Opinión: Los italianos, decepcionados, eligen el caos
5 de marzo de 2018
Las elecciones en Italia no han dado lugar a ninguna mayoría de gobierno y, en ese sentido, envían una señal preocupante. El 60% del electorado italiano ha apoyado en estos comicios a partidos populistas, ya sea al izquierdista Movimiento 5 Estrellas o, por la derecha, a una lista de cuatro partidos populistas que incluía hasta a neofascistas. ¿Hasta qué punto tienen que estar frustrados los italianos respecto a los anteriores Ejecutivos para echarse en brazos de los populistas, que todo lo prometen, juegan con el miedo, pero en la realidad cumplen con bien poco?
Un resucitado político
El resucitado Silvio Berlusconi, a sus 81 años, sigue siendo para muchos un faro de esperanza, con al menos un 15% de los votos; ello a pesar de que no hay nadie que represente mejor al viejo sistema. Hasta el xenófobo y enemigo del euro Matteo Salvini parece más suave a su lado. Sobre los "Hermanos de Italia”, admiradores abiertos de Mussolini que también forman parte de esta coalición de derechas, prefieren callar. Al otro extremo se presenta la plataforma protesta del Movimiento 5 Estrellas, cuyo líder ha prometido el cielo, pero quiere gastarse un dinero que Italia no tiene. La Unión Europea es su cabeza de turco: debería dar más dinero a Italia.
Los italianos quieren algo nuevo y distinto. Sienten que su Estado es incompetente y está anquilosado. Es la factura del gobierno de la lista izquierdista encabezada por los socialdemócratas, en el Gobierno hasta ahora. Se separaron antes de las elecciones y, de un modo parecido al SPD alemán, están en plena decadencia. Antes era Matteo Renzi el fato de esperanzas. Pero las reformas no terminan de llegar a Italia, la economía apenas crece exiguamente, las cifras de desempleo son demasiado altas, los problemas con el gran número de solicitantes de asilos no han sido solucionados… La deuda es demasiado grande. Y la lista de aspectos negativos de la tercera economía más grande de la UE sigue.
Al menos, previsible
El mensaje de los electores es claro: la cosa no puede seguir así. Aunque todo apunta a que no habrá grandes cambios, porque los tres grandes bloques se entorpecerán entre sí en el nuevo Parlamento, ya que las coaliciones parecen poco probables. Antes de los comicios, todas las partes cerraron las puertas a las posibles combinaciones. Ni siquiera una inverosímil coalición entre el partido de Berlusconi y los socialdemócratas alcanzaría una mayoría en ambas Cámaras. Si los otros partidos no se mueven, el presidente formará un Gobierno tecnocrático que saque adelante al país hasta que pueda haber nuevas elecciones. Este es un modelo que no es nuevo en Italia. No refleja la voluntad democrática del electorado, pero al menos permite un comportamiento estable y previsible.
No hay receta
La aliada francesa del derechista Salvini, Marine Le Pen, líder del Frente Nacional, felicitó a este por el resultado en las elecciones. Por desgracia, tiene razón en que esta no fue una buena noche electoral para la UE. Con el mayor voto a formaciones populistas, este país tan importante inicia una deriva comparable a la de Hungría, Polonia, la República Checa, Grecia o Austria. En estos países gobiernan los populistas. Aunque también en Alemania está el populismo de derechas en auge. Pero, por ahora, nadie en Bruselas ni en otras capitales, con la excepción de París, tiene una receta para parar a populistas y nacionalistas.
Italia no puede permitirse una crisis de gobierno que dure meses. Si los mercados perdiesen la confianza en el buen rumbo del país, la montaña de deudas del Estado se encarecería demasiado, o podría volverse impagable. La opinión de un votante en un colegio electoral, sin embargo, es una fuente de optimismo: "Los italianos saldremos de esta. Siempre nos las hemos arreglado con nuestro renqueante sistema”.
Autor: Bernd Riegert (EAL/CP)