que el 78 por ciento de la población de la Unión Europea y Turquía aprueba en general las decisiones del presidente estadounidense en materia de política internacional. Eso representa un retroceso con respecto a 2009 (83%). El mayor respaldo lo obtiene Obama en Portugal (88%9 y el menor en Turquía (28%). Pero no todas sus medidas son bien vistas en Europa. Críticos se muestran los europeos, por ejemplo, con su política con respecto a Afganistán e Irán, que sólo cuenta con un 49% de respaldo.
Más racionalidad
Pero no son los temas internacionales los que marcan la pauta en las elecciones legislativas estadounidenses de este 2 de noviembre. Son los problemas internos del país, como la alta tasa de desempleo, y no los traumas derivados del 11 de septiembre de 2001. Y eso puede ser interpretado como una señal positiva. Como dice un comentarista del periódico Frankfurter Rundschau, en este punto Obama ha realizado un buen trabajo: “Se ha producido un cambio en la conciencia estadounidense y la forma de abordar el peligro terrorista –que sigue siendo muy real- se ha vuelto más racional”.
En el mismo sentido, un comentario del periódico Berliner Zeitung apunta: “Estados Unidos está hoy lejos de los bloqueos mentales de aquellos días en que el peligro terrorista era pintado como una amenaza existencial e instrumentalizado políticamente. Ya no basta con situar a Osama bin Laden en una misma fila con Hitler y Lenin para poner a Estados Unidos en pie de guerra. Y eso también es mérito de una política antiterrorista calmada del gobierno de Obama”.
Autora: Emilia Rojas
Edotora: Claudia Herrera Pahl