Opinión: Baviera, cada vez más aislada
30 de julio de 2018"Humanidad y orden en la política de asilo”. Eso es lo que el presidente bávaro, Markus Söder, pretende lograr en su estado federado, según él mismo dijo en la inauguración de la nueva Oficina de Asilo y Expulsiones, que funciona en Baviera. La nueva autoridad, situada cerca de Ingolstad, está a menos de 100 kilómetros de Núremberg, desde donde la Oficina Federal de Migración y Refugiados (BAMF) regula los procedimientos de asilo en toda Alemania.
En esta nueva institución regional y sus correspondientes autoridades para extranjeros trabajarán próximamente alrededor de 1.000 personas. Cuando esta administración comience su trabajo, el próximo 1 de agosto, también gestionará las instalaciones de los centros de acogida primarios bávaros, que en un futuro se convertirán en los llamados centros de tránsito.
Caos y división en lugar de humanidad y orden
Su tarea: coordinar expulsiones rigurosas y viajes de vuelta por voluntad propia. Y, en la medida de lo posible, acelerar estos procedimientos, todo ello en el marco de una "interpretación más abierta” del derecho de asilo vigente. Pero, en lugar de conseguir humanidad y orden, la Unión Social Cristiana (CSU) solo genera división y caos con su política solitaria.
Y es que, con este intento, el gobierno liderado por la CSU en Múnich solo consigue distanciarse más todavía de Berlín. Ello a pesar de que los conservadores bávaros, como miembros de la coalición de gobierno federal, se han enfrentado a sus socios por una nueva política de asilo.
En vez de apostar por un enfoque constructivo respecto al joven acuerdo, la CSU prefiere poner en peligro no solo eso, sino también su frágil relación con la CDU de Angela Merkel y con los socios de coalición socialdemócratas, el SPD. El partido de gobierno de Baviera, además, se distancia del resto de estados federado al pasar por alto una norma unitaria para todo el país.
Los conservadores bávaros, contra quienes les apoyan
La solución a la crisis migratoria no se alcanzará sin cooperación y cohesión social. La separación no sirve para nada, algo que hemos podido comprobar a escala europea. Los primeros progresos se lograron este verano, cuando los Estados miembros de la Unión Europea se pusieron de acuerdo. Algo que también hizo peligrar la CSU con su ultimátum a la canciller Merkel. Que Baviera quiera ahora intentar llevar a cabo rechazos más rápidos con su policía fronteriza en el borde austríaco no es algo que cause precisamente alegría en sus vecinos europeos.
Pero, sobre todo, el Gobierno de la CSU perjudica al apoyo en su estado federado. Para los bávaros la política migratoria es un tema importante, por supuesto, pero la manera de proceder de su Ejecutivo molesta a muchos. Hace unos días, decenas de miles de personas protestaron en Múnich contra la política migratoria de la CSU. Los conservadores también cosecharon críticas entre diferentes representantes de las iglesias de Baviera.
Tras la disputa en torno a la cuestión del asilo, el partido ha caído a niveles históricamente bajos en las últimas encuestas. Algo que ocurre solo unos meses antes de los comicios en el estado federado, en los que los bávaros tendrán que elegir un nuevo Parlamento y, a través de él, un nuevo presidente. Una cita electoral en la que el partido podría ver por primera vez los resultados nulos de su política actual si acaban recibiendo una derrota.
Autora: Maximiliane Koschyk (EAL/DG)
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