Objetivo de las vacaciones, protección del medio ambiente
19 de diciembre de 2010A las ocho de la mañana ya están todas las toallas colocadas en la piscina. A las once ya vienen los primeros turistas a tomar un trago de la ponchera de sangría. Dentro del hotel aguarda un buffet libre, y el personal habla alemán. Así son, más o menos, unas vacaciones en una zona costera de Mallorca, una semana por 287 euros, vuelo y bebidas incluidos.
Un rayo de luz para el ecoturismo
Un escenario así supone la posibilidad de escapar de la vida cotidiana a precios baratos, pero también una enorme amenaza para el medio ambiente: el turismo masivo sobrecarga las regiones vacacionales desmesuradamente, y daña la naturaleza. En Mallorca, la escasez de agua y la pavimentación de las zonas costeras para la construcción de complejos hoteleros son algunas de las consecuencias de las masas de turistas, principalmente ingleses y alemanes, que inundan las antiguamente tranquilas playas de las Islas Baleares desde la década de los 50.
Existe una alternativa a la eterna lucha por las mejores playas del mundo: el turismo comedido. Bajo esta categoría entran varias modalidades, como el turismo verde o ecológico. Un concepto con diferentes nombres, pero esencialmente un mismo significado: los viajes se deben realizar de forma social y ecológicamente respetuosa, sin destruir ni modificar los destinos vacacionales por los turistas.
Buena conciencia incluída
“El ecoturismo es una forma responsable de viajar que contribuye a la protección medioambiental y al bienestar de la población local”, explica Ayako Ezaki, de la Sociedad Internacional de Ecoturismo (TIES). “Su objetivo es que tanto la naturaleza como las personas puedan beneficiarse del respeto cultural, económico y ecológico de este tipo de turismo”. Para ello, ciertamente, la gente debe gastarse más dinero que con los paquetes de vacaciones de agencias, pero por otra parte se ahorran remordimientos. Más de un turista ya no se siente bien al pensar que gasta cada día incontables litros de agua en sus duchas, mientras que los locales apenas disponen de agua potable.
Este tipo de sentimientos son urgentemente necesarios en vista de los progresivos pasos del Cambio Climático. Anteriormente, estos viajes iban siempre acompañados de precios tan altos que poca gente se podía permitir salir a ver el mundo. Pero en el último siglo, las vacaciones han pasado a ser algo garantizado, al menos para los habitantes del mundo industrializado de los países del norte. Cada año se registran cerca de 900 millones de viajantes en el turismo global, con graves consecuencias: con el crecimiento de la industria, se incrementan también las emisiones de CO2 rápidamente.
Paneles solares en los techos de los hoteles
Pero también crece la rama del Ecoturismo, según TIES, hasta un 34% cada año desde 1990. Jonathan Tourtellot, del Centro del National Geographic de Destinos Sostenibles, opina que este desarrollo se debe a la creciente conciencia de la gente por la protección medioambiental y la lucha contra el Cambio Climático. “Además, la demanda de destinos auténticos es cada día más grande”, afirma Tourtellot.
Aún así, los ecoturistas viajan principalmente en avión, y contribuyen así a las emisiones extra de CO2. Además, los centros turísticos utilizan enormes cantidades de electricidad. Filtros en las piscinas, aire acondicionado, iluminación nocturna... Toda esta energía suele provenir de combustibles fósiles. Pero a pesar de ello, esta modalidad de turismo logra reducir los daños al medio ambiente, por ejemplo, mediante el uso de energías regenerativas en los complejos hoteleros.
Diversidad como incentivo
La isla tailandesa Kho Khao es un proyecto modelo para una vía diferente. El complejo Playa Kho Khao, por ejemplo, obtiene una buena parte de su demanda de energía a partir de una combinación de sistemas solares y eólicos. El objetivo es la reducción de emisiones de CO2 en un 20%. La isla entera será, a largo plazo, un ejemplo de turismo sostenible.
El ecoturismo se basa en la autenticidad, a diferencia de los clásicos puntos vacacionales. Los turistas no deben encerrarse en el ambiente clínicamente pulcro del hotel, sino que deben acercarse a la diversidad del entorno y su belleza natural. Esta última es, en realidad, el mayor potencial de la isla, habitada por tortugas marinas, delfines y ciertas aves. Para la protección de estos animales, es de capital importancia un desarrollo prudente y ecológicamente respetuoso del turismo.
Turismo verde como modelo de desarrollo
Por ecoturismo no se entiende únicamente la protección del clima: el concepto también está presente en debates de política de desarrollo. Ekazi, de TIES, expresa que el ecoturismo de grupos locales debe ayudar en la lucha contra la pobreza y desarrollarse a largo plazo. Además, lo ideal sería que los turistas aprendieran algo de la cultura del país que visitan, y que se relacionen con la población nativa.
“El ecoturismo no es un camino unidireccional”, dice Ezaki. “Aunque en estos momentos se esté estableciendo como modelo de desarrollo en muchos países del sur del planeta, eso no significa que no se dé también en países económicamente más fuertes”.
El centro del National Geographic de Destinos Sostenibles trabaja, por ejemplo, junto con una iniciativa local en Douro-Tal, Portugal, para la instauración de un turismo comedido en la región. Y también hay esperanza en Mallorca: numerosos proyectos desean conservar y mostrar la belleza de la naturaleza local al margen del turismo masivo. A este efecto, el Gobierno español ya ha ordenado que se detengan las construcciones de complejos hoteleros en algunas regiones.
Autora: Nele Jensch / Lydia Aranda Barandiain
Editor: Enrique López