Opinión: ¿"Obamacare" diluido?
5 de mayo de 2017Cada estadounidense debe poder regir su propio destino. Con esas palabras, el portavoz de la Cámara baja del Congreso, el republicano Paul Ryan, promovió la reforma de la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible, conocida como "Obamacare” por haber sido uno de los proyectos emblemáticos de la gestión presidencial de Barack Obama (2009-2017). Ryan hablaba como si sus compatriotas corrieran el peligro de ver sus vidas conducidas por burócratas de Washington. ¡Patrañas! En realidad la sociedad pierde una manera de mostrarse solidaria con aquellos que ya no están en capacidad de ayudarse a sí mismos.
"Trumpcare”, así han bautizado los republicanos el proyecto de ley que desmonta parcialmente la iniciativa de seguridad sanitaria de Obama y supone un paso más en la retirada del Estado de los ámbitos que le competen. Millones de estadounidenses podrían perder su seguro médico, por más que los republicanos insistan en que eso no pasará. Se ha dicho que aquellos con enfermedades preexistentes o dolencias crónicas seguirían estando asegurados; pero no está claro de dónde saldrá el dinero para cubrir su asistencia médica.
Hasta ahora el proyecto de ley promovido por el presidente Donald Trump no ha sido aprobado definitivamente. Todavía falta que el Senado lo someta a votación. Antes de que eso ocurra, la Cámara alta sugerirá enmiendas. Eso significa que el maratón de negociaciones continuará, nadie sabe por cuánto tiempo. Esas negociaciones pueden durar meses. No obstante, a los ojos de Trump, la votación en la Cámara baja del Congreso fue un éxito: los republicanos vienen jurando desde hace siete años que anularán "Obamacare” y lo remplazarán por un sistema mejor. Los intentos han fracasado hasta ahora. La reciente votación en la Cámara baja del Congreso sugiere que, bajo el mandato de Trump, los republicanos han adquirido margen de maniobra y capacidad de mando.
Se ganó la batalla, no la guerra
Este éxito le dará más ímpetu al Partido Republicano. En Washington, tras bastidores, ahora se trabaja con mayor ahínco en una reforma tributaria que reduzca los impuestos pagados por los más pudientes. Wall Street debe estarse frotando las manos de alegría. Una reducción de los impuestos y de las prestaciones sociales suele traducirse en cotizaciones de acciones más altas. Como comentó un corredor de bolsa cínicamente: "La Bolsa no es una oficina de servicios sociales”.
El triunfo en la Cámara baja del Congreso permitirá que Trump y Ryan se entiendan mejor. El vocero de la Cámara baja le avisó al mandatario sobre su primera "victoria legislativa”. Ese tipo de cosas lima asperezas y une. Todas las especulaciones sobre la inminente sustitución de Ryan en Washington se han disipado.
Pero, ¿tiene el resto del mundo que prestar atención a lo que ocurra con la reforma sanitaria estadounidense o con las querellas internas del "gigante norteamericano”? Por supuesto que sí. Esos asuntos son los indicadores de la distribución del poder político en Washington. Los republicanos tardaron mucho en acostumbrarse a Trump como representante de sus intereses. Ahora lo siguen. Eso también robustece la postura de Trump de cara a la escena internacional. Por otro lado: el desmontaje de las prestaciones sociales en Estados Unidos atiza miedos. ¿Qué pueden esperar de Estados Unidos las naciones más pobres cuando Trump se deslinda de sus responsabilidades con los más débiles de su propio país?