OMC: ¿hacia adónde?
17 de enero de 2005Los críticos de la Organización Mundial de Comercio, OMC, son quienes subrayan con mayor énfasis la necesidad de reformar a la organización mundial a la que responsabilizan de los aspectos negativos de la globalización: los desequilibrios sociales y ecológicos a nivel global y las desventajas comerciales que afectan a los países en desarrollo. Entre las voces más radicales se encuentran aquellos que proponen que la organización sea eliminada, otros, que comprenden la importancia del multilateralismo, insisten en que sea reformada.
El director general de la OMC, Supachi Panitchpakdi, presentó en Ginebra un informe elaborado por un consejo independiente sobre el futuro de la OMC. El documento, de 102 páginas, fue elaborado por ocho expertos en comercio internacional, bajo la dirección del ex-director general del GATT y de la OMC, Peter Sutherland, entre los que se encuentra el ex-ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Celso Lafer.
Renovarse o morir
“La OMC, por su esencia y su proceso de creación es uno de los mayores logros del multilateralismo”, dijo Sutherland durante una conferencia de prensa en la que también subrayó que la proliferación de acuerdos bilaterales y regionales entre los gobiernos erosiona el sistema multilateral. Sutherland exhortó a una mayor cooperación política entre los países para evitar que los gobiernos busquen acuerdos bilaterales y tratos preferenciales, cuyos objetivos no tienen nada que ver con el comercio.
La llamada Ronda del Desarrollo de la OMC, que se inició en Doha en noviembre del 2001 tras el fracaso de Seattle, prometía reactivarse en la Reunión Interministerial de Cancún, celebrada en septiembre del 2003. Se esperaba una profundización de la orientación neoliberal que inició la Ronda de Uruguay, última Ronda del GATT, organización antecesora de la OMC. En Cancún, tanto Estados Unidos como la Unión Europea esperaban un avance en la liberalización del comercio mundial. Era evidente que los países en desarrollo tendrían interés en mejorar su acceso a los mercados internacionales mediante un acuerdo multilateral de liberalización comercial, en lugar de los acuerdos bilaterales o regionales promovidos por Estados Unidos.
El fracaso de Cancún
En Cancún, el G-20, el grupo de países impulsado por Brasil y Argentina e integrado por las economías más débiles de la Ronda, se convirtió en el bloque opositor frente al eje Bruselas-Washington. Esta coalición modificó la agenda, al supeditar la reducción de aranceles sobre las mercancías no agrarias a la eliminación de los subsidios a la exportación y las ayudas internas a la agricultura. El G-20 impidió que la Unión Europea, Estados Unidos y Japón introdujeran el libre acceso de las inversiones extranjeras y garantías a la libre competencia en los mercados, dos iniciativas que hubieran tenido efectos letales para las economías en desarrollo. Estos países prefirieron renunciar a las conquistas logradas en materia agrícola antes de exponer sus economías, sin protección, al capital internacional.
El fracaso de Cancún ha sido un aplazamiento de la Ronda del Desarrollo. En agosto pasado se llegó a un acuerdo en la sede de la OMC en Ginebra para desbloquear el proceso de liberalización comercial, con el objetivo de concluir la Ronda del Desarrollo en Hong Kong en julio del 2005.
La ley del más fuerte
En las negociaciones bilaterales el más fuerte es el que determina las reglas. En la OMC, por lo menos formalmente, todos son iguales. Es un foro mundial en el que los miembros pueden negociar la apertura de nuevos mercados y bajo que reglas. Sin embargo, los últimos diez años han demostrado que los países industrializados tienen el papel predominante. Tienen la capacidad financiera para imponer sus intereses en el proceso de negociaciones. Han comprendido el mecanismo para, a través de la OMC, acceder a nuevos mercados sin dejar de proteger los propios. Una muestra de ello son las subvenciones agrícolas europeas.
Organizaciones no gubernamentales demandan una reforma estructural para que los países en desarrollo tengan un mejor acceso a los mercados. Un punto importante para alcanzar este objetivo es dotar a la organización de una mayor transparencia. Que todas las delegaciones tengan acceso a las negociaciones y documentos de discusión. Sin embargo, será difícil alcanzar un consenso en una organización integrada por 148 miembros, donde hay múltiples opiniones pero nadie que marque la ruta a seguir. Llama la atención que el actual informe y sus recomendaciones provienen de asesores externos convocados por el director general. Supachai Panitchpakdi dimitirá de su cargo en agosto, entre otros postulantes, Pascal Lami, Comisario de Comercio de la EU, aspira a ser su sucesor.