Obama en Buchenwald: una visita con valor personal
5 de junio de 2009Si hay algo a lo que los estadistas deben acostumbrarse tan pronto se estrenan en sus funciones oficiales, es al hecho de que cada uno de sus gestos públicos tenderá a verse cargado de simbolismos insospechados y, en consecuencia, dentro de lo posible, a ser planeado con detenimiento para evitar interpretaciones indeseadas. Tómese el caso de la visita que Barack Obama hizo hoy viernes 5 de junio al ex campo de concentración de Buchenwald, en las cercanías de Weimar, en la provincia alemana de Turingia.
Una gira bien planeada
El presidente estadounidense llegó el jueves por la noche a Dresde proveniente de El Cairo, en cuya universidad había pronunciado un discurso con miras a mejorar las maltrechas relaciones de EE. UU. con la comunidad musulmana internacional y a reafirmar su compromiso con la búsqueda de una solución de dos Estados para el crónico conflicto en el Cercano Oriente.
Algunos analistas políticos observaron que las palabras de Obama en El Cairo, una de las ciudades más importantes del mundo islámico, se vieron reforzadas por el hecho de haber viajado directamente a Alemania en lugar de haber hecho estación en Israel, y que, a su vez, esa omisión se vería compensada por su visita al campo de concentración de Buchenwald, donde fueron asesinados unos 56.000 seres humanos, entre ellos 11.000 judíos, un día antes de conmemorarse el 65° aniversario del desembarco de las tropas aliadas en Normandía (el 6 de junio de 1944 tuvo lugar el llamado “Día D”).
Huellas familiares en Alemania
En este caso, la visita a Buchenwald sirvió no solamente para darle coherencia a la conciliadora política internacional de la administración Obama, sino también para satisfacer un viejo anhelo de Barack, el ser humano: conocer de primera mano el campo que su tío abuelo Charles Payne ayudó a liberar. Payne fue miembro de las tropas estadounidenses que vinieron a Europa a luchar durante la Segunda Guerra Mundial.
Obama se mostró conmovido tras su recorrido por las instalaciones del antiguo campo de concentración, admitiendo que el lugar no había perdido un ápice de su aura aterradora y que todavía podía acordarse de los relatos que hacía su tío abuelo, a quien le costó mucho asumir lo vivido durante la guerra.
Una visita con valor personal
Refiriéndose a las víctimas del Holocausto, Obama dijo: “Nunca hubieran pensado que un día un presidente estadounidense vendría a visitar este lugar junto con la canciller federal alemana, en una Alemania que hoy es una democracia vibrante y un estimado aliado de los Estados Unidos”.
De tratarse de una visita informal probablemente habría empleado palabras menos solemnes; pero Obama estaba flanqueado por Merkel , el ganador del Premio Nobel de la Paz Elie Wiesel, impulsor de la visita, y Bertrand Herz, un sobreviviente del campo.
“Señor Presidente, nosotros hemos depositado grandes esperanzas en usted; grandes esperanzas en que, con su visión moral de la historia, usted logre hacer de éste un mundo mejor, en donde la gente no declare más guerras y deje de sentir odio”, exclamó Wiesel, quien, luego de pasar por varios campos de concentración, fue liberado precisamente en Buchenwald.
Compromisos en el Cercano Oriente
Antes de su visita a Buchenwald, Obama y Merkel se reunieron en Dresde, y en una rueda de prensa dieron a conocer sus coincidencias en relación con el proceso de búsqueda de paz en el Cercano Oriente.
“En nombre de la República Federal de Alemania he dicho que queremos ayudar a que este proceso de búsqueda de paz se desarrolle, poniendo nuestra experiencia, nuestros conocimientos y nuestras posibilidades a disposición. Necesitamos una solución de dos Estados para la región, un Estado para Israel y un Estado palestino. Y todo lo que Alemania pueda hacer, lo hará, para hacer de éste un proceso constructivo y exitoso”, declaró la canciller alemana.
“Como amigos del Estado de Israel, Estados Unidos tiene el deber de ser sincero y de decir lo importante que es una solución de dos Estados para los intereses de Israel, de los Estados Unidos y de los palestinos en materia de seguridad nacional”, explicó por su parte el presidente norteamericano, haciendo hincapié en la necesidad de que las partes en conflicto lleguen a compromisos y renuncien a la violencia.
Un corta visita a Alemania
Tras enterarse de las especulaciones mediáticas según las cuales él se habría abstenido de visitar la capital alemana debido a discordancias entre Washington y Berlín, Obama procedió a disipar los rumores alegando que la omisión se debe a la brevedad de su paso por Alemania.
“No hay nada de cierto en estas especulaciones, excepto que hemos intentado abarcar todo lo que se puede abarcar en un viaje tan corto como éste”, subrayó Obama, para luego amonestar a los periodistas con una sonrisa amplia pero severa: “Yo sé que ustedes necesitan informar sobre algo, pero nosotros tenemos suficientes problemas como para crearnos problemas artificiales”, agregó el presidente estadounidense, quien aprovechó su paso por Dresde para visitar el casco histórico de la ciudad, la “Bóveda Verde” –el museo que contiene la mayor colección de tesoros en Europa– y la recién restaurada Iglesia de Nuestra Señora, el edificio emblema de la ciudad.
Autor: Evan Romero-Castillo
Editor: Pablo Kummetz